CAMBRIDGE – El 8 de noviembre, a las 8:15 de la noche, el gobierno del Primer Ministro de la India, Narendra Modi, anunció que, al llegar la medianoche de ese día, todos los billetes en circulación de 500 y 1.000 rupias ya no serían considerados como moneda de curso legal, y que iba a ser necesario cambiarlos por los nuevos billetes de 500 y 1.000 rupias. La intervención de “desmonetización” de Modi afectó el 85% del dinero en circulación en la India. Fue una medida sin precedentes, ya sea en la India o casi en cualquier otro lugar del mundo, y es, de lejos, la intervención de política más audaz realizada por Modi, hasta la fecha.
El gobierno de Modi está apuntando al “dinero negro” asociado con la evasión de impuestos, la corrupción y la falsificación; y, por lo tanto, apunta a los narcotraficantes, contrabandistas y terroristas que participan en esas actividades. Las clases asalariadas de la India que pagan impuestos, e incluso los pobres, inicialmente acogieron con entusiasmo esta política, viéndola como una dulce venganza contra los evasores de impuestos que habían guardado sus ganancias mal habidas; se regocijaron al escuchar anécdotas sobre funcionarios corruptos que quemaban bolsas de dinero en efectivo o que arrojaban dinero a los ríos de la India.
Sin embargo, con cada día que pasa, esa alegría inicial disminuye. La frustración pública está aumentando, porque el gobierno no ha logrado satisfacer la demanda de nuevos billetes impresos. El comercio en la India – donde la relación entre efectivo y PIB es de 10% – depende en gran medida de las transacciones en efectivo y las operaciones de la economía informal y de las pequeñas empresas se han detenido debido a las largas colas y a los severos límites de retiro de efectivo de los bancos, así como a la escasez de cajeros automáticos.
El impacto a corto plazo será el equivalente a una intervención política “anti-estímulo”, y el consecuente arrastre en la demanda será significativo. Además de ello, a medida que los precios de los bienes raíces disminuyan, también lo hará la riqueza de los hogares. Si bien los precios más bajos de las viviendas harán que las nuevas viviendas sean más asequibles, el stock de viviendas ocupadas excederá, por mucho, las nuevas compras en el corto plazo, por lo que el efecto riqueza negativo abrumará a las ganancias.
Teniendo en cuenta estos grandes costos iniciales, es razonable preguntar cuán efectiva es la desmonetización en la lucha contra la evasión de impuestos y la corrupción, y si existe un abordaje a la desmonetización que sea menos costoso.
En el año 1976, en un artículo titulado “Cómo hacer que la mafia sea miserable” el economista estadounidense James S. Henry abordó la pregunta sobre la eficacia, recetando la desmonetización como una medida para minar las operaciones de la mafia. Pero las autoridades formuladoras de políticas no tomaron en serio su propuesta. La propuesta de Henry fue, en sus propias palabras, “rechazada como administrativamente poco práctica o como una acción que se toma una sola vez y que no tendría ningún impacto de largo plazo en el comportamiento criminal”.
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En un nuevo libro, The Curse of Cash, (La maldición del dinero en efectivo) Kenneth Rogoff defiende la eliminación de billetes de alta denominación para luchar contra la evasión y la actividad delictiva. Rogoff proporciona amplia evidencia sobre cómo hacer que sea costoso acaparar dinero en efectivo disuadiría las actividades ilegales. Si bien los evasores de impuestos también almacenan su riqueza en formas no monetarias, como ser en tierras, arte y joyas, el dinero en efectivo sigue siendo un vehículo líder para las ganancias mal habidas, debido a su liquidez inherente. En otras palabras, las preguntas planteadas por los críticos de Modi sobre el rol que desempeña el dinero en efectivo con respecto a alimentar los depósitos de dinero negro están fuera de lugar.
Dicho esto, Rogoff propone una estrategia diferente para hacer frente a la amenaza del dinero negro – una que sería mínimamente perjudicial y posiblemente más eficaz, al menos a largo plazo. Esa estrategia se alejaría de la intervención gubernamental de Modi en dos formas fundamentales. En primer lugar, sería gradualista, implementada en el transcurso de varios años. En segundo lugar, eliminaría permanentemente los billetes de más alta denominación.
Si bien esta estrategia gradualista no castigaría a los acaparadores existentes, quienes encontrarían maneras creativas de reciclar su dinero en el ínterin, es más probable que mejore el cumplimiento tributario y reduzca la corrupción con el tiempo, a medida que los billetes de más alta denominación se saquen definitivamente de circulación. La política actual de la India sobre reemplazar los billetes de 1.000 rupias con billetes de 2.000 rupias socava la eficacia a largo plazo de su política.
Además, el abordaje gradualista es administrativamente práctico, minimiza los daños colaterales a la economía real y garantiza que haya suficiente tiempo para ampliar los servicios financieros y la alfabetización financiera a partes más grandes de la India. En los últimos dos años, el gobierno de Modi ha dado un impresionante impulso a la inclusión financiera mediante su programa Jan Dhan, mismo que ha facilitado la creación de 220 millones de nuevas cuentas bancarias. Pero, muchas personas que crean cuentas no necesariamente las utilizan. Un estudio del Banco Mundial del año 2015 sobre el uso de las cuentas bancarias y las tasas de latencia en diferentes regiones encontró que sólo el 15% de los adultos nacionales de la India indicaron que usaban una cuenta para hacer o recibir pagos. En este entorno, una escasez de dinero es económicamente incapacitante.
La intervención política de Modi es audaz, y los principios económicos que la motivan son irreprochables. Pero un enfoque gradualista que incluya la retirada permanente de billetes grandes habría servido mejor a la causa, aunque no hubiese generado la misma “conmoción y pavor” de la actualidad. Esto se hará más evidente a medida que los grandes costos para la economía surjan en el transcurso de los próximos meses.
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The Norwegian finance ministry recently revealed just how much the country has benefited from Russia's invasion of Ukraine, estimating its windfall natural-gas revenues for 2022-23 to be around $111 billion. Yet rather than transferring these gains to those on the front line, the government is hoarding them.
argue that the country should give its windfall gains from gas exports to those on the front lines.
CAMBRIDGE – El 8 de noviembre, a las 8:15 de la noche, el gobierno del Primer Ministro de la India, Narendra Modi, anunció que, al llegar la medianoche de ese día, todos los billetes en circulación de 500 y 1.000 rupias ya no serían considerados como moneda de curso legal, y que iba a ser necesario cambiarlos por los nuevos billetes de 500 y 1.000 rupias. La intervención de “desmonetización” de Modi afectó el 85% del dinero en circulación en la India. Fue una medida sin precedentes, ya sea en la India o casi en cualquier otro lugar del mundo, y es, de lejos, la intervención de política más audaz realizada por Modi, hasta la fecha.
El gobierno de Modi está apuntando al “dinero negro” asociado con la evasión de impuestos, la corrupción y la falsificación; y, por lo tanto, apunta a los narcotraficantes, contrabandistas y terroristas que participan en esas actividades. Las clases asalariadas de la India que pagan impuestos, e incluso los pobres, inicialmente acogieron con entusiasmo esta política, viéndola como una dulce venganza contra los evasores de impuestos que habían guardado sus ganancias mal habidas; se regocijaron al escuchar anécdotas sobre funcionarios corruptos que quemaban bolsas de dinero en efectivo o que arrojaban dinero a los ríos de la India.
Sin embargo, con cada día que pasa, esa alegría inicial disminuye. La frustración pública está aumentando, porque el gobierno no ha logrado satisfacer la demanda de nuevos billetes impresos. El comercio en la India – donde la relación entre efectivo y PIB es de 10% – depende en gran medida de las transacciones en efectivo y las operaciones de la economía informal y de las pequeñas empresas se han detenido debido a las largas colas y a los severos límites de retiro de efectivo de los bancos, así como a la escasez de cajeros automáticos.
El impacto a corto plazo será el equivalente a una intervención política “anti-estímulo”, y el consecuente arrastre en la demanda será significativo. Además de ello, a medida que los precios de los bienes raíces disminuyan, también lo hará la riqueza de los hogares. Si bien los precios más bajos de las viviendas harán que las nuevas viviendas sean más asequibles, el stock de viviendas ocupadas excederá, por mucho, las nuevas compras en el corto plazo, por lo que el efecto riqueza negativo abrumará a las ganancias.
Teniendo en cuenta estos grandes costos iniciales, es razonable preguntar cuán efectiva es la desmonetización en la lucha contra la evasión de impuestos y la corrupción, y si existe un abordaje a la desmonetización que sea menos costoso.
En el año 1976, en un artículo titulado “Cómo hacer que la mafia sea miserable” el economista estadounidense James S. Henry abordó la pregunta sobre la eficacia, recetando la desmonetización como una medida para minar las operaciones de la mafia. Pero las autoridades formuladoras de políticas no tomaron en serio su propuesta. La propuesta de Henry fue, en sus propias palabras, “rechazada como administrativamente poco práctica o como una acción que se toma una sola vez y que no tendría ningún impacto de largo plazo en el comportamiento criminal”.
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En un nuevo libro, The Curse of Cash, (La maldición del dinero en efectivo) Kenneth Rogoff defiende la eliminación de billetes de alta denominación para luchar contra la evasión y la actividad delictiva. Rogoff proporciona amplia evidencia sobre cómo hacer que sea costoso acaparar dinero en efectivo disuadiría las actividades ilegales. Si bien los evasores de impuestos también almacenan su riqueza en formas no monetarias, como ser en tierras, arte y joyas, el dinero en efectivo sigue siendo un vehículo líder para las ganancias mal habidas, debido a su liquidez inherente. En otras palabras, las preguntas planteadas por los críticos de Modi sobre el rol que desempeña el dinero en efectivo con respecto a alimentar los depósitos de dinero negro están fuera de lugar.
Dicho esto, Rogoff propone una estrategia diferente para hacer frente a la amenaza del dinero negro – una que sería mínimamente perjudicial y posiblemente más eficaz, al menos a largo plazo. Esa estrategia se alejaría de la intervención gubernamental de Modi en dos formas fundamentales. En primer lugar, sería gradualista, implementada en el transcurso de varios años. En segundo lugar, eliminaría permanentemente los billetes de más alta denominación.
Si bien esta estrategia gradualista no castigaría a los acaparadores existentes, quienes encontrarían maneras creativas de reciclar su dinero en el ínterin, es más probable que mejore el cumplimiento tributario y reduzca la corrupción con el tiempo, a medida que los billetes de más alta denominación se saquen definitivamente de circulación. La política actual de la India sobre reemplazar los billetes de 1.000 rupias con billetes de 2.000 rupias socava la eficacia a largo plazo de su política.
Además, el abordaje gradualista es administrativamente práctico, minimiza los daños colaterales a la economía real y garantiza que haya suficiente tiempo para ampliar los servicios financieros y la alfabetización financiera a partes más grandes de la India. En los últimos dos años, el gobierno de Modi ha dado un impresionante impulso a la inclusión financiera mediante su programa Jan Dhan, mismo que ha facilitado la creación de 220 millones de nuevas cuentas bancarias. Pero, muchas personas que crean cuentas no necesariamente las utilizan. Un estudio del Banco Mundial del año 2015 sobre el uso de las cuentas bancarias y las tasas de latencia en diferentes regiones encontró que sólo el 15% de los adultos nacionales de la India indicaron que usaban una cuenta para hacer o recibir pagos. En este entorno, una escasez de dinero es económicamente incapacitante.
La intervención política de Modi es audaz, y los principios económicos que la motivan son irreprochables. Pero un enfoque gradualista que incluya la retirada permanente de billetes grandes habría servido mejor a la causa, aunque no hubiese generado la misma “conmoción y pavor” de la actualidad. Esto se hará más evidente a medida que los grandes costos para la economía surjan en el transcurso de los próximos meses.
Traducción del inglés por Rocío L. Barrientos.