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¿El estímulo fiscal es inútil?

El economista de Harvard Robert Barro, en un artículo en The Wall Street Journal , recientemente hizo un razonamiento inteligente contra el estímulo fiscal de Estados Unidos. Después de batallar con las sandeces pronunciadas por escritorzuelos republicanos faltos de ética y escritorzuelos académicos faltos de conocimientos que sostienen, de una u otra manera, que los principios básicos de la economía hacen imposible que las decisiones de gasto del gobierno alteren el flujo de la actividad económica, leer a Barro llega como una gran bocanada de alivio.

Sin embargo, pienso que Barro confunde cómo se aplica su propia evidencia a nuestra situación actual. Barro escribe que "él estima un multiplicador del gasto de aproximadamente 0,4 en el lapso del mismo año y de alrededor de 0,6 en dos años…

El multiplicador (de los impuestos) es de aproximadamente menos 1.1… (Por ende,) el PBI aumentaría así 120.000 millones de dólares en 2009 y 180.000 millones de dólares en 2010…", y 60.000 millones de dólares en 2011.

Eso significa que aproximadamente 1,3 millón más de personas tendrá empleo en Estados Unidos en 2009, 1,9 millón más en 2010 y 0,7 millón de personas conseguirán empleo en 2011. Supongamos que aquello en lo que el gobierno gastó dinero nos reditúa, en promedio, las dos terceras partes de lo que nos reditúa el gasto del sector privado. En ese caso, habremos gastado 600.000 millones de dólares y recibido un beneficio de 810.000 millones a cambio, por una ganancia social neta de 210.000 millones de dólares (y no se puede decir que quienes, de otra manera, estarían cíclicamente desempleados le otorguen un valor alto al ocio que perdieron).


Sólo si uno piensa que existen grandes costos adicionales que se vislumbran en el camino -que el estímulo ha desestabilizado las expectativas de precios y puesto en marcha una espiral destructiva de deflación, o que el estímulo ha agotado la capacidad de deuda de Estados Unidos, impulsando los costos de pago de deuda a un nivel prohibitivo- la ganancia social puede volverse negativa. No ha sucedido ninguna de las dos cosas. Las tasas nominal y real a largo plazo del Tesoro siguen estando en un nivel absurdamente bajo, tanto que me froto los ojos cada vez que las veo. Y el pronóstico de inflación del mercado -el diferencial entre los Títulos del Tesoro Protegidos de la Inflación y los Títulos del Tesoro normales- sigue estando extremadamente controlado.  

De manera que no llego a entender el último párrafo de Barro: "El paquete de estímulo fiscal de 2009 fue un error. Se deduce que un paquete de estímulo adicional en 2010 sería otro error…"

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Es como si no hubiera sacado sus propias cuentas.

El problema, en mi opinión, es que Barro intenta usar los años de guerra "total" en el siglo XX -la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Corea- para "evaluar de una manera realista el estímulo", porque "el multiplicador del gasto de defensa se puede estimar con precisión…"

Ahora bien, eso es como buscar las llaves que se nos perdieron debajo del poste de luz porque ahí hay más luz. Sí, el multiplicador del gasto de defensa en la guerra total se puede estimar con relativa precisión. Pero no estamos interesados en cómo es el multiplicador cuando la tasa de desempleo es del 3% y el gobierno está intentando reducir el consumo y fomentar el ahorro privado mediante el racionamiento y ventas de bonos basadas en el patriotismo. Nos interesa saber cómo es el multiplicador en circunstancias normales, y cuando la tasa de desempleo es del 10%.

Pienso que Bob Hall tiene una mejor lectura de lo que está pasando: "Admitiendo que hubo otros factores que retrasaron el crecimiento del PBI durante esas guerras, el multiplicador que vincula las compras del gobierno con el PBI puede estar en el rango de 0,7 a 1,0… pero no se descartan valores más altos… Los multiplicadores son más elevados -quizás alrededor de 1,7- cuando la tasa de interés nominal se encuentra lo más cercana a cero, como sucedió durante 2009…" (y hoy).

Existen otros problemas con el análisis de Barro. Él caracteriza el proyecto de ley del estímulo como un incremento de 600.000 millones de dólares durante dos años de las compras del gobierno. Pero aproximadamente la mitad del dinero del estímulo gastado hasta la fecha tuvo que ver con el impuesto y transferencia, y aproximadamente una cuarta parte es ayuda directa a los estados, lo que les permite no aumentar los impuestos. Barro debería estar usando una media ponderada de su multiplicador del gasto de 0,6 y de su multiplicador de impuestos de 1.1 para obtener un multiplicador de 0.9.

En ese caso, nuestra ganancia social no es de 210.000 millones de dólares sino más bien de 390.000 millones de dólares, y por cierto deberíamos volver a hacerlo. En realidad, lo deberíamos hacer repetidas veces, hasta que haya señales de que un estímulo adicional puede empezar a amenazar la estabilidad de precios o de gestión de la deuda, o hasta que el desempleo caiga lo suficiente como para que los multiplicadores de Barro se vuelvan sobrevaloraciones.

Es más, Barro se queja de que porque Christina Romer, que encabeza el Consejo de Asesores Económicos del presidente Barack Obama, "no ha realizado una investigación científica seria… sobre los multiplicadores del gasto…", él "no puede entender su lógica para suponer valores muy por encima de uno…" Decir que los estrategas políticos deben basarse únicamente en su propia investigación personal para formular sus políticas me parece sencillamente bizarro.

Para terminar, Barro supone que un mayor gasto en 2009-2010 tendrá que ser compensado más tarde por impuestos más altos, con el argumento de que "el momento en que se apliquen los futuros impuestos no importa". Pero importa y mucho. En este momento, el Tesoro de Estados Unidos puede pedir prestado a una tasa de interés real de cero durante cinco años -y trasladar la totalidad del riesgo de inflación durante cinco años al prestador-. La elección del momento significa que sumar 600.000 millones de dólares a la deuda hoy, algo que Barro considera el costo del estímulo, no es tan gravoso como sería pedir que pagaran 600.000 millones de dólares hoy.

Y cuando se cobren los impuestos para retirar la deuda adicional inducida por el estímulo, se cobrarán en un momento en el que las tasas de interés nominales no estarán estancadas en cero. La Reserva Federal así podrá aliviar la política monetaria para compensar el retraso fiscal. De modo que Barro está simplemente equivocado cuando sostiene que si bien el estímulo fomenta el empleo hoy, amortizar el estímulo inevitablemente debe reducir el empleo en algún momento en el futuro.

https://prosyn.org/AIdWoCYes