NUEVA YORK – Hay suficiente dinero en el sector privado para construir la infraestructura renovable del mundo, siempre y cuando las cifras cuadren, y los inversionistas privados en busca de ganancias se las pueden arreglar para hacerlo sin financiamiento gubernamental de ningún tipo.
No obstante, las cifras no cuadran sin algún tipo de subsidio. Por ejemplo, la energía eólica, es de 1,5 a 2 veces más cara que la electricidad producida por plantas que utilizan carbón como combustible. A pesar de que el viento es gratis y hay que pagar por el carbón, los costos de capital iniciales de una turbina eólica y sus cables de transmisión son mucho más altos que los de las plantas de energía convencionales. Los inversionistas necesitan aplicar tarifas por sobre las del mercado para las energías renovables, o compensaciones similares que reflejen los beneficios sociales de las fuentes energéticas que no generan emisiones.
El caso de mi propia firma, Christofferson, Robb & Company (CRC), ilustra cómo los mercados de capitales privados pueden financiar las energías renovables cuando el subsidio es el correcto. En 2005-2006, mi firma adquirió proyectos costeros de 330 megavatios en Alemania y Francia. Nuestro fondo contribuyó con el capital social, y un banco prestó el dinero necesario para financiar la construcción. Una vez que se formó la cartera, vendimos los proyectos a un vehículo creado para este fin, CRC Breeze Finance, que emitió € 470.000.000 de valores respaldados por activos.
Los parques eólicos que construimos convierten la energía cinética del viento en electricidad. Las utilidades obtenidas por la venta de la electricidad se utilizan para pagar la deuda de largo plazo de CRC Breeze Finance. CRC se queda con el dinero restante. Incluso si el viento no sopla tan fuerte como de costumbre o los gastos de mantenimiento y operación resultan mayores de lo esperado, hay suficiente margen como para estar seguros de que se pagará a tiempo a los titulares de los bonos. A tres años del inicio de esta experiencia, las cosas van según lo planeado.
La cartera de CRC Breeze genera ganancias anuales esperadas de cerca de un 8%, las que se pudieron elevar a un 15% con la ayuda del apalancamiento. Nada de esto habría sido posible sin los subsidios gubernamentales.
En Alemania, la Ley de Energía Renovable garantiza una tarifa de alimentación por 20 años y obliga al operador de la matriz a comprar toda la electricidad que un parque eólico pueda producir al precio garantizado. Nuestra tarifa de alimentación fue de cerca de € 83,6 por megavatio-hora (MW/h), en comparación con los precios del mercado libre, que han fluctuado entre € 30 y € 0 por MW/h.
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En los Estados Unidos, el régimen de subsidios anterior a julio de 2009 se basaba en créditos a los impuestos a la producción: por cada megavatio-hora de energía eólica producida, el propietario podía restar cerca de $ 2,5 a su factura tributaria. Esto tenía dos grandes defectos. En primer lugar, los inversionistas que no podían usar las deducciones tributarias tenían que incurrir en considerables gastos para “monetizar” los créditos. En segundo lugar, los créditos tributarios estaban sujetos a una incierta autorización por parte del Congreso. Esta falta de certidumbre socavó de inversión en plantas y equipos o en I y D.
Hoy el Departamento de Energía de los Estados Unidos provee un pago inicial y directo a los desarrolladores de energía eólica equivalente a un 30% de los costes. Se trata de un paso en la dirección correcta, pero un subsidio del 30% del coste no es suficiente para estimular el desarrollo de la capacidad eólica marina.
Estados Unidos no tiene parques eólicos marinos, ni perspectivas de tenerlos por el menos los próximos cinco años. Para considerar tan sólo un obstáculo, no hay embarcaciones adecuadas para instalar las bases mar adentro que cumplan los requisitos de la Ley Jones, que requiere que el trabajo en tales proyectos utilice barcos de bandera estadounidense, construidos en los Estados Unidos, y que sean propiedad y estén operados completamente por ciudadanos estadounidenses. Serían necesarios dos años para construir barcos de estas características, a un coste de 50 millones de dólares. Hasta donde sé, nadie tiene apuro por hacerlo en estos momentos.
Las razones de que en el Reino Unido no se haya desarrollado el potencial de la energía eólica marina son igualmente obvias y no tienen nada que ver con la falta de dinero. Los subsidios son demasiado pequeños y demasiado complicados para inspirar inversiones de capital en costosos equipos especializados, como barcazas autoelevables, grúas para carga pesada, martillos neumáticos para apisonar los cimientos en el lecho marino, y cajas de cambios de alta potencia que no sufran corrosión en el aire húmedo y salado.
Es una lástima, porque el Reino Unido está perdiendo la oportunidad de construir capacidad de generación de energía eólica mar adentro a lo largo de su larga y ventosa costa. Precisa de ella para alcanzar sus objetivos de energías renovables, y en unos cuantos años necesitará toda la electricidad que pueda producir sólo para mantener sus luces encendidas.
Hace 15 meses, en una presentación ante el Comité de Asuntos Económicos de la Cámara de los Lores, predije que todos los proyectos existentes en el Reino Unido, excepto Thanet Offshore Wind, serían abandonados o pospuestos a menos que el Parlamento modificara radicalmente su plan de Certificados de Obligaciones Renovables (ROC, por sus siglas en inglés). Argumenté que, de lo contrario, el Reino Unido terminaría por añadir menos de 300 MW de nueva capacidad eólica por año. Esto permitiría disponer de aproximadamente 3 GW de capacidad para el año 2020, lo que equivale a 1 GW de producción continua, menos del 2% del consumo de 2007. Hasta ahora, eso es precisamente lo que ha ocurrido.
En ese momento, propuse que el Reino Unido pasara del régimen de los ROC a una tarifa de alimentación por 20 años. Todavía creo que esta es la manera correcta de proceder. Con un coste social similar al de los ROC, la tarifa de alimentación daría confianza a las empresas de servicios públicos y a los proveedores de componentes para realizar las fuertes inversiones necesarias. Es de vital importancia que los proyectos actuales, así como los nuevos, se beneficien de cualquier cambio en las políticas. Si los inversionistas perciben que los nuevos proyectos pueden recibir un trato especial, todos decidirán esperar.
El tema de cómo financiar las energías renovables es igual al de cómo subsidiarlas. Los gobiernos no deberían concebir programas de préstamos directos, préstamos con garantía o inversiones en proyectos renovables bajo el supuesto de que el sector privado carece de esta capacidad. En lugar de ello, las autoridades tendrían que estimar el valor de las energías renovables para la sociedad (posiblemente, atribuyendo un diferente valor a las energías solar, eólica, geotérmica y de biomasa) y hacer que las empresas de servicios públicos y los gobiernos paguen adicionalmente por ellas. Los subsidios más eficaces son los que son simples y estables, como en el modelo alemán.
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In 2024, global geopolitics and national politics have undergone considerable upheaval, and the world economy has both significant weaknesses, including Europe and China, and notable bright spots, especially the US. In the coming year, the range of possible outcomes will broaden further.
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NUEVA YORK – Hay suficiente dinero en el sector privado para construir la infraestructura renovable del mundo, siempre y cuando las cifras cuadren, y los inversionistas privados en busca de ganancias se las pueden arreglar para hacerlo sin financiamiento gubernamental de ningún tipo.
No obstante, las cifras no cuadran sin algún tipo de subsidio. Por ejemplo, la energía eólica, es de 1,5 a 2 veces más cara que la electricidad producida por plantas que utilizan carbón como combustible. A pesar de que el viento es gratis y hay que pagar por el carbón, los costos de capital iniciales de una turbina eólica y sus cables de transmisión son mucho más altos que los de las plantas de energía convencionales. Los inversionistas necesitan aplicar tarifas por sobre las del mercado para las energías renovables, o compensaciones similares que reflejen los beneficios sociales de las fuentes energéticas que no generan emisiones.
El caso de mi propia firma, Christofferson, Robb & Company (CRC), ilustra cómo los mercados de capitales privados pueden financiar las energías renovables cuando el subsidio es el correcto. En 2005-2006, mi firma adquirió proyectos costeros de 330 megavatios en Alemania y Francia. Nuestro fondo contribuyó con el capital social, y un banco prestó el dinero necesario para financiar la construcción. Una vez que se formó la cartera, vendimos los proyectos a un vehículo creado para este fin, CRC Breeze Finance, que emitió € 470.000.000 de valores respaldados por activos.
Los parques eólicos que construimos convierten la energía cinética del viento en electricidad. Las utilidades obtenidas por la venta de la electricidad se utilizan para pagar la deuda de largo plazo de CRC Breeze Finance. CRC se queda con el dinero restante. Incluso si el viento no sopla tan fuerte como de costumbre o los gastos de mantenimiento y operación resultan mayores de lo esperado, hay suficiente margen como para estar seguros de que se pagará a tiempo a los titulares de los bonos. A tres años del inicio de esta experiencia, las cosas van según lo planeado.
La cartera de CRC Breeze genera ganancias anuales esperadas de cerca de un 8%, las que se pudieron elevar a un 15% con la ayuda del apalancamiento. Nada de esto habría sido posible sin los subsidios gubernamentales.
En Alemania, la Ley de Energía Renovable garantiza una tarifa de alimentación por 20 años y obliga al operador de la matriz a comprar toda la electricidad que un parque eólico pueda producir al precio garantizado. Nuestra tarifa de alimentación fue de cerca de € 83,6 por megavatio-hora (MW/h), en comparación con los precios del mercado libre, que han fluctuado entre € 30 y € 0 por MW/h.
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En los Estados Unidos, el régimen de subsidios anterior a julio de 2009 se basaba en créditos a los impuestos a la producción: por cada megavatio-hora de energía eólica producida, el propietario podía restar cerca de $ 2,5 a su factura tributaria. Esto tenía dos grandes defectos. En primer lugar, los inversionistas que no podían usar las deducciones tributarias tenían que incurrir en considerables gastos para “monetizar” los créditos. En segundo lugar, los créditos tributarios estaban sujetos a una incierta autorización por parte del Congreso. Esta falta de certidumbre socavó de inversión en plantas y equipos o en I y D.
Hoy el Departamento de Energía de los Estados Unidos provee un pago inicial y directo a los desarrolladores de energía eólica equivalente a un 30% de los costes. Se trata de un paso en la dirección correcta, pero un subsidio del 30% del coste no es suficiente para estimular el desarrollo de la capacidad eólica marina.
Estados Unidos no tiene parques eólicos marinos, ni perspectivas de tenerlos por el menos los próximos cinco años. Para considerar tan sólo un obstáculo, no hay embarcaciones adecuadas para instalar las bases mar adentro que cumplan los requisitos de la Ley Jones, que requiere que el trabajo en tales proyectos utilice barcos de bandera estadounidense, construidos en los Estados Unidos, y que sean propiedad y estén operados completamente por ciudadanos estadounidenses. Serían necesarios dos años para construir barcos de estas características, a un coste de 50 millones de dólares. Hasta donde sé, nadie tiene apuro por hacerlo en estos momentos.
Las razones de que en el Reino Unido no se haya desarrollado el potencial de la energía eólica marina son igualmente obvias y no tienen nada que ver con la falta de dinero. Los subsidios son demasiado pequeños y demasiado complicados para inspirar inversiones de capital en costosos equipos especializados, como barcazas autoelevables, grúas para carga pesada, martillos neumáticos para apisonar los cimientos en el lecho marino, y cajas de cambios de alta potencia que no sufran corrosión en el aire húmedo y salado.
Es una lástima, porque el Reino Unido está perdiendo la oportunidad de construir capacidad de generación de energía eólica mar adentro a lo largo de su larga y ventosa costa. Precisa de ella para alcanzar sus objetivos de energías renovables, y en unos cuantos años necesitará toda la electricidad que pueda producir sólo para mantener sus luces encendidas.
Hace 15 meses, en una presentación ante el Comité de Asuntos Económicos de la Cámara de los Lores, predije que todos los proyectos existentes en el Reino Unido, excepto Thanet Offshore Wind, serían abandonados o pospuestos a menos que el Parlamento modificara radicalmente su plan de Certificados de Obligaciones Renovables (ROC, por sus siglas en inglés). Argumenté que, de lo contrario, el Reino Unido terminaría por añadir menos de 300 MW de nueva capacidad eólica por año. Esto permitiría disponer de aproximadamente 3 GW de capacidad para el año 2020, lo que equivale a 1 GW de producción continua, menos del 2% del consumo de 2007. Hasta ahora, eso es precisamente lo que ha ocurrido.
En ese momento, propuse que el Reino Unido pasara del régimen de los ROC a una tarifa de alimentación por 20 años. Todavía creo que esta es la manera correcta de proceder. Con un coste social similar al de los ROC, la tarifa de alimentación daría confianza a las empresas de servicios públicos y a los proveedores de componentes para realizar las fuertes inversiones necesarias. Es de vital importancia que los proyectos actuales, así como los nuevos, se beneficien de cualquier cambio en las políticas. Si los inversionistas perciben que los nuevos proyectos pueden recibir un trato especial, todos decidirán esperar.
El tema de cómo financiar las energías renovables es igual al de cómo subsidiarlas. Los gobiernos no deberían concebir programas de préstamos directos, préstamos con garantía o inversiones en proyectos renovables bajo el supuesto de que el sector privado carece de esta capacidad. En lugar de ello, las autoridades tendrían que estimar el valor de las energías renovables para la sociedad (posiblemente, atribuyendo un diferente valor a las energías solar, eólica, geotérmica y de biomasa) y hacer que las empresas de servicios públicos y los gobiernos paguen adicionalmente por ellas. Los subsidios más eficaces son los que son simples y estables, como en el modelo alemán.