WASHINGTON, DC – Decir que la cumbre de líderes del G-7 de este mes en Canadá fue una reunión inusual sería una subestimación. Un encuentro tradicionalmente amistoso y predecible de países que piensan parecido se vio ensombrecido por acusaciones y desacuerdos, lo que resultó en la imposibilidad de alcanzar un consenso sobre un comunicado final. Pero, si bien los analistas políticos se apresuraron a declarar el fin de la coherencia, la integridad y la utilidad del G-7, los mercados no se alteraron. En verdad, el resultado de más largo plazo bien puede darles la razón a los mercados, aunque con algunas consideraciones importantes.
WASHINGTON, DC – Decir que la cumbre de líderes del G-7 de este mes en Canadá fue una reunión inusual sería una subestimación. Un encuentro tradicionalmente amistoso y predecible de países que piensan parecido se vio ensombrecido por acusaciones y desacuerdos, lo que resultó en la imposibilidad de alcanzar un consenso sobre un comunicado final. Pero, si bien los analistas políticos se apresuraron a declarar el fin de la coherencia, la integridad y la utilidad del G-7, los mercados no se alteraron. En verdad, el resultado de más largo plazo bien puede darles la razón a los mercados, aunque con algunas consideraciones importantes.