AMMÁN – La Declaración Islámica sobre Cambio Climático, firmada en agosto por estudiosos islámicos de todo el mundo, pide a los países eliminar progresivamente las emisiones de gases de efecto invernadero y adoptar fuentes de energía 100% renovables. Con 1600 millones de musulmanes en todo el mundo, esta declaración colectiva envía una fuerte señal antes de la Cumbre de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas de este mes y la Conferencia de Cambio Climático de la ONU que tendrá lugar en diciembre en París.
La declaración, emitida durante un simposio de dos días sobre Islam y cambio climático, celebrado en Estambul, explica por qué los musulmanes deben ser activistas responsables en pro del bienestar del planeta y plantea una serie de demandas a los líderes mundiales y la comunidad empresarial.
En primer lugar, la declaración pide a los encargados de redactar el acuerdo climático integral que se adoptará en París llegar a “un resultado equitativo y vinculante”, fijar metas claras y establecer formas de vigilar su cumplimiento. Además, los países prósperos y los estados productores de petróleo deberían eliminar progresivamente las emisiones de dióxido de carbono de aquí a mediados de siglo; alejarse de un “aprovechamiento del medio ambiente reñido con la ética”; e invertir en una economía verde.
En segundo lugar, la declaración pide a los pueblos y los líderes de todos los países comprometerse con el uso de fuentes de energía 100% renovables y con una estrategia de emisión cero lo antes posible, y reconocer que el crecimiento económico ilimitado no es una opción viable. Además, se debe dar alta prioridad a la adaptación al cambio climático, especialmente para los grupos más vulnerables. En particular, se pide al sector empresarial ser más activos en la reducción de su huella de carbono, comprometerse con el uso de fuentes de energía 100% renovables y la eliminación de emisiones, hacer un cambio hacia la inversión en energía renovable, adoptar modelos de negocios más sostenibles y colaborar con la desinversión en combustibles fósiles.
Por último, la declaración hace un llamado a “todos los musulmanes allí donde estén”, que fundamenta con citas del Sagrado Corán, y señala que el cuidado de la creación es un elemento fundamental del mensaje islámico, y que hoy los seres humanos somos responsables de estar malgastando los dones otorgados por Alá.
La aleya24:45 del Corán nos cuenta cómo Alá creó todos los seres vivos a partir del agua, y la doctrina recogida en el hadiz nos enseña que somos “custodios de la Tierra”:
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“La Tierra es verde y bella, y Alá os la ha dado en custodia. La Tierra entera fue creada como lugar de adoración, pura y limpia. Quienquiera que planta un árbol y diligentemente lo cuida hasta que madura y da frutos es recompensado. Si un musulmán planta un árbol o siembra un campo, y los hombres, las bestias y las aves comen de él, todo eso es amor de su parte.”
Este mensaje es eco y reafirmación de ejemplos que se encuentran en las doctrinas de muchas religiones, que nos piden ser más bondadosos y sabios en el uso que hacemos de nuestro planeta y proteger a todas las criaturas. Como enseña el monje budista Za Choeje Rinpoche (en su sexta reencarnación):
“Al dañar cualquier parte del sistema del mundo uno se daña a sí mismo. La vida en este planeta debe pensarse como sistemas y no como elementos separados. Hay que comprender que el medio ambiente no pertenece a un único país, para explotarlo y luego desentenderse de él.”
La Declaración Islámica sobre Cambio Climático, como la reciente encíclica Laudato Si' del Papa Francisco, es un llamado a todos los seres humanos, cualquiera sea su fe, a trabajar juntos para proteger el planeta del que dependemos. Espero que de hecho estos documentos impulsen cambios de políticas que permitan una mayor reducción de las emisiones de CO2.
Estas declaraciones inspiradas por la fe son a la vez históricas y oportunas, ahora que los países del mundo buscan implementar acuerdos globales en áreas que van desde el cambio climático hasta los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el establecimiento de reservas marinas en altamar. De hecho, es importante recordar que la superficie de la Tierra es en su mayor parte océano, agente fundamental de absorción de carbono y regulación del clima. Los océanos absorben cada año alrededor del 25% de todas las emisiones de CO2 antrópicas, y hoy los seres humanos estamos abusando de esa capacidad.
El carbono disuelto en el océano alteró sus cualidades químicas, al elevar su acidez un 30% desde el inicio de la Revolución Industrial. La salud del océano depende hoy en gran medida de reducir las emisiones de CO2 en las próximas décadas, antes de que se produzca una acidificación descontrolada de los océanos y el nivel de los mares cambie radicalmente.
Como integrante del grupo Ocean Elders, me alegró el énfasis con que en Laudato Si' Francisco señala la necesidad de implementar mecanismos estrictos de regulación y control de las aguas internacionales, un auténtico avance en este tema, ya que son los últimos grandes recursos comunales de la Tierra, de cuya superficie representan cerca del 50%, y enfrentan varias amenazas que exigen una acción solidaria y mancomunada.
Este mismo mes de junio, los estados miembros de la ONU aprobaron unánimemente una resolución de la Asamblea General que llama a negociar un nuevo acuerdo internacional para la protección de las especies de altamar. Restaurar y regenerar su abundancia y diversidad en uno de los sistemas fundamentales para el sostén de la vida en nuestro planeta es esencial para mejorar la resistencia de la Tierra al cambio climático.
Muchos han señalado que somos la primera generación que tiene pruebas concluyentes del enorme daño que la humanidad está provocando a los ecosistemas naturales, y probablemente la última que realmente puede hacer algo al respecto. Es un momento crucial para el multilateralismo, el diálogo interreligioso y, lo que quizá sea más importante, el compromiso activo.
Somos todos seres humanos que vivimos en y de la Tierra; somos todos receptores del legado de cuidar el planeta. Podemos y debemos hacerlo, forjando juntos acuerdos audaces para la defensa del clima y la protección de los océanos, cualesquiera sean nuestras creencias, circunstancias o condición. La ciencia nos dice que debemos actuar; nuestra fe, nuestra humanidad, nos exigen hacerlo.
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At the end of a year of domestic and international upheaval, Project Syndicate commentators share their favorite books from the past 12 months. Covering a wide array of genres and disciplines, this year’s picks provide fresh perspectives on the defining challenges of our time and how to confront them.
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AMMÁN – La Declaración Islámica sobre Cambio Climático, firmada en agosto por estudiosos islámicos de todo el mundo, pide a los países eliminar progresivamente las emisiones de gases de efecto invernadero y adoptar fuentes de energía 100% renovables. Con 1600 millones de musulmanes en todo el mundo, esta declaración colectiva envía una fuerte señal antes de la Cumbre de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas de este mes y la Conferencia de Cambio Climático de la ONU que tendrá lugar en diciembre en París.
La declaración, emitida durante un simposio de dos días sobre Islam y cambio climático, celebrado en Estambul, explica por qué los musulmanes deben ser activistas responsables en pro del bienestar del planeta y plantea una serie de demandas a los líderes mundiales y la comunidad empresarial.
En primer lugar, la declaración pide a los encargados de redactar el acuerdo climático integral que se adoptará en París llegar a “un resultado equitativo y vinculante”, fijar metas claras y establecer formas de vigilar su cumplimiento. Además, los países prósperos y los estados productores de petróleo deberían eliminar progresivamente las emisiones de dióxido de carbono de aquí a mediados de siglo; alejarse de un “aprovechamiento del medio ambiente reñido con la ética”; e invertir en una economía verde.
En segundo lugar, la declaración pide a los pueblos y los líderes de todos los países comprometerse con el uso de fuentes de energía 100% renovables y con una estrategia de emisión cero lo antes posible, y reconocer que el crecimiento económico ilimitado no es una opción viable. Además, se debe dar alta prioridad a la adaptación al cambio climático, especialmente para los grupos más vulnerables. En particular, se pide al sector empresarial ser más activos en la reducción de su huella de carbono, comprometerse con el uso de fuentes de energía 100% renovables y la eliminación de emisiones, hacer un cambio hacia la inversión en energía renovable, adoptar modelos de negocios más sostenibles y colaborar con la desinversión en combustibles fósiles.
Por último, la declaración hace un llamado a “todos los musulmanes allí donde estén”, que fundamenta con citas del Sagrado Corán, y señala que el cuidado de la creación es un elemento fundamental del mensaje islámico, y que hoy los seres humanos somos responsables de estar malgastando los dones otorgados por Alá.
La aleya24:45 del Corán nos cuenta cómo Alá creó todos los seres vivos a partir del agua, y la doctrina recogida en el hadiz nos enseña que somos “custodios de la Tierra”:
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“La Tierra es verde y bella, y Alá os la ha dado en custodia. La Tierra entera fue creada como lugar de adoración, pura y limpia. Quienquiera que planta un árbol y diligentemente lo cuida hasta que madura y da frutos es recompensado. Si un musulmán planta un árbol o siembra un campo, y los hombres, las bestias y las aves comen de él, todo eso es amor de su parte.”
Este mensaje es eco y reafirmación de ejemplos que se encuentran en las doctrinas de muchas religiones, que nos piden ser más bondadosos y sabios en el uso que hacemos de nuestro planeta y proteger a todas las criaturas. Como enseña el monje budista Za Choeje Rinpoche (en su sexta reencarnación):
“Al dañar cualquier parte del sistema del mundo uno se daña a sí mismo. La vida en este planeta debe pensarse como sistemas y no como elementos separados. Hay que comprender que el medio ambiente no pertenece a un único país, para explotarlo y luego desentenderse de él.”
La Declaración Islámica sobre Cambio Climático, como la reciente encíclica Laudato Si' del Papa Francisco, es un llamado a todos los seres humanos, cualquiera sea su fe, a trabajar juntos para proteger el planeta del que dependemos. Espero que de hecho estos documentos impulsen cambios de políticas que permitan una mayor reducción de las emisiones de CO2.
Estas declaraciones inspiradas por la fe son a la vez históricas y oportunas, ahora que los países del mundo buscan implementar acuerdos globales en áreas que van desde el cambio climático hasta los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el establecimiento de reservas marinas en altamar. De hecho, es importante recordar que la superficie de la Tierra es en su mayor parte océano, agente fundamental de absorción de carbono y regulación del clima. Los océanos absorben cada año alrededor del 25% de todas las emisiones de CO2 antrópicas, y hoy los seres humanos estamos abusando de esa capacidad.
El carbono disuelto en el océano alteró sus cualidades químicas, al elevar su acidez un 30% desde el inicio de la Revolución Industrial. La salud del océano depende hoy en gran medida de reducir las emisiones de CO2 en las próximas décadas, antes de que se produzca una acidificación descontrolada de los océanos y el nivel de los mares cambie radicalmente.
Como integrante del grupo Ocean Elders, me alegró el énfasis con que en Laudato Si' Francisco señala la necesidad de implementar mecanismos estrictos de regulación y control de las aguas internacionales, un auténtico avance en este tema, ya que son los últimos grandes recursos comunales de la Tierra, de cuya superficie representan cerca del 50%, y enfrentan varias amenazas que exigen una acción solidaria y mancomunada.
Este mismo mes de junio, los estados miembros de la ONU aprobaron unánimemente una resolución de la Asamblea General que llama a negociar un nuevo acuerdo internacional para la protección de las especies de altamar. Restaurar y regenerar su abundancia y diversidad en uno de los sistemas fundamentales para el sostén de la vida en nuestro planeta es esencial para mejorar la resistencia de la Tierra al cambio climático.
Muchos han señalado que somos la primera generación que tiene pruebas concluyentes del enorme daño que la humanidad está provocando a los ecosistemas naturales, y probablemente la última que realmente puede hacer algo al respecto. Es un momento crucial para el multilateralismo, el diálogo interreligioso y, lo que quizá sea más importante, el compromiso activo.
Somos todos seres humanos que vivimos en y de la Tierra; somos todos receptores del legado de cuidar el planeta. Podemos y debemos hacerlo, forjando juntos acuerdos audaces para la defensa del clima y la protección de los océanos, cualesquiera sean nuestras creencias, circunstancias o condición. La ciencia nos dice que debemos actuar; nuestra fe, nuestra humanidad, nos exigen hacerlo.
Traducción: Esteban Flamini