PARÍS – La oleada de protestas populares que sacudió América Latina a fines de 2019 fue un punto de inflexión no sólo en la política de los países involucrados, sino también en lo referido a la comprensión del desarrollo a largo plazo de la región. La COVID‑19 ya está afectando los niveles de vida y provocando en las percepciones y expectativas de la población transformaciones que todavía no son fáciles de comprender en su plenitud, menos aún de abordar. Una respuesta colectiva que permita resolver el creciente descontento demanda de las autoridades una reconsideración de los contratos sociales nacionales y la reapertura de amplios procesos de diálogo.
PARÍS – La oleada de protestas populares que sacudió América Latina a fines de 2019 fue un punto de inflexión no sólo en la política de los países involucrados, sino también en lo referido a la comprensión del desarrollo a largo plazo de la región. La COVID‑19 ya está afectando los niveles de vida y provocando en las percepciones y expectativas de la población transformaciones que todavía no son fáciles de comprender en su plenitud, menos aún de abordar. Una respuesta colectiva que permita resolver el creciente descontento demanda de las autoridades una reconsideración de los contratos sociales nacionales y la reapertura de amplios procesos de diálogo.