MADRID – El triunfo de la democracia y la economía de mercado que la caída del Muro de Berlín consideraba inevitable -el "Fin de la historia" de la famosa expresión acuñada por el filósofo político estadounidense Francis Fukuyama-, no tardó en revelarse poco más que un espejismo. Sin embargo, después de la pirueta intelectual de China, que mantiene un Estado de partido único al tiempo que abraza el credo capitalista, los intérpretes de la historia centraron su atención en la economía: no todo el mundo sería libre para elegir su Gobierno, pero la prosperidad capitalista se impondría en todo el mundo.
MADRID – El triunfo de la democracia y la economía de mercado que la caída del Muro de Berlín consideraba inevitable -el "Fin de la historia" de la famosa expresión acuñada por el filósofo político estadounidense Francis Fukuyama-, no tardó en revelarse poco más que un espejismo. Sin embargo, después de la pirueta intelectual de China, que mantiene un Estado de partido único al tiempo que abraza el credo capitalista, los intérpretes de la historia centraron su atención en la economía: no todo el mundo sería libre para elegir su Gobierno, pero la prosperidad capitalista se impondría en todo el mundo.