LUXEMBURGO – Ahora que los líderes mundiales llegan a Madrid para reunirse en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25), es momento que ellos abordes mucho más que solamente los objetivos futuros para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Ellos también deben abordar el daño a las personas y los medios de subsistencia que el cambio climático ya está causando.
El fortalecimiento de nuestra capacidad de adaptación al cambio climático nunca ha sido más urgente. Muchas regiones están experimentando grandes dificultades como resultado de las temperaturas más altas a nivel mundial y los patrones climáticos cambiantes Debemos hacer más a favor de ayudar a los ciudadanos y los gobiernos para que estos a su vez aborden problemas como el aumento del nivel del mar, los incendios forestales, los huracanes y otros desastres naturales, así como también el aumento de la erosión costera. Incluso si cumplimos con el objetivo del acuerdo de París de limitar el aumento promedio de la temperatura mundial en un nivel muy por debajo de 2° C, al menos 570 ciudades y unos 800 millones de personas correrán riesgos debido el aumento del nivel del mar y tormentas más frecuentes y destructivas. Y, estos peligros crecerán a medida que las temperaturas suban cada vez más. La propia existencia de algunos países insulares y comunidades costeras se verá amenazada.
Por lo tanto, es esencial reducir los riesgos que el cambio climático representa para los humanos y la economía. A menos que se tomen medidas, el cambio climático reducirá el PIB mundial per cápita en más del 7% hasta el año 2100, con consecuencias igualmente graves para los países, ya sean ricos o pobres, calurosos o fríos.
Los beneficios económicos y sociales más amplios de la adaptación al cambio climático son claros. En septiembre, la Comisión Global de Adaptación al cambio climático emitió un informe llamando a los gobiernos, empresas y comunidades a tomar medidas urgentes para intensificar las medidas de adaptación. El informe revela que una inversión de $1,8 millones de millones de dólares en cinco áreas clave – sistemas de alerta temprana, infraestructura resiliente, agricultura, protección de manglares, y suministros de agua resilientes – a partir del año 2020 hasta el 2030 podría generar $7,1 millones de millones de dólares en beneficios.
Aun así, la actual brecha de inversión es enorme. El desafío climático exige una cooperación mucho más profunda entre el sector público y el privado para aumentar la inversión verde. Necesitamos asegurarnos de que la infraestructura se construya para hacer frente al mayor impacto del cambio climático y desarrollar estándares mundiales claros para divulgar los riesgos climáticos que plantean los proyectos de inversión. Por ejemplo, ¿cómo hará frente una ciudad al aumento del riesgo de inundación y cómo se mantendrá la productividad de la tierra agrícola a medida que las sequías se tornen en más severas? Los grandes y pequeños inversores por igual deben saber exactamente cómo su dinero podría verse afectado por un clima cambiante.
En este punto, las instituciones de inversión pública, como por ejemplo el Banco Europeo de Inversiones, pueden ayudar con la adaptación de muchas maneras. El BEI desde hace tiempo ha invertido en proyectos que reducen las emisiones y ayudan a los países a adaptarse al cambio climático. Sin embargo, ahora estamos forjando avances aún mayores con miras al fortalecimiento de la adaptación, mediante la profundización de nuestra experiencia, la creación de nuevos sistemas para garantizar la resiliencia de nuestras inversiones, y el trabajo que se lleva a cabo en estrecha colaboración con los sectores público y privado. Por ejemplo, ya no financiaremos proyectos de infraestructura que no sean resilientes al clima. En consecuencia, hemos introducido un sistema de gestión de riesgos climáticos y estamos añadiendo criterios de adaptación climática a todos los proyectos de infraestructura.
El BEI también se centrará en la adaptación desde las primeras etapas de preparación del proyecto, tanto a través de servicios de asesoramiento como de asistencia técnica. Si bien hemos adquirido mucha experiencia en el campo, muchos de nuestros clientes de los sectores público y privado pueden carecer de los recursos o la experiencia para evaluar los riesgos climáticos. Por ejemplo, el BEI ha estado trabajando estrechamente con el Banco de Desarrollo del Caribe para garantizar que la totalidad de sus proyectos consideren los riesgos climáticos y para desarrollar una cartera de proyectos de inversión amigables con el clima por un valor de más de 300 millones de dólares.
Finalmente, el BEI planea aumentar su apoyo a tecnologías innovadoras, tales como análisis del clima y sistemas alimentarios resistentes al clima, con el propósito de ayudar a que las empresas, las personas individuales y las comunidades se preparen para el cambio climático. Con ese fin, el BEI ahora apoya al Climate Resilience and Adaptation Finance and Technology Transfer Facility (CRAFT), el primer fondo del sector privado dedicado a abordar estos problemas en los países en desarrollo.
El BEI también está elevando su objetivo de financiación climática, de modo que hasta el año 2050 al menos el 50% de sus préstamos respaldarán la sostenibilidad ambiental: un incremento respecto al 30% actual. Y, hasta el año 2030, el Grupo BEI tiene previsto apoyar 1,1 millones de millones de dólares en inversiones dirigidas a la acción climática y sostenibilidad ambiental a través de préstamos y subvenciones, incluso para países en desarrollo, con el propósito de ayudarlos a fortalecer la resiliencia de carreteras, ferrocarriles, puertos, tierras de cultivo, sistemas de saneamiento y agua potable, y redes de comunicación digital.
La inversión insuficiente en adaptación, de manera particular, se plantea como un problema para los países de bajos ingresos, la mayoría de los cuales se encuentran en regiones más cálidas y vulnerables. Apoyar los esfuerzos de estos países para adaptarse al cambio climático es esencial para su capacidad de desarrollo.
Sin embargo, tampoco debemos perder de vista el panorama general. Cuantas más altas sean las temperaturas a nivel mundial, menos podremos confiar en la adaptación. Los científicos estiman que ahora nos dirigimos a un aumento de la temperatura de 3 a 4° C hasta finales de siglo, lo que conllevará consecuencias desastrosas para las personas de todo el mundo.
Las poblaciones más vulnerables del mundo ya son las más afectadas por el cambio climático, debido a que son las más expuestas a los riesgos y tienen la menor cantidad de recursos con los que puedan adaptarse. Pero, teniendo en mente que todas las ciudades, regiones y países enfrentan algún tipo de riesgo climático, el imperativo de adaptación simplemente no puede ser ignorado.
LUXEMBURGO – Ahora que los líderes mundiales llegan a Madrid para reunirse en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25), es momento que ellos abordes mucho más que solamente los objetivos futuros para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Ellos también deben abordar el daño a las personas y los medios de subsistencia que el cambio climático ya está causando.
El fortalecimiento de nuestra capacidad de adaptación al cambio climático nunca ha sido más urgente. Muchas regiones están experimentando grandes dificultades como resultado de las temperaturas más altas a nivel mundial y los patrones climáticos cambiantes Debemos hacer más a favor de ayudar a los ciudadanos y los gobiernos para que estos a su vez aborden problemas como el aumento del nivel del mar, los incendios forestales, los huracanes y otros desastres naturales, así como también el aumento de la erosión costera. Incluso si cumplimos con el objetivo del acuerdo de París de limitar el aumento promedio de la temperatura mundial en un nivel muy por debajo de 2° C, al menos 570 ciudades y unos 800 millones de personas correrán riesgos debido el aumento del nivel del mar y tormentas más frecuentes y destructivas. Y, estos peligros crecerán a medida que las temperaturas suban cada vez más. La propia existencia de algunos países insulares y comunidades costeras se verá amenazada.
Por lo tanto, es esencial reducir los riesgos que el cambio climático representa para los humanos y la economía. A menos que se tomen medidas, el cambio climático reducirá el PIB mundial per cápita en más del 7% hasta el año 2100, con consecuencias igualmente graves para los países, ya sean ricos o pobres, calurosos o fríos.
Los beneficios económicos y sociales más amplios de la adaptación al cambio climático son claros. En septiembre, la Comisión Global de Adaptación al cambio climático emitió un informe llamando a los gobiernos, empresas y comunidades a tomar medidas urgentes para intensificar las medidas de adaptación. El informe revela que una inversión de $1,8 millones de millones de dólares en cinco áreas clave – sistemas de alerta temprana, infraestructura resiliente, agricultura, protección de manglares, y suministros de agua resilientes – a partir del año 2020 hasta el 2030 podría generar $7,1 millones de millones de dólares en beneficios.
Aun así, la actual brecha de inversión es enorme. El desafío climático exige una cooperación mucho más profunda entre el sector público y el privado para aumentar la inversión verde. Necesitamos asegurarnos de que la infraestructura se construya para hacer frente al mayor impacto del cambio climático y desarrollar estándares mundiales claros para divulgar los riesgos climáticos que plantean los proyectos de inversión. Por ejemplo, ¿cómo hará frente una ciudad al aumento del riesgo de inundación y cómo se mantendrá la productividad de la tierra agrícola a medida que las sequías se tornen en más severas? Los grandes y pequeños inversores por igual deben saber exactamente cómo su dinero podría verse afectado por un clima cambiante.
En este punto, las instituciones de inversión pública, como por ejemplo el Banco Europeo de Inversiones, pueden ayudar con la adaptación de muchas maneras. El BEI desde hace tiempo ha invertido en proyectos que reducen las emisiones y ayudan a los países a adaptarse al cambio climático. Sin embargo, ahora estamos forjando avances aún mayores con miras al fortalecimiento de la adaptación, mediante la profundización de nuestra experiencia, la creación de nuevos sistemas para garantizar la resiliencia de nuestras inversiones, y el trabajo que se lleva a cabo en estrecha colaboración con los sectores público y privado. Por ejemplo, ya no financiaremos proyectos de infraestructura que no sean resilientes al clima. En consecuencia, hemos introducido un sistema de gestión de riesgos climáticos y estamos añadiendo criterios de adaptación climática a todos los proyectos de infraestructura.
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El BEI también se centrará en la adaptación desde las primeras etapas de preparación del proyecto, tanto a través de servicios de asesoramiento como de asistencia técnica. Si bien hemos adquirido mucha experiencia en el campo, muchos de nuestros clientes de los sectores público y privado pueden carecer de los recursos o la experiencia para evaluar los riesgos climáticos. Por ejemplo, el BEI ha estado trabajando estrechamente con el Banco de Desarrollo del Caribe para garantizar que la totalidad de sus proyectos consideren los riesgos climáticos y para desarrollar una cartera de proyectos de inversión amigables con el clima por un valor de más de 300 millones de dólares.
Finalmente, el BEI planea aumentar su apoyo a tecnologías innovadoras, tales como análisis del clima y sistemas alimentarios resistentes al clima, con el propósito de ayudar a que las empresas, las personas individuales y las comunidades se preparen para el cambio climático. Con ese fin, el BEI ahora apoya al Climate Resilience and Adaptation Finance and Technology Transfer Facility (CRAFT), el primer fondo del sector privado dedicado a abordar estos problemas en los países en desarrollo.
El BEI también está elevando su objetivo de financiación climática, de modo que hasta el año 2050 al menos el 50% de sus préstamos respaldarán la sostenibilidad ambiental: un incremento respecto al 30% actual. Y, hasta el año 2030, el Grupo BEI tiene previsto apoyar 1,1 millones de millones de dólares en inversiones dirigidas a la acción climática y sostenibilidad ambiental a través de préstamos y subvenciones, incluso para países en desarrollo, con el propósito de ayudarlos a fortalecer la resiliencia de carreteras, ferrocarriles, puertos, tierras de cultivo, sistemas de saneamiento y agua potable, y redes de comunicación digital.
La inversión insuficiente en adaptación, de manera particular, se plantea como un problema para los países de bajos ingresos, la mayoría de los cuales se encuentran en regiones más cálidas y vulnerables. Apoyar los esfuerzos de estos países para adaptarse al cambio climático es esencial para su capacidad de desarrollo.
Sin embargo, tampoco debemos perder de vista el panorama general. Cuantas más altas sean las temperaturas a nivel mundial, menos podremos confiar en la adaptación. Los científicos estiman que ahora nos dirigimos a un aumento de la temperatura de 3 a 4° C hasta finales de siglo, lo que conllevará consecuencias desastrosas para las personas de todo el mundo.
Las poblaciones más vulnerables del mundo ya son las más afectadas por el cambio climático, debido a que son las más expuestas a los riesgos y tienen la menor cantidad de recursos con los que puedan adaptarse. Pero, teniendo en mente que todas las ciudades, regiones y países enfrentan algún tipo de riesgo climático, el imperativo de adaptación simplemente no puede ser ignorado.