A partir de la caída de Saddam Hussein han surgido historias de terror de todo tipo en Iraq. Pero no sólo la gente fue víctima de abusos terribles; también el medio ambiente iraquí sufrió malos tratos.
A principios de los años setenta, ocurrió una gran catástrofe de intoxicación por mercurio metílico en la que se calcula que murieron 10,000 personas y 100,000 más sufrieron daños cerebrales severos y permanentes. El régimen de Saddam Hussein logró ocultar en gran medida la información sobre el caso.
El problema comenzó a finales de los sesenta y principios de los setenta, cuando Iraq tuvo una serie de cosechas fatales. Dado que la "revolución verde" estaba empezando, Iraq importó "trigo maravilla" de México. El problema era que la semilla podía enmohecerse durante la larga y húmeda travesía por el océano hasta Iraq si no se le trataba con algún fungicida. El mercurio metílico resultó ser el fungicida más económico, ya que acababa de ser prohibido en Escandinavia y varios estados de los EU debido a los riesgos ambientales y toxicológicos, de manera que el mercado internacional estaba inundado y los precios cayeron.
Así, las semillas de trigo fueron tratadas con mercurio metílico y enviadas a Basra, en el sur de Iraq. Dado que el cargamento llegó tarde, los camiones y trenes que habían estado disponibles ya se habían utilizado en otras tareas. Así, pasaron otros dos meses antes de que el grano llegara a los campesinos. Para entonces la temporada de siembra ya había pasado, y los campesinos se quedaron con granos rosados que se les indicó que no debían comer, sino sólo sembrar. Pero las cosechas recientes habían sido muy malas y los campesinos tenían muy poco o nada para alimentarse ellos mismos y a sus animales.
Como los campesinos de todo el mundo, los iraquíes desconfían de su gobierno. Algunos comenzaron a darle el grano a pollos u ovejas para ver si había algún efecto dañino. Nada sucedió durante algunas semanas. Entonces les dieron el grano a los abuelos y abuelas, que tampoco cayeron fulminados al instante. Aparentemente, en ese momento la mayoría de los campesinos empezaron a darle el grano a su ganado y a comerlo ellos mismos. A los niños supuestamente les gustaba el pan rosado.
Sin embargo, al cabo de aproximadamente medio año, empezaron a suceder cosas malas. Los hospitales se vieron inundados de pacientes que presentaban síntomas de daños al sistema nervioso central. En un principio, los médicos no tenían idea de la causa. Algunos sospechaban que se trataba de una epidemia de "fiebre cerebral" de algún tipo. Otros, con mayor precisión, sugirieron el mercurio metílico.
Se llamó a un pequeño grupo de expertos internacionales en mercurio. Yo asistí como miembro del personal de la Organización Mundial de la Salud. Confirmamos que se trataba de intoxicación con mercurio metílico a través de los alimentos.
Pero, ¿qué alimentos se habían contaminado? El pan podía estarlo y a veces ese era el caso. Como se alimentó a los pollos, ovejas y vacas con el grano, la carne, la leche, el queso y la mantequilla se contaminaron. Para evitar problemas, yo sólo comí dátiles y carne enlatada en 1941 y 1942 para el ejército de los EU.
Cuandos se identificó al grano importado como la causa del envenenamiento, el gobierno iraquí actuó con firmeza. Ordenó a los campesinos que entregaran lo que les quedaba del grano en un plazo de dos semanas. Para subrayar la urgencia del caso, se decretó pena de muerte para quien conservara grano rosado después de esa fecha.
Pero la mayoría de los campesinos no tenían acceso a radios, televisores o diarios. Para cuando se enteraron de la orden y el castigo, las dos semanas ya habían transcurrido y el ejército había empezado a ejecutar a quienes todavía tenían grano. Así, los campesinos se deshicieron de la semilla donde pudieron: a orillas de los caminos, en canales de irrigación y en los ríos.
En poco tiempo, el pescado se contaminó, al igual que las aves migratorias. El padre de una familia con varios miembros intoxicados y ya sin ningún alimento tradicional daba gracias a Alá en el umbral de su puerta por haber hecho que esas aves migratorias fueran tan fáciles de cazar cuando no tenían nada más que comer.
En los hospitales de todo el país, los doctores concluyeron que no había nada que pudieran hacer. No hay un tratamiento real para la intoxicación con mercurio metílico. En las zonas rurales de Iraq, la tradición es que las personas mueran de preferencia en sus hogares, con sus familias. Así, cuando escucharon que los médicos no podían ayudarles, se llevaron a los enfermos a sus casas. En consecuencia, las cifras oficiales que hablan de 6,500 personas muertas por intoxicación con mercurio metílico se refieren sólo a los que murieron en hospitales. La cifra real es ciertamente mucho mayor.
La crisis les dio a los médicos cierta idea de cómo detectar las intoxicaciones con mercurio metílico. Por ejemplo el "síndrome del bebé tranquilo", en el que las madres se alegran de que sus bebés nunca lloran, se considera ahora como una señal de alerta de daño cerebral en niños producido por el mercurio metílico. Los tratamientos también han cambiado a raíz de la intoxicación masiva. Se descubrió que los agentes utilizados tradicionalmente para acelerar la eliminación de metales inorgánicos en pacientes intoxicados empeoraban los síntomas en el caso del mercurio metílico, en lugar de aliviarlos.
Mediante tretas y amenazas, la dictadura depuesta de Iraq logró en buena medida mantener oculta esta tragedia. Ahora se puede decir la verdad. Pero el que se pueda y se vaya a hacer algo para ayudar tardíamente a las víctimas es una pregunta que sigue en el aire.
A partir de la caída de Saddam Hussein han surgido historias de terror de todo tipo en Iraq. Pero no sólo la gente fue víctima de abusos terribles; también el medio ambiente iraquí sufrió malos tratos.
A principios de los años setenta, ocurrió una gran catástrofe de intoxicación por mercurio metílico en la que se calcula que murieron 10,000 personas y 100,000 más sufrieron daños cerebrales severos y permanentes. El régimen de Saddam Hussein logró ocultar en gran medida la información sobre el caso.
El problema comenzó a finales de los sesenta y principios de los setenta, cuando Iraq tuvo una serie de cosechas fatales. Dado que la "revolución verde" estaba empezando, Iraq importó "trigo maravilla" de México. El problema era que la semilla podía enmohecerse durante la larga y húmeda travesía por el océano hasta Iraq si no se le trataba con algún fungicida. El mercurio metílico resultó ser el fungicida más económico, ya que acababa de ser prohibido en Escandinavia y varios estados de los EU debido a los riesgos ambientales y toxicológicos, de manera que el mercado internacional estaba inundado y los precios cayeron.
Así, las semillas de trigo fueron tratadas con mercurio metílico y enviadas a Basra, en el sur de Iraq. Dado que el cargamento llegó tarde, los camiones y trenes que habían estado disponibles ya se habían utilizado en otras tareas. Así, pasaron otros dos meses antes de que el grano llegara a los campesinos. Para entonces la temporada de siembra ya había pasado, y los campesinos se quedaron con granos rosados que se les indicó que no debían comer, sino sólo sembrar. Pero las cosechas recientes habían sido muy malas y los campesinos tenían muy poco o nada para alimentarse ellos mismos y a sus animales.
Como los campesinos de todo el mundo, los iraquíes desconfían de su gobierno. Algunos comenzaron a darle el grano a pollos u ovejas para ver si había algún efecto dañino. Nada sucedió durante algunas semanas. Entonces les dieron el grano a los abuelos y abuelas, que tampoco cayeron fulminados al instante. Aparentemente, en ese momento la mayoría de los campesinos empezaron a darle el grano a su ganado y a comerlo ellos mismos. A los niños supuestamente les gustaba el pan rosado.
Sin embargo, al cabo de aproximadamente medio año, empezaron a suceder cosas malas. Los hospitales se vieron inundados de pacientes que presentaban síntomas de daños al sistema nervioso central. En un principio, los médicos no tenían idea de la causa. Algunos sospechaban que se trataba de una epidemia de "fiebre cerebral" de algún tipo. Otros, con mayor precisión, sugirieron el mercurio metílico.
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Se llamó a un pequeño grupo de expertos internacionales en mercurio. Yo asistí como miembro del personal de la Organización Mundial de la Salud. Confirmamos que se trataba de intoxicación con mercurio metílico a través de los alimentos.
Pero, ¿qué alimentos se habían contaminado? El pan podía estarlo y a veces ese era el caso. Como se alimentó a los pollos, ovejas y vacas con el grano, la carne, la leche, el queso y la mantequilla se contaminaron. Para evitar problemas, yo sólo comí dátiles y carne enlatada en 1941 y 1942 para el ejército de los EU.
Cuandos se identificó al grano importado como la causa del envenenamiento, el gobierno iraquí actuó con firmeza. Ordenó a los campesinos que entregaran lo que les quedaba del grano en un plazo de dos semanas. Para subrayar la urgencia del caso, se decretó pena de muerte para quien conservara grano rosado después de esa fecha.
Pero la mayoría de los campesinos no tenían acceso a radios, televisores o diarios. Para cuando se enteraron de la orden y el castigo, las dos semanas ya habían transcurrido y el ejército había empezado a ejecutar a quienes todavía tenían grano. Así, los campesinos se deshicieron de la semilla donde pudieron: a orillas de los caminos, en canales de irrigación y en los ríos.
En poco tiempo, el pescado se contaminó, al igual que las aves migratorias. El padre de una familia con varios miembros intoxicados y ya sin ningún alimento tradicional daba gracias a Alá en el umbral de su puerta por haber hecho que esas aves migratorias fueran tan fáciles de cazar cuando no tenían nada más que comer.
En los hospitales de todo el país, los doctores concluyeron que no había nada que pudieran hacer. No hay un tratamiento real para la intoxicación con mercurio metílico. En las zonas rurales de Iraq, la tradición es que las personas mueran de preferencia en sus hogares, con sus familias. Así, cuando escucharon que los médicos no podían ayudarles, se llevaron a los enfermos a sus casas. En consecuencia, las cifras oficiales que hablan de 6,500 personas muertas por intoxicación con mercurio metílico se refieren sólo a los que murieron en hospitales. La cifra real es ciertamente mucho mayor.
La crisis les dio a los médicos cierta idea de cómo detectar las intoxicaciones con mercurio metílico. Por ejemplo el "síndrome del bebé tranquilo", en el que las madres se alegran de que sus bebés nunca lloran, se considera ahora como una señal de alerta de daño cerebral en niños producido por el mercurio metílico. Los tratamientos también han cambiado a raíz de la intoxicación masiva. Se descubrió que los agentes utilizados tradicionalmente para acelerar la eliminación de metales inorgánicos en pacientes intoxicados empeoraban los síntomas en el caso del mercurio metílico, en lugar de aliviarlos.
Mediante tretas y amenazas, la dictadura depuesta de Iraq logró en buena medida mantener oculta esta tragedia. Ahora se puede decir la verdad. Pero el que se pueda y se vaya a hacer algo para ayudar tardíamente a las víctimas es una pregunta que sigue en el aire.