SENDAI – Los niveles de riesgo de desastres actuales son alarmantes. El costo del daño a edificios comerciales y residenciales en todo el mundo promedia los 314.000 millones de dólares cada año. El sector privado absorbe hasta el 85% de ese costo. Al mismo tiempo, un nuevo informe de las Naciones Unidas muestra que inversiones anuales de 6.000 millones de dólares en reducción del riesgo de desastres pueden resultar en un ahorro de hasta 360.000 millones de dólares.
Cientos de ejecutivos empresarios, conscientes de los altísimos costos -y de los potenciales beneficios- que están en juego hoy se alistan para asistir a una conferencia de las Naciones Unidas sobre reducción del riesgo de desastres en Sendai, Japón. Hace una década, cuando se llevó a cabo el último encuentro de ese tipo, el sector privado prácticamente no estaba representado. Esta vez, empresas y empresarios estarán allí en plena fuerza para explorar una variedad de oportunidades valiosas.
La región Tohoku de Japón, donde se llevará a cabo la reunión, es un recordatorio vivo de cómo el impacto económico de un desastre reverbera mucho más allá de su epicentro. Devastada hace cuatro años por el Gran Terremoto del Este de Japón y el tsunami, la producción automotriz japonesa quedó recortada prácticamente a la mitad. El daño financiero no se detuvo en las fronteras del país; como consecuencia directa de la desaceleración en Japón, la producción automotriz cayó un 20% en Tailandia, un 50% en China y un 70% en la India.
Los riesgos inherentes a la producción globalizada conllevan grandes recompensas para quienes saben cómo manejarlos de manera apropiada. Esa es la razón por la cual grandes empresas como PricewaterHouseCoopers, Hindustan Construction Corporation, AbzeSolar, Swiss Re, AECOM, AXA Group, IBM y otras -en muchos sectores y en todas las regiones- están trabajando con expertos de las Naciones Unidas para mejorar las estrategias globales para la gestión y la reducción del riesgo de desastres.
Este nivel de compromiso empresario es un buen presagio para liderar una nueva estrategia para la prosperidad global que resulte amigable con el planeta y sensible con las personas. De hecho, la conferencia sobre reducción del riesgo de desastres en Sendai es la primera de una serie de importantes encuentros internacionales este año.
Luego de Sendai, los líderes mundiales se reunirán en Addis Ababa en julio para discutir el financiamiento para el desarrollo, en Nueva York en septiembre para adoptar una nueva agenda de desarrollo y en París en diciembre para alcanzar un acuerdo significativo sobre cambio climático. En conjunto, estas reuniones prometen generar una acción transformadora que pueda colocar al mundo en un sendero más seguro, más próspero y más sustentable.
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La sustentabilidad comienza en Sendai por tres razones importantes. Primero, por su propia naturaleza, la reducción del riesgo de desastres requiere una planificación hacia adelante. Segundo, la inversión en esta área promueve tanto un desarrollo sustentable como una acción en materia climática. Y, tercero, ayudar a quienes son más vulnerables a los desastres es el punto de partida ideal para el esfuerzo por ayudar a toda la gente a establecer objetivos universales para el desarrollo y el cambio climático.
En los últimos 12 meses, se salvaron miles de vidas en la India, las Filipinas y en otras partes gracias a una mejora de los pronósticos climáticos, los sistemas de advertencia temprana y los planes de evacuación. Los progresos en la reducción del riesgo que salvaguardan las mejoras en materia de desarrollo y las inversiones empresarias deben estar a la par de este progreso en preparación para desastres, y debemos tomar decisiones sabias que creen mayores oportunidades en el futuro.
Por ejemplo, los expertos estiman que el 60% de la tierra que estará urbanizada para 2030 aún no ha sido desarrollada. Las empresas que consideren el riesgo de desastres en sus planes de construcción evitarán los costos mucho mayores de una actualización posterior. En términos más generales, en los próximos 15 años, el mundo hará grandes inversiones en infraestructura urbana, energía y agricultura. Si este gasto está dirigido a bienes, tecnologías y servicios con baja emisión de carbono, estaremos camino a crear sociedades más resilientes.
Son cada vez más las industrias que lo consideran así. En la Cumbre sobre Clima que convoqué el pasado mes de septiembre en las Naciones Unidas en Nueva York, las instituciones financieras, los bancos comerciales y nacionales, las compañías de seguro y los fondos de pensiones prometieron movilizar más de 200.000 millones de dólares para fin de este año destinados a iniciar una acción para abordar el cambio climático.
Concibieron una serie de iniciativas novedosas, entre ellas la emisión de los llamados bonos verdes y el desvío de activos a carteras de energía limpia. En una propuesta particularmente importante, la industria del seguro, que representa 30 billones de dólares en activos e inversiones, se comprometió a crear un Marco de Inversión para Riesgo Climático que se adopte a nivel de la industria para fin de año.
Es hora de dejar de encarar las emergencias de desarrollo y humanitarias por separado. La reducción del riesgo de desastres reside en el nexo de la asistencia para el desarrollo, que intenta promover mejores condiciones de vida, y la ayuda humanitaria, que comienza después de que azota un desastre. Empezar nuestro calendario internacional con la reunión de Sendai sobre reducción del riesgo de desastres envía una clara señal de que el mundo está dispuesto a integrar sus estrategias.
Yo he visto las pérdidas humanas ocasionadas por los desastres -desde terremotos en China y Haití, inundaciones en Pakistán y Bangladesh, hasta la súper tormenta Sandy, que afectó al Caribe y Norteamérica, inundando incluso los pisos inferiores del predio de las Naciones Unidas en Nueva York-. Cuando las empresas, la sociedad civil y el gobierno se unen para ayudar a los países a resistir a los desastres, salvan vidas, impulsan la estabilidad y crean oportunidades que les permiten a los mercados y a la gente florecer por igual.
Ganancias sustentables. Subsistencias sustentables. Desarrollo sustentable. Todo comienza en Sendai.
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At the end of a year of domestic and international upheaval, Project Syndicate commentators share their favorite books from the past 12 months. Covering a wide array of genres and disciplines, this year’s picks provide fresh perspectives on the defining challenges of our time and how to confront them.
ask Project Syndicate contributors to select the books that resonated with them the most over the past year.
SENDAI – Los niveles de riesgo de desastres actuales son alarmantes. El costo del daño a edificios comerciales y residenciales en todo el mundo promedia los 314.000 millones de dólares cada año. El sector privado absorbe hasta el 85% de ese costo. Al mismo tiempo, un nuevo informe de las Naciones Unidas muestra que inversiones anuales de 6.000 millones de dólares en reducción del riesgo de desastres pueden resultar en un ahorro de hasta 360.000 millones de dólares.
Cientos de ejecutivos empresarios, conscientes de los altísimos costos -y de los potenciales beneficios- que están en juego hoy se alistan para asistir a una conferencia de las Naciones Unidas sobre reducción del riesgo de desastres en Sendai, Japón. Hace una década, cuando se llevó a cabo el último encuentro de ese tipo, el sector privado prácticamente no estaba representado. Esta vez, empresas y empresarios estarán allí en plena fuerza para explorar una variedad de oportunidades valiosas.
La región Tohoku de Japón, donde se llevará a cabo la reunión, es un recordatorio vivo de cómo el impacto económico de un desastre reverbera mucho más allá de su epicentro. Devastada hace cuatro años por el Gran Terremoto del Este de Japón y el tsunami, la producción automotriz japonesa quedó recortada prácticamente a la mitad. El daño financiero no se detuvo en las fronteras del país; como consecuencia directa de la desaceleración en Japón, la producción automotriz cayó un 20% en Tailandia, un 50% en China y un 70% en la India.
Los riesgos inherentes a la producción globalizada conllevan grandes recompensas para quienes saben cómo manejarlos de manera apropiada. Esa es la razón por la cual grandes empresas como PricewaterHouseCoopers, Hindustan Construction Corporation, AbzeSolar, Swiss Re, AECOM, AXA Group, IBM y otras -en muchos sectores y en todas las regiones- están trabajando con expertos de las Naciones Unidas para mejorar las estrategias globales para la gestión y la reducción del riesgo de desastres.
Este nivel de compromiso empresario es un buen presagio para liderar una nueva estrategia para la prosperidad global que resulte amigable con el planeta y sensible con las personas. De hecho, la conferencia sobre reducción del riesgo de desastres en Sendai es la primera de una serie de importantes encuentros internacionales este año.
Luego de Sendai, los líderes mundiales se reunirán en Addis Ababa en julio para discutir el financiamiento para el desarrollo, en Nueva York en septiembre para adoptar una nueva agenda de desarrollo y en París en diciembre para alcanzar un acuerdo significativo sobre cambio climático. En conjunto, estas reuniones prometen generar una acción transformadora que pueda colocar al mundo en un sendero más seguro, más próspero y más sustentable.
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La sustentabilidad comienza en Sendai por tres razones importantes. Primero, por su propia naturaleza, la reducción del riesgo de desastres requiere una planificación hacia adelante. Segundo, la inversión en esta área promueve tanto un desarrollo sustentable como una acción en materia climática. Y, tercero, ayudar a quienes son más vulnerables a los desastres es el punto de partida ideal para el esfuerzo por ayudar a toda la gente a establecer objetivos universales para el desarrollo y el cambio climático.
En los últimos 12 meses, se salvaron miles de vidas en la India, las Filipinas y en otras partes gracias a una mejora de los pronósticos climáticos, los sistemas de advertencia temprana y los planes de evacuación. Los progresos en la reducción del riesgo que salvaguardan las mejoras en materia de desarrollo y las inversiones empresarias deben estar a la par de este progreso en preparación para desastres, y debemos tomar decisiones sabias que creen mayores oportunidades en el futuro.
Por ejemplo, los expertos estiman que el 60% de la tierra que estará urbanizada para 2030 aún no ha sido desarrollada. Las empresas que consideren el riesgo de desastres en sus planes de construcción evitarán los costos mucho mayores de una actualización posterior. En términos más generales, en los próximos 15 años, el mundo hará grandes inversiones en infraestructura urbana, energía y agricultura. Si este gasto está dirigido a bienes, tecnologías y servicios con baja emisión de carbono, estaremos camino a crear sociedades más resilientes.
Son cada vez más las industrias que lo consideran así. En la Cumbre sobre Clima que convoqué el pasado mes de septiembre en las Naciones Unidas en Nueva York, las instituciones financieras, los bancos comerciales y nacionales, las compañías de seguro y los fondos de pensiones prometieron movilizar más de 200.000 millones de dólares para fin de este año destinados a iniciar una acción para abordar el cambio climático.
Concibieron una serie de iniciativas novedosas, entre ellas la emisión de los llamados bonos verdes y el desvío de activos a carteras de energía limpia. En una propuesta particularmente importante, la industria del seguro, que representa 30 billones de dólares en activos e inversiones, se comprometió a crear un Marco de Inversión para Riesgo Climático que se adopte a nivel de la industria para fin de año.
Es hora de dejar de encarar las emergencias de desarrollo y humanitarias por separado. La reducción del riesgo de desastres reside en el nexo de la asistencia para el desarrollo, que intenta promover mejores condiciones de vida, y la ayuda humanitaria, que comienza después de que azota un desastre. Empezar nuestro calendario internacional con la reunión de Sendai sobre reducción del riesgo de desastres envía una clara señal de que el mundo está dispuesto a integrar sus estrategias.
Yo he visto las pérdidas humanas ocasionadas por los desastres -desde terremotos en China y Haití, inundaciones en Pakistán y Bangladesh, hasta la súper tormenta Sandy, que afectó al Caribe y Norteamérica, inundando incluso los pisos inferiores del predio de las Naciones Unidas en Nueva York-. Cuando las empresas, la sociedad civil y el gobierno se unen para ayudar a los países a resistir a los desastres, salvan vidas, impulsan la estabilidad y crean oportunidades que les permiten a los mercados y a la gente florecer por igual.
Ganancias sustentables. Subsistencias sustentables. Desarrollo sustentable. Todo comienza en Sendai.