Muchos programas internacionales de asistencia fallan porque están mal diseñados y/o porque son muy complicados. El resultado es que los pobres no obtienen la ayuda que necesitan y los contribuyentes de los países ricos pierden la confianza en la utilidad de los fondos de ayuda.
Un ejemplo de lo anterior es el control de la malaria. Si los países ricos adoptan estrategias más simples y prácticas para ayudar a África en la lucha contra la malaria, podrían salvar a millones de africanos y al mismo tiempo crearían un apoyo entusiasta entre sus ciudadanos.
La malaria es una enfermedad mortal transmitida por una especie específica de mosquito. Depende de las temperaturas altas y por lo tanto es en gran medida una enfermedad tropical. África es particularmente desafortunada porque ahí se combinan las altas temperaturas con los mosquitos que transmiten la enfermedad. Como resultado, en África se presenta el 90% de las muertes por malaria en el mundo –incluyendo aproximadamente dos millones de niños al año.
Sin embargo, incluso en África la malaria se puede prevenir en muchos casos y se puede tratar por completo a bajo costo. Hasta ahora ha habido muy poco control de la malaria. La mejor forma de prevención es mediante mosquiteros antimalaria para las camas tratados con insecticida. Estos mosquiteros cubren a las personas mientras duermen y repelen o matan a los mosquitos, que tienden a picar durante la noche. Los mosquiteros reducen el número de picaduras y de casos de la enfermedad, pero no los eliminan. Si las personas reciben picaduras a pesar de los mosquiteros, requieren tratamiento en las primeras horas posteriores a la aparición de los síntomas.
Hay dos obstáculos principales para resolver el problema de la malaria. En primer lugar, los africanos pobres no pueden comprar mosquiteros tratados con insecticida ni las medicinas adecuadas. Muchos acaban tomando medicinas baratas que no son eficaces porque el parásito de la malaria ya ha desarrollado resistencia a ellas. En segundo lugar, los aldeanos de África no tienen acceso a autos o camiones, así que tienen que caminar varios kilómetros para llegar a una clínica. Un niño infectado frecuentemente muere o cae en estado de coma para cuando su madre llega a la clínica.
Si los gobiernos de los países ricos pensaran de manera práctica acerca de la malaria y reconocieran que se trata de una emergencia a gran escala podrían apoyar soluciones simples y prácticas: mosquiteros y acceso oportuno a las medicinas. Los países ricos comprarían los mosquiteros y trabajarían con los gobiernos africanos para distribuirlos sin costo a todos los hogares de África. Y colaborarían con los gobiernos africanos para garantizar que las medicinas adecuadas estuvieran disponibles en cada aldea para ser utilizadas rápidamente.
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Hay mil millones de personas que viven en países donadores ricos, y el costo total del control integral de la malaria en África –dar mosquiteros sin costo a todos los africanos y proporcionar las medicinas adecuadas a cada aldea—es de aproximadamente 2.5 mil millones de dólares al año, es decir, apenas 2.5 dólares por ciudadano de los países ricos.
Pero en vez de eso, los países ricos han adoptado estrategias que han fracasado. En lugar de obsequiar los mosquiteros, las organizaciones de los países ricos como la Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos tratan de venderlos a quienes viven en pobreza extrema, aunque sea a precios muy reducidos. Esta política refleja una miope ambición de promover mercados en lugar de los objetivos directos y urgentes de salvar vidas y eliminar los obstáculos al desarrollo económico de largo plazo. El resultado trágico ha sido el uso extremadamente limitado de los mosquiteros en la mayor parte de África debido a que los pobres no tienen el poder de compra para adquirirlos.
En segundo lugar, los gobiernos donadores no han promovido formas sencillas de garantizar la disponibilidad de las medicinas en las aldeas de todo el continente. En lugar de enviar medicinas a cada país sobre la base de las necesidades estimadas, las agencias donantes han establecido un complicado sistema de compras que ha provocado demoras de años para llevar las medicinas a las aldeas.
La industria farmacéutica, encabezada por Novartis, ha estado muy por delante de las agencias donadoras. Novartis ha acordado vender estas medicinas al costo. Pero, a pesar de la gran capacidad de producción de Novartis, las agencias donantes no han ordenado, comprado y enviado las medicinas en las cantidades necesarias.
El control de la malaria se enfrenta ahora a un periodo de urgencia creciente, así como de esperanza renovada. La malaria se está extendiendo y hay nuevas evidencias científicas que indican que es más probable que las personas con VIH contagien a otras si también tienen malaria. Pero asimismo existe un reconocimiento creciente de que la malaria es un desastre que hay que abordar. El Presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, ha lanzado una nueva iniciativa para ayudar a 15 países africanos a controlar la malaria y organizó en diciembre una cumbre sin precedentes en la Casa Blanca para conseguir apoyo del sector privado.
Igualmente, el gobierno chino, el Banco Mundial y el Banco Islámico de Desarrollo anunciaron recientemente planes para aumentar sus contribuciones a la lucha contra la malaria. Una importante iniciativa ciudadana llamada No más malaria está reuniendo fondos privados para distribuir mosquiteros antimalaria.
La gente de toda el África ha demostrado que está dispuesta a movilizar sus esfuerzos si nosotros ofrecemos medios prácticos para ayudarles. La seguridad del mundo, incluyendo la de la gente que vive en los países ricos, depende de la capacidad de la comunidad global para demostrar que ayudará a quienes tengan necesidades urgentes. La ayuda puede hacer milagros si es práctica y se dirige a quienes la necesitan. El control de la malaria puede demostrar una vez más esta lección para salvar al mundo.
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Even as South Korea was plunged into political turmoil following the president’s short-lived declaration of martial law, financial markets have remained calm. But the country still has months of political uncertainty ahead, leaving it in a weak position to respond to US policy changes when President-elect Donald Trump takes office.
argues that while markets shrugged off the recent turmoil, the episode could have long-lasting consequences.
Dominant intellectual frameworks persist until their limitations in describing reality become undeniable, paving the way for a new paradigm. The idea that the world can and will replace fossil fuels with renewables has reached that point.
argue that replacing fossil fuels with renewables is an idea that has exhausted its utility.
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Muchos programas internacionales de asistencia fallan porque están mal diseñados y/o porque son muy complicados. El resultado es que los pobres no obtienen la ayuda que necesitan y los contribuyentes de los países ricos pierden la confianza en la utilidad de los fondos de ayuda.
Un ejemplo de lo anterior es el control de la malaria. Si los países ricos adoptan estrategias más simples y prácticas para ayudar a África en la lucha contra la malaria, podrían salvar a millones de africanos y al mismo tiempo crearían un apoyo entusiasta entre sus ciudadanos.
La malaria es una enfermedad mortal transmitida por una especie específica de mosquito. Depende de las temperaturas altas y por lo tanto es en gran medida una enfermedad tropical. África es particularmente desafortunada porque ahí se combinan las altas temperaturas con los mosquitos que transmiten la enfermedad. Como resultado, en África se presenta el 90% de las muertes por malaria en el mundo –incluyendo aproximadamente dos millones de niños al año.
Sin embargo, incluso en África la malaria se puede prevenir en muchos casos y se puede tratar por completo a bajo costo. Hasta ahora ha habido muy poco control de la malaria. La mejor forma de prevención es mediante mosquiteros antimalaria para las camas tratados con insecticida. Estos mosquiteros cubren a las personas mientras duermen y repelen o matan a los mosquitos, que tienden a picar durante la noche. Los mosquiteros reducen el número de picaduras y de casos de la enfermedad, pero no los eliminan. Si las personas reciben picaduras a pesar de los mosquiteros, requieren tratamiento en las primeras horas posteriores a la aparición de los síntomas.
Hay dos obstáculos principales para resolver el problema de la malaria. En primer lugar, los africanos pobres no pueden comprar mosquiteros tratados con insecticida ni las medicinas adecuadas. Muchos acaban tomando medicinas baratas que no son eficaces porque el parásito de la malaria ya ha desarrollado resistencia a ellas. En segundo lugar, los aldeanos de África no tienen acceso a autos o camiones, así que tienen que caminar varios kilómetros para llegar a una clínica. Un niño infectado frecuentemente muere o cae en estado de coma para cuando su madre llega a la clínica.
Si los gobiernos de los países ricos pensaran de manera práctica acerca de la malaria y reconocieran que se trata de una emergencia a gran escala podrían apoyar soluciones simples y prácticas: mosquiteros y acceso oportuno a las medicinas. Los países ricos comprarían los mosquiteros y trabajarían con los gobiernos africanos para distribuirlos sin costo a todos los hogares de África. Y colaborarían con los gobiernos africanos para garantizar que las medicinas adecuadas estuvieran disponibles en cada aldea para ser utilizadas rápidamente.
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Hay mil millones de personas que viven en países donadores ricos, y el costo total del control integral de la malaria en África –dar mosquiteros sin costo a todos los africanos y proporcionar las medicinas adecuadas a cada aldea—es de aproximadamente 2.5 mil millones de dólares al año, es decir, apenas 2.5 dólares por ciudadano de los países ricos.
Pero en vez de eso, los países ricos han adoptado estrategias que han fracasado. En lugar de obsequiar los mosquiteros, las organizaciones de los países ricos como la Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos tratan de venderlos a quienes viven en pobreza extrema, aunque sea a precios muy reducidos. Esta política refleja una miope ambición de promover mercados en lugar de los objetivos directos y urgentes de salvar vidas y eliminar los obstáculos al desarrollo económico de largo plazo. El resultado trágico ha sido el uso extremadamente limitado de los mosquiteros en la mayor parte de África debido a que los pobres no tienen el poder de compra para adquirirlos.
En segundo lugar, los gobiernos donadores no han promovido formas sencillas de garantizar la disponibilidad de las medicinas en las aldeas de todo el continente. En lugar de enviar medicinas a cada país sobre la base de las necesidades estimadas, las agencias donantes han establecido un complicado sistema de compras que ha provocado demoras de años para llevar las medicinas a las aldeas.
La industria farmacéutica, encabezada por Novartis, ha estado muy por delante de las agencias donadoras. Novartis ha acordado vender estas medicinas al costo. Pero, a pesar de la gran capacidad de producción de Novartis, las agencias donantes no han ordenado, comprado y enviado las medicinas en las cantidades necesarias.
El control de la malaria se enfrenta ahora a un periodo de urgencia creciente, así como de esperanza renovada. La malaria se está extendiendo y hay nuevas evidencias científicas que indican que es más probable que las personas con VIH contagien a otras si también tienen malaria. Pero asimismo existe un reconocimiento creciente de que la malaria es un desastre que hay que abordar. El Presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, ha lanzado una nueva iniciativa para ayudar a 15 países africanos a controlar la malaria y organizó en diciembre una cumbre sin precedentes en la Casa Blanca para conseguir apoyo del sector privado.
Igualmente, el gobierno chino, el Banco Mundial y el Banco Islámico de Desarrollo anunciaron recientemente planes para aumentar sus contribuciones a la lucha contra la malaria. Una importante iniciativa ciudadana llamada No más malaria está reuniendo fondos privados para distribuir mosquiteros antimalaria.
La gente de toda el África ha demostrado que está dispuesta a movilizar sus esfuerzos si nosotros ofrecemos medios prácticos para ayudarles. La seguridad del mundo, incluyendo la de la gente que vive en los países ricos, depende de la capacidad de la comunidad global para demostrar que ayudará a quienes tengan necesidades urgentes. La ayuda puede hacer milagros si es práctica y se dirige a quienes la necesitan. El control de la malaria puede demostrar una vez más esta lección para salvar al mundo.