CIUDAD DE MÉXICO – Si está usted leyendo este artículo, lo más probable es que tenga electricidad y calefacción en casa y nunca lo considere algo extraordinario, pero más de dos mil millones de personas –uno de cada tres habitantes de nuestro planeta– carece de acceso a la energía moderna para alumbrar y calentar su vivienda.
Los obstáculos al acceso a la energía no son técnicos. Sabemos construir sistemas eléctricos, diseñar hornillos modernos y atender la demanda energética eficientemente. Lo que falta es un compromiso mundial para que el acceso a la energía figure en los programas políticos y de desarrollo.
La mitad de la población mundial utiliza combustibles sólidos, como, por ejemplo, leña, carbón o estiércol, para cocinar. Según la Organización Mundial de la Salud, 1,6 millones de mujeres y niños mueren todos los años a consecuencia de la inhalación de humo dentro de sus casas: más que por el paludismo. Si añadimos las emisiones contaminantes de esos hornillos, junto con la desforestación resultante de la utilización de leña, tenemos varios problemas mundiales apremiantes que se pueden abordar al instante acabando con el desfase energético.
Los esfuerzos para lograrlo han sido hasta ahora insuficientes en escala y alcance, pero ahora existe un plan de acción, formulado en los últimos meses por el Grupo Consultivo del Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, sobre Energía y Cambio Climático (AGECC), del que forman parte funcionarios superiores de las NN.UU. y ejecutivos de empresas, incluidas Edison International, Statoil, Suntech Holdings y Vattenfall.
Mediante esa innovadora asociación público-privada, analizamos el acceso mundial a la energía y recomendamos en nuestro informe que la comunidad internacional se comprometiera con el acceso universal a los servicios energéticos modernos de aquí a 2030. En el informe se pedía también una reducción del 40 por ciento de la utilización de la energía de aquí a 2030, lo que, si se aplicara, reduciría la utilización mundial de la energía a una tasa sin precedentes de aproximadamente el doble.
El AGECC está trabajando ahora para lograr la mejor aplicación del plan. En eso se centró la última reunión del Grupo, celebrada el 15 de julio en Ciudad de México y organizada por la Fundación Carlos Slim, que apoya la aplicación de los objetivos de desarrollo del Milenio en sectores como, por ejemplo, la salud, la desforestación y el cierre de la brecha digital.
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México será el anfitrión de unas decisivas negociaciones sobre el clima de las NN.UU. en fecha posterior de este año y el AGECC está colaborando con su ministro de Energía para lograr un planteamiento coordinado y eficaz.
Las consecuencias financieras de garantizar el acceso universal a la energía son importantes, pero no abrumadoras, si se comparan con sus enormes beneficios. La Agencia Internacional de Energía calcula que a lo largo de los próximos decenios el costo de garantizar el acceso universal a la electricidad ascendería al diez por ciento, aproximadamente, de la inversión anual total en el sector energético, que el sector privado puede movilizar. El acceso universal a la energía es una nueva oportunidad de mercado, pero que necesita el apoyo adecuado para prosperar.
Ya se dispone de muchas tecnologías limpias, por lo que no estamos hablando de invertir miles de millones en investigación. Basta con transferir las tecnologías y adaptarlas a las condiciones y necesidades locales.
Pero el aumento del acceso a la energía no consiste sólo en suministrar hornillos y bombillas mejores y más eficientes. Para fomentar el desarrollo y el crecimiento económicos, los servicios energéticos deben contribuir también a crear riqueza y puestos de trabajo suministrando electricidad a las empresas y mejorando la atención de salud, la educación y el transporte.
En septiembre, los dirigentes del mundo se reunirán en las NN.UU. para evaluar los avances logrados con miras a la consecución de los objetivos de desarrollo del Milenio. Si bien no hay un objetivo en materia de energía, resulta fundamental alcanzar los otros objetivos del Milenio, en particular los relativos a la pobreza y el hambre, la educación universal y la sostenibilidad medioambiental.
Los gobiernos por sí solos no podrán abordar todos esos imperativos. Necesitamos un compromiso firme de todos: empresas privadas, mundo académico, sociedad civil y organizaciones y ONG internacionales.
El plazo para la consecución del acceso universal a la energía es 2030. ¿Se nos unirán ustedes?
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The Norwegian finance ministry recently revealed just how much the country has benefited from Russia's invasion of Ukraine, estimating its windfall natural-gas revenues for 2022-23 to be around $111 billion. Yet rather than transferring these gains to those on the front line, the government is hoarding them.
argue that the country should give its windfall gains from gas exports to those on the front lines.
At the end of a year of domestic and international upheaval, Project Syndicate commentators share their favorite books from the past 12 months. Covering a wide array of genres and disciplines, this year’s picks provide fresh perspectives on the defining challenges of our time and how to confront them.
ask Project Syndicate contributors to select the books that resonated with them the most over the past year.
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CIUDAD DE MÉXICO – Si está usted leyendo este artículo, lo más probable es que tenga electricidad y calefacción en casa y nunca lo considere algo extraordinario, pero más de dos mil millones de personas –uno de cada tres habitantes de nuestro planeta– carece de acceso a la energía moderna para alumbrar y calentar su vivienda.
Los obstáculos al acceso a la energía no son técnicos. Sabemos construir sistemas eléctricos, diseñar hornillos modernos y atender la demanda energética eficientemente. Lo que falta es un compromiso mundial para que el acceso a la energía figure en los programas políticos y de desarrollo.
La mitad de la población mundial utiliza combustibles sólidos, como, por ejemplo, leña, carbón o estiércol, para cocinar. Según la Organización Mundial de la Salud, 1,6 millones de mujeres y niños mueren todos los años a consecuencia de la inhalación de humo dentro de sus casas: más que por el paludismo. Si añadimos las emisiones contaminantes de esos hornillos, junto con la desforestación resultante de la utilización de leña, tenemos varios problemas mundiales apremiantes que se pueden abordar al instante acabando con el desfase energético.
Los esfuerzos para lograrlo han sido hasta ahora insuficientes en escala y alcance, pero ahora existe un plan de acción, formulado en los últimos meses por el Grupo Consultivo del Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, sobre Energía y Cambio Climático (AGECC), del que forman parte funcionarios superiores de las NN.UU. y ejecutivos de empresas, incluidas Edison International, Statoil, Suntech Holdings y Vattenfall.
Mediante esa innovadora asociación público-privada, analizamos el acceso mundial a la energía y recomendamos en nuestro informe que la comunidad internacional se comprometiera con el acceso universal a los servicios energéticos modernos de aquí a 2030. En el informe se pedía también una reducción del 40 por ciento de la utilización de la energía de aquí a 2030, lo que, si se aplicara, reduciría la utilización mundial de la energía a una tasa sin precedentes de aproximadamente el doble.
El AGECC está trabajando ahora para lograr la mejor aplicación del plan. En eso se centró la última reunión del Grupo, celebrada el 15 de julio en Ciudad de México y organizada por la Fundación Carlos Slim, que apoya la aplicación de los objetivos de desarrollo del Milenio en sectores como, por ejemplo, la salud, la desforestación y el cierre de la brecha digital.
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México será el anfitrión de unas decisivas negociaciones sobre el clima de las NN.UU. en fecha posterior de este año y el AGECC está colaborando con su ministro de Energía para lograr un planteamiento coordinado y eficaz.
Las consecuencias financieras de garantizar el acceso universal a la energía son importantes, pero no abrumadoras, si se comparan con sus enormes beneficios. La Agencia Internacional de Energía calcula que a lo largo de los próximos decenios el costo de garantizar el acceso universal a la electricidad ascendería al diez por ciento, aproximadamente, de la inversión anual total en el sector energético, que el sector privado puede movilizar. El acceso universal a la energía es una nueva oportunidad de mercado, pero que necesita el apoyo adecuado para prosperar.
Ya se dispone de muchas tecnologías limpias, por lo que no estamos hablando de invertir miles de millones en investigación. Basta con transferir las tecnologías y adaptarlas a las condiciones y necesidades locales.
Pero el aumento del acceso a la energía no consiste sólo en suministrar hornillos y bombillas mejores y más eficientes. Para fomentar el desarrollo y el crecimiento económicos, los servicios energéticos deben contribuir también a crear riqueza y puestos de trabajo suministrando electricidad a las empresas y mejorando la atención de salud, la educación y el transporte.
En septiembre, los dirigentes del mundo se reunirán en las NN.UU. para evaluar los avances logrados con miras a la consecución de los objetivos de desarrollo del Milenio. Si bien no hay un objetivo en materia de energía, resulta fundamental alcanzar los otros objetivos del Milenio, en particular los relativos a la pobreza y el hambre, la educación universal y la sostenibilidad medioambiental.
Los gobiernos por sí solos no podrán abordar todos esos imperativos. Necesitamos un compromiso firme de todos: empresas privadas, mundo académico, sociedad civil y organizaciones y ONG internacionales.
El plazo para la consecución del acceso universal a la energía es 2030. ¿Se nos unirán ustedes?