MANILA/SAN JOSÉ – El 22 de abril, dignatarios de no menos de 175 países y entidades firmaron el acuerdo sobre el cambio climático alcanzado en París en diciembre, marcando con ello un récord en la adopción de un acuerdo internacional. Es una muestra de apoyo alentadora que permite albergar esperanzas de que esa importante resolución se llegue a poner en práctica en plenitud.
Pero llegar a un acuerdo en París no fue más que el primer paso de un largo camino para la protección climática global y de los países más vulnerables del planeta. El segundo fue la ceremonia de su firma. Ahora viene el proceso de ratificación: 55 países, que representan al menos un 55% de las emisiones globales, deberán confirmarlo formalmente para que entre en vigencia.
Es positivo que ya haya comenzado el proceso. El febrero, Fiji fue la primera nación en ratificarlo, seguida por otros tres pequeños estados-isla. Los cuatro son miembros del Foro de Países Vulnerables al Cambio Climático (V-20), un grupo de 43 países (entre ellos, Costa Rica y Filipinas, a los que representamos) que se encuentran en la primera línea del cambio climático. Los miembros del foro luchamos incansablemente por llegar a un acuerdo en París y haremos todo posible por acelerar su entrada en vigencia.
El acuerdo de París ofrece al mundo su mejor esperanza de reducir y, en último término, detener los cambios al clima de nuestro planeta. Si no se aplican medidas que lo controlen, el calentamiento global amenazará la salud y la seguridad de nuestros pueblos, dañará los ecosistemas de los que todos dependemos y pondrá en peligro la existencia misma de algunos países debido al aumento del nivel del mar.
Con todo, no bastará con el acuerdo de París para ganar la batalla contra el cambio climático. Las llamadas contribuciones previstas determinadas a nivel nacional (INDC, por sus siglas en inglés), presentadas por 187 países al término de las conversaciones, no serán suficientes para evitar los peligros del cambio climático. Es necesario hacer mucho más si se desea evitar sus catastróficos efectos para los países más vulnerables.
Los cálculos iniciales han sugerido que si se implementaran por completo todos los INDC, todavía el aumento promedio de las temperaturas globales para fines de siglo sería de 2,7 grados Celsius por sobre los niveles preindustriales, cifra bastante superior al ya peligroso techo de dos grados definido en 2009 en Copenhague y que se incluye en el acuerdo de París.
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Los nuevos estudios realizados por Climate Interactive y MIT Sloan sugieren que las temperaturas podrían aumentar incluso más, hasta 3,5 grados. El Foro de Países Vulnerables al Cambio Climático ha planteado por largo tiempo que incluso dos grados de calentamiento empeorarían de manera insoportable las condiciones para algunos países, y por ello ha luchado por limitar el aumento a 1,5 grados, ambición que gracias a sus esfuerzos se incluyó en el acuerdo de París.
Se trata de una diferencia aparentemente pequeña, pero de gran importancia. Como demuestran los últimos estudios, tendría un efecto notable y medible sobre fenómenos meteorológicos extremos, la disponibilidad del agua, los rendimientos de las cosechas, la degradación de los arrecifes de coral y aumento del nivel del mar. Y afectará sobre todo a las personas más vulnerables: las mujeres campesinas, los enfermos, los mayores de edad y los más jóvenes. Para los países más vulnerables del mundo, limitar la temperatura a 1,5 grado no es sólo una aspiración, sino un asunto de supervivencia.
Se trata de un objetivo ambicioso, pero los países más vulnerables estamos decididos a alcanzarlo. Hace poco, los ministros de finanzas del V-20 se comprometieron a introducir mecanismos de determinación de los precios del carbono en sus 43 mercados en un plazo de diez años.
También nos hemos comprometido a mejorar la contabilidad financiera, de manera que los costes del cambio climático y los beneficios de las medidas para afrontarlo se integren a la toma de decisiones económicas. Costa Rica acaba de aprobar una ley que promueve los trenes eléctricos y los legisladores están debatiendo un proyecto de ley para incentivar los vehículos y busese eléctricos.
Iniciativas como ésta por lo general se asocian con economías avanzadas más que con países en desarrollo. Y el mundo rico tiene la obligación de dar pasos primero y más rápido (a través de medidas, tecnologías y fondos) a fin de reducir las emisiones que causan el calentamiento global. Pero también reconocemos que los países en desarrollo tienen la responsabilidad de actuar y que, al hacerlo, pueden generar enormes ventajas económicas, sociales y de salud pública para sus ciudadanos.
Una cosa que sabemos bien es que no podemos lograrlo solos. El Foro de Países Vulnerables ante el Cambio Climático representa una ínfima proporción de las emisiones mundiales. Necesitamos que los países industrializados y los países del mundo en desarrollo redoblen sus esfuerzos por reducir sus emisiones, a fin de limitar el cambio climático a 1,5 grados. Sólo así se podrá evitar el desastre.
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Not only did Donald Trump win last week’s US presidential election decisively – winning some three million more votes than his opponent, Vice President Kamala Harris – but the Republican Party he now controls gained majorities in both houses on Congress. Given the far-reaching implications of this result – for both US democracy and global stability – understanding how it came about is essential.
By voting for Republican candidates, working-class voters effectively get to have their cake and eat it, expressing conservative moral preferences while relying on Democrats to fight for their basic economic security. The best strategy for Democrats now will be to permit voters to face the consequences of their choice.
urges the party to adopt a long-term strategy aimed at discrediting the MAGA ideology once and for all.
MANILA/SAN JOSÉ – El 22 de abril, dignatarios de no menos de 175 países y entidades firmaron el acuerdo sobre el cambio climático alcanzado en París en diciembre, marcando con ello un récord en la adopción de un acuerdo internacional. Es una muestra de apoyo alentadora que permite albergar esperanzas de que esa importante resolución se llegue a poner en práctica en plenitud.
Pero llegar a un acuerdo en París no fue más que el primer paso de un largo camino para la protección climática global y de los países más vulnerables del planeta. El segundo fue la ceremonia de su firma. Ahora viene el proceso de ratificación: 55 países, que representan al menos un 55% de las emisiones globales, deberán confirmarlo formalmente para que entre en vigencia.
Es positivo que ya haya comenzado el proceso. El febrero, Fiji fue la primera nación en ratificarlo, seguida por otros tres pequeños estados-isla. Los cuatro son miembros del Foro de Países Vulnerables al Cambio Climático (V-20), un grupo de 43 países (entre ellos, Costa Rica y Filipinas, a los que representamos) que se encuentran en la primera línea del cambio climático. Los miembros del foro luchamos incansablemente por llegar a un acuerdo en París y haremos todo posible por acelerar su entrada en vigencia.
El acuerdo de París ofrece al mundo su mejor esperanza de reducir y, en último término, detener los cambios al clima de nuestro planeta. Si no se aplican medidas que lo controlen, el calentamiento global amenazará la salud y la seguridad de nuestros pueblos, dañará los ecosistemas de los que todos dependemos y pondrá en peligro la existencia misma de algunos países debido al aumento del nivel del mar.
Con todo, no bastará con el acuerdo de París para ganar la batalla contra el cambio climático. Las llamadas contribuciones previstas determinadas a nivel nacional (INDC, por sus siglas en inglés), presentadas por 187 países al término de las conversaciones, no serán suficientes para evitar los peligros del cambio climático. Es necesario hacer mucho más si se desea evitar sus catastróficos efectos para los países más vulnerables.
Los cálculos iniciales han sugerido que si se implementaran por completo todos los INDC, todavía el aumento promedio de las temperaturas globales para fines de siglo sería de 2,7 grados Celsius por sobre los niveles preindustriales, cifra bastante superior al ya peligroso techo de dos grados definido en 2009 en Copenhague y que se incluye en el acuerdo de París.
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Se trata de una diferencia aparentemente pequeña, pero de gran importancia. Como demuestran los últimos estudios, tendría un efecto notable y medible sobre fenómenos meteorológicos extremos, la disponibilidad del agua, los rendimientos de las cosechas, la degradación de los arrecifes de coral y aumento del nivel del mar. Y afectará sobre todo a las personas más vulnerables: las mujeres campesinas, los enfermos, los mayores de edad y los más jóvenes. Para los países más vulnerables del mundo, limitar la temperatura a 1,5 grado no es sólo una aspiración, sino un asunto de supervivencia.
Se trata de un objetivo ambicioso, pero los países más vulnerables estamos decididos a alcanzarlo. Hace poco, los ministros de finanzas del V-20 se comprometieron a introducir mecanismos de determinación de los precios del carbono en sus 43 mercados en un plazo de diez años.
También nos hemos comprometido a mejorar la contabilidad financiera, de manera que los costes del cambio climático y los beneficios de las medidas para afrontarlo se integren a la toma de decisiones económicas. Costa Rica acaba de aprobar una ley que promueve los trenes eléctricos y los legisladores están debatiendo un proyecto de ley para incentivar los vehículos y busese eléctricos.
Iniciativas como ésta por lo general se asocian con economías avanzadas más que con países en desarrollo. Y el mundo rico tiene la obligación de dar pasos primero y más rápido (a través de medidas, tecnologías y fondos) a fin de reducir las emisiones que causan el calentamiento global. Pero también reconocemos que los países en desarrollo tienen la responsabilidad de actuar y que, al hacerlo, pueden generar enormes ventajas económicas, sociales y de salud pública para sus ciudadanos.
Una cosa que sabemos bien es que no podemos lograrlo solos. El Foro de Países Vulnerables ante el Cambio Climático representa una ínfima proporción de las emisiones mundiales. Necesitamos que los países industrializados y los países del mundo en desarrollo redoblen sus esfuerzos por reducir sus emisiones, a fin de limitar el cambio climático a 1,5 grados. Sólo así se podrá evitar el desastre.
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen