NUEVA YORK – En la política pública, las conversaciones de paz, las campañas electorales o la estrategia empresarial, exponer intenciones, promesas y compromisos nunca es suficiente. Es tan sólo un primer paso hacia un fin deseado... y totalmente carente de sentido, a no ser que se den el segundo, el tercero y todos los necesarios pasos siguientes. Además, al darse el primer paso, se pone en marcha el reloj de la confianza de los demás en que se darán de verdad los pasos siguientes o, si no, se corre el riesgo de infundir la falsa impresión de que, si no se ha alcanzado un objetivo determinado, ha sido porque las intenciones eran erróneas (o irrelevantes) y no por una ejecución inadecuada. Podemos ver ejemplos de ello prácticamente dondequiera que miremos.
NUEVA YORK – En la política pública, las conversaciones de paz, las campañas electorales o la estrategia empresarial, exponer intenciones, promesas y compromisos nunca es suficiente. Es tan sólo un primer paso hacia un fin deseado... y totalmente carente de sentido, a no ser que se den el segundo, el tercero y todos los necesarios pasos siguientes. Además, al darse el primer paso, se pone en marcha el reloj de la confianza de los demás en que se darán de verdad los pasos siguientes o, si no, se corre el riesgo de infundir la falsa impresión de que, si no se ha alcanzado un objetivo determinado, ha sido porque las intenciones eran erróneas (o irrelevantes) y no por una ejecución inadecuada. Podemos ver ejemplos de ello prácticamente dondequiera que miremos.