PEKÍN – Un informe recientedel Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas advierte que para evitar las consecuencias más extremas del calentamiento global, las sociedades deben realizar cambios sociales y económicos en una escala sin “ningún precedente histórico documentado”. Como hemos señalado anteriormente, sólo los inversionistas institucionales – como por ejemplo los fondos de pensiones, los fondos soberanos y las compañías de seguros – tienen suficiente poder financiero para hacer frente al cambio climático.
Sin embargo, para minimizar el riesgo, los inversionistas institucionales generalmente prefieren asignar su capital a una infraestructura operativa que ya está generando ingresos estables, en lugar de asignarlo a nuevos proyectos. Por la misma razón, sus inversiones se centran en las economías avanzadas, las cuales en las últimas décadas han recibido más del 70% de las inversiones en infraestructura que realiza el sector privado. El cambio climático requiere que los inversionistas institucionales se desplacen más allá de estos límites. Pero, se debe reconocer que ellos necesitan ayuda para mitigar los riesgos asociados, razón por la cual nosotros creemos que el mundo necesita un nuevo mecanismo de financiamiento mundial para el clima (GCFF, por su nombre en inglés: ‘global climate finance facility’), destinado exclusivamente a movilizar capital de inversionistas institucionales y diseñado para abordar las deficiencias de las iniciativas multilaterales actuales.
Aparte de varios emprendimientos prometedores, los gobiernos y las instituciones financieras multilaterales están esforzándose por movilizar el capital privado en una escala relevante con destino a proyectos relacionados al cambio climático. Es de crucial importancia notar que por varias razones los inversionistas institucionales, en gran medida, han estado ausentes en tales iniciativas. En primer lugar, las instituciones financieras monetarias (IFM) y los inversionistas institucionales tienen diferentes prioridades. Las actividades de las IFM se basan en los objetivos de las políticas de los países miembros y las necesidades de los países clientes, y no siempre reflejan la demanda de los inversionistas. Por el contrario, los inversionistas institucionales, como actores comerciales que tienen un compromiso con los jubilados y otras partes interesadas, no invertirán en proyectos que se consideran demasiado arriesgados o que tienen pocas probabilidades de producir rendimientos financieros adecuados. Para atraer su interés, los términos de las IFM deben ser competitivos con aquellos ofrecidos por las compañías privadas de gestión de activos utilizadas por los inversionistas institucionales. Además, muchos inversionistas institucionales no están familiarizados con las inversiones en infraestructura en general, y mucho menos con los mercados emergentes. En consecuencia, las IFM también deben desarrollar capacidades para abordar las preocupaciones de estos inversionistas acerca de participar en regiones y sectores que no son de su completo conocimiento.
En segundo lugar, existe una desconexión entre la promoción de la inversión privada en países de bajos ingresos y frágiles, y la movilización de capital privado para la acción climática en los países de ingresos medios, donde las emisiones de carbono son mucho más altas. Mientras que las inversiones verdes en el primer grupo de países pueden atraer principalmente a un pequeño grupo de inversionistas privados especializados y a “inversionistas de impacto”, se podrían movilizar grandes sumas de capital privado, incluso de inversionistas institucionales, en el segundo grupo. Por el momento, sin embargo, las políticas de las FMI no distinguen suficientemente entre estos dos contextos, que requieren de estrategias, recursos y estructuras institucionales completamente distintas.
En tercer lugar, las IFM deben aumentar su presencia en las plataformas de colaboración de los inversores institucionales, asumir un mayor riesgo, fortalecer las alianzas con los fondos de inversión estratégicos locales y ajustar sus estructuras de gobierno para que se ajusten a los principios de gobierno corporativo a los que están acostumbrados los inversores privados. Según un informe reciente del G20, las IFM también deberían fortalecer su capacidad para movilizar inversiones de capital.
Finalmente, con pocas excepciones, las iniciativas multilaterales existentes – como el Fondo Verde del Clima (GCF) y el Fondo de Tecnología Limpia (CTF) – movilizan capital privado a nivel de proyectos, en lugar de en el nivel de cartera. Pero, debido a que la mayoría de los inversionistas institucionales administran grandes cantidades de capital con equipos de inversión que son reducidos en número de personas, dichos inversionistas por lo general no tienen la capacidad de invertir directamente en proyectos individuales; ellos necesitan un vehículo o un fondo para canalizar sus inversiones.
A la luz de estos desafíos, el control de los inversionistas es la clave para movilizar el capital privado para la infraestructura verde. Los inversionistas privados son extremadamente reticentes a ceder el control a las entidades públicas, debido a temores relativos a que los organismos públicos puedan verse presionados por la influencia política y puede que no inviertan bajo términos comerciales. Para mitigar estas preocupaciones, las IFM deben enfatizar la independencia del proceso de asignación de inversiones. Un modelo interesante es el Fondo Nacional de Inversión e Infraestructura de India (NIIF), un fondo de inversión de $6 mil millones patrocinado por el gobierno que ha tenido un gran éxito en la movilización del capital de los inversionistas institucionales.
El gobierno de la India posee una participación minoritaria fija del 49% en el NIIF propiamente dicho, así como en la empresa que lo administra, y son los inversionistas privados e institucionales quienes controlan la participación mayoritaria. El NIIF funciona como un fondo de inversión comercial estándar, y el gobierno tiene sólo dos representantes en el directorio que está compuesto por seis miembros. El comité de inversiones del fondo, que es él que toma todas las decisiones de inversión, está compuesto exclusivamente por profesionales del ámbito de inversiones, quienes (al igual que el personal del NIIF) son reclutados principalmente del sector privado. Estas restricciones al control del sector público están diseñadas para liberar al NIIF de posibles influencias políticas, con lo que se asegura a los inversionistas que el fondo opera en términos totalmente comerciales dentro de su mandato definido por su política.
Según un artículo reciente escrito por investigadores de la Universidad de Stanford y la Universidad de Maastricht, para movilizar el capital de inversionistas institucionales con el propósito de financiar la lucha contra el cambio climático, las IFM deben empezar a funcionar de manera similar. Pero, las grandes instituciones cambian lentamente, y la urgencia de la acción climática requiere cambios que sean revolucionarios, en lugar de reformas incrementales. Es por eso que una nueva GCFF, dirigida a movilizar capital de inversionistas institucionales y modelada según la estructura NIIF, puede ser una parte importante de la respuesta.
No cabe duda, si bien las IFM serían inversionistas minoritarios en el GCFF propuesto, ellos seguirían desempeñando un papel clave para ayudar a los inversionistas privados a evaluar los riesgos en nuevos contextos. Las IFM también tendrían que compartir estos riesgos y proporcionar apoyo técnico basado en su experiencia en una amplia gama de sectores y regiones. Es de crítica importancia que con el fin de garantizar a las IFM que su calificación crediticia de AAA y su condición de acreedor preferencial no se verían bajo amenaza, el presupuesto del GCFF debería estar “protegido por una cerca” que lo aísle de otras iniciativas de financiamiento. Pero, estos desafíos pueden ser gestionados.
En general, las IFM habitan en un mundo distinto al de los inversionistas institucionales cuyo capital buscan movilizar. Con el propósito de atraer suficiente capital privado para promover soluciones para la acción climática, las IFM deben comenzar a tratar a los grandes inversionistas institucionales como sus socios y clientes. Un nuevo GCFF, con los recursos adecuados y el soporte de alto nivel, ayudaría a impulsar el cambio requerido.
Traducción del inglés: Rocío L. Barrientos.
PEKÍN – Un informe recientedel Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas advierte que para evitar las consecuencias más extremas del calentamiento global, las sociedades deben realizar cambios sociales y económicos en una escala sin “ningún precedente histórico documentado”. Como hemos señalado anteriormente, sólo los inversionistas institucionales – como por ejemplo los fondos de pensiones, los fondos soberanos y las compañías de seguros – tienen suficiente poder financiero para hacer frente al cambio climático.
Sin embargo, para minimizar el riesgo, los inversionistas institucionales generalmente prefieren asignar su capital a una infraestructura operativa que ya está generando ingresos estables, en lugar de asignarlo a nuevos proyectos. Por la misma razón, sus inversiones se centran en las economías avanzadas, las cuales en las últimas décadas han recibido más del 70% de las inversiones en infraestructura que realiza el sector privado. El cambio climático requiere que los inversionistas institucionales se desplacen más allá de estos límites. Pero, se debe reconocer que ellos necesitan ayuda para mitigar los riesgos asociados, razón por la cual nosotros creemos que el mundo necesita un nuevo mecanismo de financiamiento mundial para el clima (GCFF, por su nombre en inglés: ‘global climate finance facility’), destinado exclusivamente a movilizar capital de inversionistas institucionales y diseñado para abordar las deficiencias de las iniciativas multilaterales actuales.
Aparte de varios emprendimientos prometedores, los gobiernos y las instituciones financieras multilaterales están esforzándose por movilizar el capital privado en una escala relevante con destino a proyectos relacionados al cambio climático. Es de crucial importancia notar que por varias razones los inversionistas institucionales, en gran medida, han estado ausentes en tales iniciativas. En primer lugar, las instituciones financieras monetarias (IFM) y los inversionistas institucionales tienen diferentes prioridades. Las actividades de las IFM se basan en los objetivos de las políticas de los países miembros y las necesidades de los países clientes, y no siempre reflejan la demanda de los inversionistas. Por el contrario, los inversionistas institucionales, como actores comerciales que tienen un compromiso con los jubilados y otras partes interesadas, no invertirán en proyectos que se consideran demasiado arriesgados o que tienen pocas probabilidades de producir rendimientos financieros adecuados. Para atraer su interés, los términos de las IFM deben ser competitivos con aquellos ofrecidos por las compañías privadas de gestión de activos utilizadas por los inversionistas institucionales. Además, muchos inversionistas institucionales no están familiarizados con las inversiones en infraestructura en general, y mucho menos con los mercados emergentes. En consecuencia, las IFM también deben desarrollar capacidades para abordar las preocupaciones de estos inversionistas acerca de participar en regiones y sectores que no son de su completo conocimiento.
En segundo lugar, existe una desconexión entre la promoción de la inversión privada en países de bajos ingresos y frágiles, y la movilización de capital privado para la acción climática en los países de ingresos medios, donde las emisiones de carbono son mucho más altas. Mientras que las inversiones verdes en el primer grupo de países pueden atraer principalmente a un pequeño grupo de inversionistas privados especializados y a “inversionistas de impacto”, se podrían movilizar grandes sumas de capital privado, incluso de inversionistas institucionales, en el segundo grupo. Por el momento, sin embargo, las políticas de las FMI no distinguen suficientemente entre estos dos contextos, que requieren de estrategias, recursos y estructuras institucionales completamente distintas.
En tercer lugar, las IFM deben aumentar su presencia en las plataformas de colaboración de los inversores institucionales, asumir un mayor riesgo, fortalecer las alianzas con los fondos de inversión estratégicos locales y ajustar sus estructuras de gobierno para que se ajusten a los principios de gobierno corporativo a los que están acostumbrados los inversores privados. Según un informe reciente del G20, las IFM también deberían fortalecer su capacidad para movilizar inversiones de capital.
Finalmente, con pocas excepciones, las iniciativas multilaterales existentes – como el Fondo Verde del Clima (GCF) y el Fondo de Tecnología Limpia (CTF) – movilizan capital privado a nivel de proyectos, en lugar de en el nivel de cartera. Pero, debido a que la mayoría de los inversionistas institucionales administran grandes cantidades de capital con equipos de inversión que son reducidos en número de personas, dichos inversionistas por lo general no tienen la capacidad de invertir directamente en proyectos individuales; ellos necesitan un vehículo o un fondo para canalizar sus inversiones.
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A la luz de estos desafíos, el control de los inversionistas es la clave para movilizar el capital privado para la infraestructura verde. Los inversionistas privados son extremadamente reticentes a ceder el control a las entidades públicas, debido a temores relativos a que los organismos públicos puedan verse presionados por la influencia política y puede que no inviertan bajo términos comerciales. Para mitigar estas preocupaciones, las IFM deben enfatizar la independencia del proceso de asignación de inversiones. Un modelo interesante es el Fondo Nacional de Inversión e Infraestructura de India (NIIF), un fondo de inversión de $6 mil millones patrocinado por el gobierno que ha tenido un gran éxito en la movilización del capital de los inversionistas institucionales.
El gobierno de la India posee una participación minoritaria fija del 49% en el NIIF propiamente dicho, así como en la empresa que lo administra, y son los inversionistas privados e institucionales quienes controlan la participación mayoritaria. El NIIF funciona como un fondo de inversión comercial estándar, y el gobierno tiene sólo dos representantes en el directorio que está compuesto por seis miembros. El comité de inversiones del fondo, que es él que toma todas las decisiones de inversión, está compuesto exclusivamente por profesionales del ámbito de inversiones, quienes (al igual que el personal del NIIF) son reclutados principalmente del sector privado. Estas restricciones al control del sector público están diseñadas para liberar al NIIF de posibles influencias políticas, con lo que se asegura a los inversionistas que el fondo opera en términos totalmente comerciales dentro de su mandato definido por su política.
Según un artículo reciente escrito por investigadores de la Universidad de Stanford y la Universidad de Maastricht, para movilizar el capital de inversionistas institucionales con el propósito de financiar la lucha contra el cambio climático, las IFM deben empezar a funcionar de manera similar. Pero, las grandes instituciones cambian lentamente, y la urgencia de la acción climática requiere cambios que sean revolucionarios, en lugar de reformas incrementales. Es por eso que una nueva GCFF, dirigida a movilizar capital de inversionistas institucionales y modelada según la estructura NIIF, puede ser una parte importante de la respuesta.
No cabe duda, si bien las IFM serían inversionistas minoritarios en el GCFF propuesto, ellos seguirían desempeñando un papel clave para ayudar a los inversionistas privados a evaluar los riesgos en nuevos contextos. Las IFM también tendrían que compartir estos riesgos y proporcionar apoyo técnico basado en su experiencia en una amplia gama de sectores y regiones. Es de crítica importancia que con el fin de garantizar a las IFM que su calificación crediticia de AAA y su condición de acreedor preferencial no se verían bajo amenaza, el presupuesto del GCFF debería estar “protegido por una cerca” que lo aísle de otras iniciativas de financiamiento. Pero, estos desafíos pueden ser gestionados.
En general, las IFM habitan en un mundo distinto al de los inversionistas institucionales cuyo capital buscan movilizar. Con el propósito de atraer suficiente capital privado para promover soluciones para la acción climática, las IFM deben comenzar a tratar a los grandes inversionistas institucionales como sus socios y clientes. Un nuevo GCFF, con los recursos adecuados y el soporte de alto nivel, ayudaría a impulsar el cambio requerido.
Traducción del inglés: Rocío L. Barrientos.