SEÚL – La pandemia de COVID‑19 ha envuelto la economía global en un manto de sombras que hace imposible anticipar tan siquiera el futuro cercano. Las restricciones a los desplazamientos transfronterizos, sumadas a las medidas nacionales de confinamiento, están reduciendo rápidamente la producción y el consumo globales, y trastocando las cadenas de valor. Las crecientes incertidumbres crean un círculo vicioso, conforme la contracción de la economía real se derrama al sector financiero, lo que a su vez reduce el crédito para las empresas no financieras. Hay buenos motivos para temer que las perturbaciones económicas causadas por la COVID‑19 puedan ser mayores y más duraderas que las de la crisis financiera global de 2008, y tal vez incluso la Gran Depresión de los años treinta.
SEÚL – La pandemia de COVID‑19 ha envuelto la economía global en un manto de sombras que hace imposible anticipar tan siquiera el futuro cercano. Las restricciones a los desplazamientos transfronterizos, sumadas a las medidas nacionales de confinamiento, están reduciendo rápidamente la producción y el consumo globales, y trastocando las cadenas de valor. Las crecientes incertidumbres crean un círculo vicioso, conforme la contracción de la economía real se derrama al sector financiero, lo que a su vez reduce el crédito para las empresas no financieras. Hay buenos motivos para temer que las perturbaciones económicas causadas por la COVID‑19 puedan ser mayores y más duraderas que las de la crisis financiera global de 2008, y tal vez incluso la Gran Depresión de los años treinta.