NUEVA YORK – El mes próximo, los signatarios del Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono se reunirán en Kigali, Ruanda, para ponderar una enmienda al tratado que reduciría gradualmente, hasta eliminarlos, el uso de hidrofluorocarbonos, o HFC, uno de los seis principales gases de invernadero que se suele usar en los sistemas de climatización y refrigeración.
La enmienda ayudaría a reforzar el desarrollo sostenible y podría evitar la emisión de entre 100 y 200 billones de toneladas de estos gases para el año 2050, lo suficiente como para hacer avanzar al mundo una cuarta parte del camino necesario para el objetivo de calentamiento global de 2º Celsius acordado en la cumbre climática de París de diciembre de 2015.
El Protocolo de Montreal se creó para reparar la capa de ozono, que protege al planeta de los niveles letales de los rayos ultravioletas. Hasta ahora ha tenido un éxito notable: cerca de 100 sustancias químicas que destruyen la capa de ozono se han dejado de producir en las últimas tres décadas. La capa de ozono está mejorando y, según las últimas estimaciones, se podría recuperar para el año 2065, con lo que se ahorrarían billones de dólares en atención de salud y costes agrícolas a nivel mundial.
Gran parte de esta mejora se debe a los HFC, que son una excelente alternativa a los clorofluorocarbonos más antiguos y perjudiciales para la capa de ozono, que se han dejado de producir. Sin embargo, algunos de los HFC son 4000 veces más potentes como gases de invernadero que el dióxido de carbono, por lo que son un desastre para el cambio climático, y su uso aumenta en un 10% anual.
Por ello, tiene sentido centrarse en los HFC en la lucha contra el cambio climático. Para comenzar, su reducción puede conllevar beneficios económicos gracias a las importantes mejoras en eficiencia energética que permiten los sistemas de refrigeración y climatización más modernos. Con solo ir poniendo en funcionamiento sistemas de climatización más eficientes, se lograría una reducción de emisiones equivalente a 2 500 plantas generadoras medianas de máximo rendimiento (las que aportan energía a la red en periodos de alta demanda, como el verano).
En China, pasar al uso de refrigerantes más ecológicos e impulsar la eficiencia energética de los sistemas de climatización y refrigeración podría ahorrar el equivalente en emisiones a ocho represas hidroeléctricas Tres Gargantas. En India, equivaldría a más que duplicar la actual Misión Solar Nacional, promovida por el gobierno para aumentar la penetración de la energía solar y la construcción de nuevas plantas solares instaladas en terrenos y techos.
Muchos países, como la Unión Europea y los Estados Unidos, Belice, Burkina Faso, Colombia, Egipto, Serbia y Yemen, ya reconocen estos importantes beneficios y están adoptando medidas unilaterales para ir abandonando el uso de los HFC. Si se logra un sólido acuerdo en Kigali, esta iniciativa ganaría impulso y se obtendría apoyo financiero para los países en desarrollo que deseen hacer la transición a tecnologías más modernas pero carecen de los recursos necesarios para ello.
En el sector privado, gigantes de la venta minorista como Walmart, Nestle y Tesco se han unido al Foro de Bienes de Consumo, una iniciativa climática cooperativa, y han acordado ir eliminando los productos con HFC. Mediante una iniciativa llamada “¡Refrigerantes, naturalmente!”, las Naciones Unidas y Greenpeace están trabajando con Coca-Cola, Pepsico, Redbull y Unilever con el mismo fin.
No hay duda de que en la reunión de Kigali se producirá una importante enmienda sobre los HFC. Sin embargo, a algunos países de zonas especialmente tórridas del mundo les preocupa que no funcionen tan bien las alternativas más ecológicas para reemplazar los sistemas de climatización tan esenciales para ellos. El acuerdo puede abordar estas inquietudes mediante una exención temporal para estos países mientras otros adoptan los sistemas más modernos y demuestran su eficacia.
El calentamiento global ya está teniendo efectos devastadores sobre algunos de los pueblos más vulnerables del planeta. En último término, todos los países tendrán que encontrar maneras de avanzar en la reducción de los HFC y el cambio climático a nivel general, a través de los planes de acción nacionales y de reducción de emisiones contemplados en el acuerdo de París de 2015. Para lograrlo, pueden ser de ayuda los acuerdos hermanos como el Protocolo de Montreal.
Los HFC también serán un tema central en la próxima gran conferencia de la ONU sobre el cambio climático, la COP22, que se realizará en noviembre en Marrakech, Marruecos. Confiamos en que los gobiernos que se apresten a reunirse en Kigali entiendan la necesidad de lograr un sólido acuerdo sobre los HFC que dé impulso a otros temas de la agenda en Marrakech, como los Objetivos de la ONU para el Desarrollo Sostenible.
La reducción de los HFC es un paso acertado, quizás el más acertado, para que el mundo logre reducir con rapidez las emisiones globales, evitando así que el cambio climático alcance niveles catastróficos.
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen
NUEVA YORK – El mes próximo, los signatarios del Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono se reunirán en Kigali, Ruanda, para ponderar una enmienda al tratado que reduciría gradualmente, hasta eliminarlos, el uso de hidrofluorocarbonos, o HFC, uno de los seis principales gases de invernadero que se suele usar en los sistemas de climatización y refrigeración.
La enmienda ayudaría a reforzar el desarrollo sostenible y podría evitar la emisión de entre 100 y 200 billones de toneladas de estos gases para el año 2050, lo suficiente como para hacer avanzar al mundo una cuarta parte del camino necesario para el objetivo de calentamiento global de 2º Celsius acordado en la cumbre climática de París de diciembre de 2015.
El Protocolo de Montreal se creó para reparar la capa de ozono, que protege al planeta de los niveles letales de los rayos ultravioletas. Hasta ahora ha tenido un éxito notable: cerca de 100 sustancias químicas que destruyen la capa de ozono se han dejado de producir en las últimas tres décadas. La capa de ozono está mejorando y, según las últimas estimaciones, se podría recuperar para el año 2065, con lo que se ahorrarían billones de dólares en atención de salud y costes agrícolas a nivel mundial.
Gran parte de esta mejora se debe a los HFC, que son una excelente alternativa a los clorofluorocarbonos más antiguos y perjudiciales para la capa de ozono, que se han dejado de producir. Sin embargo, algunos de los HFC son 4000 veces más potentes como gases de invernadero que el dióxido de carbono, por lo que son un desastre para el cambio climático, y su uso aumenta en un 10% anual.
Por ello, tiene sentido centrarse en los HFC en la lucha contra el cambio climático. Para comenzar, su reducción puede conllevar beneficios económicos gracias a las importantes mejoras en eficiencia energética que permiten los sistemas de refrigeración y climatización más modernos. Con solo ir poniendo en funcionamiento sistemas de climatización más eficientes, se lograría una reducción de emisiones equivalente a 2 500 plantas generadoras medianas de máximo rendimiento (las que aportan energía a la red en periodos de alta demanda, como el verano).
En China, pasar al uso de refrigerantes más ecológicos e impulsar la eficiencia energética de los sistemas de climatización y refrigeración podría ahorrar el equivalente en emisiones a ocho represas hidroeléctricas Tres Gargantas. En India, equivaldría a más que duplicar la actual Misión Solar Nacional, promovida por el gobierno para aumentar la penetración de la energía solar y la construcción de nuevas plantas solares instaladas en terrenos y techos.
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Muchos países, como la Unión Europea y los Estados Unidos, Belice, Burkina Faso, Colombia, Egipto, Serbia y Yemen, ya reconocen estos importantes beneficios y están adoptando medidas unilaterales para ir abandonando el uso de los HFC. Si se logra un sólido acuerdo en Kigali, esta iniciativa ganaría impulso y se obtendría apoyo financiero para los países en desarrollo que deseen hacer la transición a tecnologías más modernas pero carecen de los recursos necesarios para ello.
En el sector privado, gigantes de la venta minorista como Walmart, Nestle y Tesco se han unido al Foro de Bienes de Consumo, una iniciativa climática cooperativa, y han acordado ir eliminando los productos con HFC. Mediante una iniciativa llamada “¡Refrigerantes, naturalmente!”, las Naciones Unidas y Greenpeace están trabajando con Coca-Cola, Pepsico, Redbull y Unilever con el mismo fin.
No hay duda de que en la reunión de Kigali se producirá una importante enmienda sobre los HFC. Sin embargo, a algunos países de zonas especialmente tórridas del mundo les preocupa que no funcionen tan bien las alternativas más ecológicas para reemplazar los sistemas de climatización tan esenciales para ellos. El acuerdo puede abordar estas inquietudes mediante una exención temporal para estos países mientras otros adoptan los sistemas más modernos y demuestran su eficacia.
El calentamiento global ya está teniendo efectos devastadores sobre algunos de los pueblos más vulnerables del planeta. En último término, todos los países tendrán que encontrar maneras de avanzar en la reducción de los HFC y el cambio climático a nivel general, a través de los planes de acción nacionales y de reducción de emisiones contemplados en el acuerdo de París de 2015. Para lograrlo, pueden ser de ayuda los acuerdos hermanos como el Protocolo de Montreal.
Los HFC también serán un tema central en la próxima gran conferencia de la ONU sobre el cambio climático, la COP22, que se realizará en noviembre en Marrakech, Marruecos. Confiamos en que los gobiernos que se apresten a reunirse en Kigali entiendan la necesidad de lograr un sólido acuerdo sobre los HFC que dé impulso a otros temas de la agenda en Marrakech, como los Objetivos de la ONU para el Desarrollo Sostenible.
La reducción de los HFC es un paso acertado, quizás el más acertado, para que el mundo logre reducir con rapidez las emisiones globales, evitando así que el cambio climático alcance niveles catastróficos.
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen