SAN FRANCISCO – El pasado otoño (boreal), Bill y Melinda Gates estremecieron a la comunidad sanitaria global cuando anunciaron el objetivo audaz de erradicar la malaria humana de la faz del planeta. Menos que eso, insistieron, no sería suficiente.
De inmediato estalló un debate acalorado, en el que algunos profesionales experimentados cuestionaron la posibilidad de semejante objetivo. Estos escépticos apuntaron al primer Programa de Erradicación Global, un esfuerzo ambicioso que se realizó en los años 1950 para erradicar la malaria de muchas zonas del mundo (Africa quedó excluida). A pesar del progreso inicial, los programas de erradicación sucumbieron cuando donantes, gobiernos y poblaciones se cansaron y viraron su atención a otras áreas, permitiendo que la malaria resurgiera a niveles devastadores.
Nadie está sugiriendo un retorno a las fallidas estrategias del primer programa de erradicación. La Fundación Gates comenzó, con criterio, a facilitar consultas con científicos prominentes sobre cómo acelerar el desarrollo de nuevas herramientas potentes, y ya está financiando el desarrollo de una vacuna, así como de nuevos medicamentos y diagnósticos. Al mismo tiempo, la Roll Back Malaria Partnership recientemente lanzó un Plan de Negocios Global a largo plazo para unificar las acciones de la comunidad afectada por la malaria y alentar una inversión adicional. Todos coinciden en que la erradicación está a décadas de distancia.
Sin embargo, si bien la erradicación total está más allá del horizonte, y se necesitan nuevas herramientas para llegar allí, es mucho lo que se puede lograr en el corto plazo con nuestro arsenal actual. El reciente éxito en países como Etiopía y Rwanda a la hora de expandir el acceso a redes de cama impregnadas de repelente para mosquitos y bajar los índices de malaria está generando confianza en que la enfermedad se puede reducir drásticamente en todo el mundo y, en algunas zonas, eliminar por completo.
Para materializar esta oportunidad, debe desarrollarse y ejecutarse rápidamente una estrategia sólida. En un artículo reciente de la publicación científica británica The Lancet , Oliver Sabot y yo propusimos una estrategia de este tipo. El enfoque es simple: un esfuerzo redoblado para reducir las infecciones y las muertes rápidamente en el "corazón" de la malaria (es decir, Africa ecuatorial y un puñado de otras zonas en todo el mundo) debería estar acompañado por una campaña para retrotraer la enfermedad de sus márgenes actuales.
La malaria tiene límites naturales, determinados por la latitud, la altitud y, en algunos casos, la intervención humana. Los países en el margen de esta zona normalmente se benefician con una serie de factores que hacen posible la eliminación completa de la malaria, entre ellos una menor transmisión de la enfermedad, sistemas sanitarios más sólidos y una relativa riqueza nacional. Más importante, estos países no están rodeados por la malaria.
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A medida que eliminen exitosamente la malaria, ofrecerán una nueva zona libre de malaria que permitirá a sus vecinos, que han venido implementando medidas agresivas de control en el ínterin, embarcarse en sus propias campañas de erradicación. De esta manera, la malaria literalmente se retrotraerá de sus fronteras actuales.
Esta estrategia ha comenzado a surgir orgánicamente, sin una instigación por parte de la comunidad global. En el Pacífico, Vanuatu y las Islas Salomón, en el margen extremo del sudeste de la zona endémica de malaria, se embarcaron en una campaña de erradicación con respaldo del gobierno australiano.
En todo el mundo, la Comunidad de Desarrollo del Sur de Africa se fijó el objetivo de eliminar la malaria de sus cuatro miembros más al sur -Botswana, Namibia, Sudáfrica y Swazilandia- para 2015. Para lograrlo, están en discusiones activas con sus vecinos del norte, a la vez que se están desarrollando innovadoras colaboraciones interfronterizas, en base al modelo de la sociedad altamente exitosa entre Mozambique, Sudáfrica y Swazilandia. Otros márgenes de la malaria donde se están llevando a cabo esfuerzos de erradicación son China, las Filipinas y América central.
Más de un millón de personas mueren cada año como consecuencia de la malaria, la mayoría de ellas niños. No obstante, la malaria es una enfermedad prevenible y tratable. La tarea de eliminar la malaria, país por país, y llegado el caso alcanzar la erradicación global, está en marcha. Esta vez, no debemos descansar hasta que se lleve a cabo por completo.
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South Korea's latest political crisis is further evidence that the 1987 constitution has outlived its usefulness. To facilitate better governance and bolster policy stability, the country must establish a new political framework that includes stronger checks on the president and fosters genuine power-sharing.
argues that breaking the cycle of political crises will require some fundamental reforms.
Among the major issues that will dominate attention in the next 12 months are the future of multilateralism, the ongoing wars in Ukraine and the Middle East, and the threats to global stability posed by geopolitical rivalries and Donald Trump’s second presidency. Advances in artificial intelligence, if regulated effectively, offer a glimmer of hope.
asked PS contributors to identify the national and global trends to look out for in the coming year.
SAN FRANCISCO – El pasado otoño (boreal), Bill y Melinda Gates estremecieron a la comunidad sanitaria global cuando anunciaron el objetivo audaz de erradicar la malaria humana de la faz del planeta. Menos que eso, insistieron, no sería suficiente.
De inmediato estalló un debate acalorado, en el que algunos profesionales experimentados cuestionaron la posibilidad de semejante objetivo. Estos escépticos apuntaron al primer Programa de Erradicación Global, un esfuerzo ambicioso que se realizó en los años 1950 para erradicar la malaria de muchas zonas del mundo (Africa quedó excluida). A pesar del progreso inicial, los programas de erradicación sucumbieron cuando donantes, gobiernos y poblaciones se cansaron y viraron su atención a otras áreas, permitiendo que la malaria resurgiera a niveles devastadores.
Nadie está sugiriendo un retorno a las fallidas estrategias del primer programa de erradicación. La Fundación Gates comenzó, con criterio, a facilitar consultas con científicos prominentes sobre cómo acelerar el desarrollo de nuevas herramientas potentes, y ya está financiando el desarrollo de una vacuna, así como de nuevos medicamentos y diagnósticos. Al mismo tiempo, la Roll Back Malaria Partnership recientemente lanzó un Plan de Negocios Global a largo plazo para unificar las acciones de la comunidad afectada por la malaria y alentar una inversión adicional. Todos coinciden en que la erradicación está a décadas de distancia.
Sin embargo, si bien la erradicación total está más allá del horizonte, y se necesitan nuevas herramientas para llegar allí, es mucho lo que se puede lograr en el corto plazo con nuestro arsenal actual. El reciente éxito en países como Etiopía y Rwanda a la hora de expandir el acceso a redes de cama impregnadas de repelente para mosquitos y bajar los índices de malaria está generando confianza en que la enfermedad se puede reducir drásticamente en todo el mundo y, en algunas zonas, eliminar por completo.
Para materializar esta oportunidad, debe desarrollarse y ejecutarse rápidamente una estrategia sólida. En un artículo reciente de la publicación científica británica The Lancet , Oliver Sabot y yo propusimos una estrategia de este tipo. El enfoque es simple: un esfuerzo redoblado para reducir las infecciones y las muertes rápidamente en el "corazón" de la malaria (es decir, Africa ecuatorial y un puñado de otras zonas en todo el mundo) debería estar acompañado por una campaña para retrotraer la enfermedad de sus márgenes actuales.
La malaria tiene límites naturales, determinados por la latitud, la altitud y, en algunos casos, la intervención humana. Los países en el margen de esta zona normalmente se benefician con una serie de factores que hacen posible la eliminación completa de la malaria, entre ellos una menor transmisión de la enfermedad, sistemas sanitarios más sólidos y una relativa riqueza nacional. Más importante, estos países no están rodeados por la malaria.
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Esta estrategia ha comenzado a surgir orgánicamente, sin una instigación por parte de la comunidad global. En el Pacífico, Vanuatu y las Islas Salomón, en el margen extremo del sudeste de la zona endémica de malaria, se embarcaron en una campaña de erradicación con respaldo del gobierno australiano.
En todo el mundo, la Comunidad de Desarrollo del Sur de Africa se fijó el objetivo de eliminar la malaria de sus cuatro miembros más al sur -Botswana, Namibia, Sudáfrica y Swazilandia- para 2015. Para lograrlo, están en discusiones activas con sus vecinos del norte, a la vez que se están desarrollando innovadoras colaboraciones interfronterizas, en base al modelo de la sociedad altamente exitosa entre Mozambique, Sudáfrica y Swazilandia. Otros márgenes de la malaria donde se están llevando a cabo esfuerzos de erradicación son China, las Filipinas y América central.
Más de un millón de personas mueren cada año como consecuencia de la malaria, la mayoría de ellas niños. No obstante, la malaria es una enfermedad prevenible y tratable. La tarea de eliminar la malaria, país por país, y llegado el caso alcanzar la erradicación global, está en marcha. Esta vez, no debemos descansar hasta que se lleve a cabo por completo.