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El costo de la pérdida de credibilidad de la Fed

CAMBRIDGE – La reacción de los mercados financieros a las últimas decisiones de política monetaria de la Reserva Federal de los Estados Unidos pareció más propia de países en desarrollo que de la economía más poderosa del mundo. Por ser la Fed el banco central con mayor importancia sistémica, esto no es una mera curiosidad, sino que tiene implicaciones para el bienestar económico de los Estados Unidos y de los demás países.

El 21 de septiembre, la Fed reforzó la estrategia que mantiene hace dos meses de hacer subidas de tipos de interés más altas, más rápidas y de mayor duración que las antes previstas. En un hecho sin precedentes, implementó por tercera vez consecutiva un incremento de 75 puntos básicos y envió una fuerte señal de que en las dos últimas reuniones del año podrían aprobarse otras subidas por un total de 125 puntos básicos más. También insinuó que un cambio de rumbo hacia tipos de interés más bajos antes de 2023 es improbable.

La revisión que hizo la Fed de sus pronósticos económicos presenta un panorama preocupante para Estados Unidos y para casi todo el mundo. No sólo prevé menos crecimiento sino también (lo más sorprendente) inflación más alta, algo que ha hecho varias veces estos últimos trimestres.

Las últimas decisiones de la Fed son las de un banco central que está todo el tiempo corriendo detrás de la realidad. Es la clase de cosas que uno encuentra en países en desarrollo con instituciones débiles, no en el emisor de la moneda de reserva del mundo y custodio de los más sofisticados mercados financieros, al que muchos otros países y empresas confían sus ahorros.

La comparación se vuelve todavía más preocupante si se piensa en las consecuencias de la reciente agitación en los mercados. Para empezar, los mercados ven un banco central que, por más que lo intenta, todavía no consigue dar una respuesta suficiente ni a las expectativas de aquellos ni a las presiones sobre el costo de vida. Constantemente obligada por el mercado a hacer más (y con buenos motivos, ya que la inflación núcleo se sitúa en el 6,3% y sigue en aumento), las últimas medidas de la Fed tuvieron el previsible efecto de causar otra marcada reducción de precios de acciones y bonos.

En segundo lugar, los mercados ven un banco central que prevé causar más daño colateral en su intento de alcanzar la meta de inflación. Es lo que dijo este mes el presidente de la Fed, Jerome Powell, que volvió a distanciarse de la posibilidad de un aterrizaje suave, o al menos tirando a suave («softish»), como lo denominó en cierta ocasión. Ya ha señalado varias veces que el futuro traerá más «sufrimiento», lo que implica una probabilidad de recesión incómodamente alta. Un pronóstico que al parecer es compartido por el mercado: la curva de rendimientos está invertida, ya que los bonos del Tesoro a diez años rinden unos 40 puntos básicos menos que los bonos a dos años.

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Estas señales del mercado son un indicio ominoso de que la economía de los Estados Unidos (y por tanto, la economía global) carece a la vez de un anclaje en la política monetaria y de un banco central con credibilidad suficiente. El resultado es que hoy Estados Unidos necesita un mayor endurecimiento monetario que si la Fed hubiera reaccionado en forma creíble y a tiempo. Y eso provocará de hecho «sufrimiento», en la forma de pérdida de crecimiento (real y potencial) y más desempleo, que afectará peor a los segmentos más vulnerables de la sociedad.

Para la economía global, esto se trasladará a una mayor fragilidad del crecimiento, en un momento en que Europa se encamina a una recesión, la economía de China está cada vez más lejos de su potencial y se multiplican pequeños focos de incendio en los países en desarrollo. A pesar de este aumento de la fragilidad, muchos otros bancos centrales no tendrán más alternativa que imitar el ejemplo de la Fed y subir los tipos de interés más de lo que hubiera sido necesario en otras condiciones, para no «importar» más inflación e inestabilidad financiera.

Ahora que la Fed se halla en una situación tan incómoda (de cuya creación es la principal responsable), podría sentirse inclinada a evitar futuras subidas de tipos de interés, sobre todo en vista de las crecientes críticas que la acusan de estar empujando la economía a una recesión, destruyendo riqueza y creando inestabilidad. Pero actuar de tal modo supondría el riesgo de repetir el error de política monetaria de los setenta e imponer a Estados Unidos y al mundo un período todavía más largo de tendencias estanflacionarias. Por el contrario, la Fed tiene que hacer mucho más en el sentido de contener los efectos adversos del error que cometió, apelando, entre otras cosas, a un pensamiento innovador respecto de su marco de política monetaria y colaboración más proactiva con otras entidades formuladoras de políticas (dentro y fuera de los Estados Unidos).

Lamentablemente, ya es muy tarde para evitar todos los perjuicios económicos y sociales del daño que la Fed se causó en su propia credibilidad. Es evidente que el banco central demoró demasiado en dar respuesta a la inflación. Pero todavía no es demasiado tarde para contener los daños, y es crucial hacerlo.

Traducción: Esteban Flamini

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