VARSOVIA – Hace cinco años, Europa Central y del Este era el escenario de una de las historias de crecimiento más impresionantes del mundo. El crecimiento anual de su PBI era cercano al 5 %, a escasa distancia del chino y el indio. La inversión directa extranjera llovía sobre Bulgaria, Croacia, la República Checa, Hungría, Polonia, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia, a un ritmo superior a los $40 mil millones anuales. Uno de cada seis automóviles vendidos en la gran Europa era exportado desde fábricas en la región. La productividad y el PBI per cápita aumentaban con brío, reduciendo la brecha con Europa Occidental.
VARSOVIA – Hace cinco años, Europa Central y del Este era el escenario de una de las historias de crecimiento más impresionantes del mundo. El crecimiento anual de su PBI era cercano al 5 %, a escasa distancia del chino y el indio. La inversión directa extranjera llovía sobre Bulgaria, Croacia, la República Checa, Hungría, Polonia, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia, a un ritmo superior a los $40 mil millones anuales. Uno de cada seis automóviles vendidos en la gran Europa era exportado desde fábricas en la región. La productividad y el PBI per cápita aumentaban con brío, reduciendo la brecha con Europa Occidental.