CAMBRIDGE – Después de la crisis financiera global de 2008, los gobiernos y bancos centrales de las economías avanzadas juraron no permitir nunca más que el sistema bancario tomara de rehén a la formulación de políticas, y mucho menos que pusiera en riesgo el bienestar económico y social. Trece años después, han cumplido la promesa sólo en parte. Otro sector de las finanzas amenaza con arruinar lo que puede ser (mejor dicho, lo que debe ser) una recuperación duradera, inclusiva y sostenible tras el espantoso shock de la COVID‑19.
CAMBRIDGE – Después de la crisis financiera global de 2008, los gobiernos y bancos centrales de las economías avanzadas juraron no permitir nunca más que el sistema bancario tomara de rehén a la formulación de políticas, y mucho menos que pusiera en riesgo el bienestar económico y social. Trece años después, han cumplido la promesa sólo en parte. Otro sector de las finanzas amenaza con arruinar lo que puede ser (mejor dicho, lo que debe ser) una recuperación duradera, inclusiva y sostenible tras el espantoso shock de la COVID‑19.