cesarini1_Nodar ChernishevGetty Images_newspapers Nodar Chernishev/Getty Images

Un comisario de democracia para Europa

BRUSELAS – Cuando la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, asumió el cargo en diciembre de 2019 determinó que «dar un nuevo impulso a la democracia europea» sería una de sus seis políticas prioritarias y —ya pasadas las elecciones del Parlamento Europeo, del 6 al 9 de junio— todavía no se ha abordado adecuadamente una de las mayores amenazas a la democracia: los riesgos que enfrenta el sector de medios europeo.

Los responsables políticos de la UE han, ciertamente, dado pasos importantes para salvaguardar a los medios: en 2022 entraron en vigor el Reglamento de Mercados Digitales, que limita el poder de las plataformas digitales más grandes como «guardianas», y el Reglamento de Servicios Digitales, que las obliga a ser más transparentes y a rendir cuentas; también se aprobaron ahora la Ley de Inteligencia Artificial, centrada en el desarrollo de IA «confiable», y el Reglamento Europeo sobre la Libertad de los Medios de Comunicación, diseñado para proteger a los medios de la interferencia política y económica.

Pero los desafíos que enfrentan los medios de difusión siguen siendo formidables; la Internet cambió de manera drástica los modelos de negocios y obligó a las editoriales a recortar fuertemente la cantidad de periodistas (por ejemplo, el 60 % de los puestos de trabajo en periódicos estadounidenses desaparecieron desde 1990). Al mismo tiempo, los medios digitales no compensaron completamente esos recortes, con la llegada de la IA, esa tendencia podría intensificarse y dejar sin empleo a la mayoría de los periodistas que no pertenecen a difusoras públicas. Mientras tanto, los oligarcas dominan la esfera mediática en muchos países y la desinformación se extiende como un reguero de pólvora.

Es urgente actuar de manera audaz para salvaguardar y proteger a los medios libres e independientes. La solidez de los medios de difusión es, como lo reconoce el Plan de Acción para la Democracia de la UE, uno de los pilares de las democracias... pero para el mandato de la UE entre 2024 y 2029 no alcanza con implementar la legislación ya aprobada, los periodistas no viven del imperio de la ley y los lineamientos para la IA. Los líderes de la UE deben demostrar que se toman en serio la sostenibilidad de los medios de difusión y para ello la próxima Comisión Europea debiera implementar una «política industrial de medios de difusión» y reagrupar los recursos relacionados para crear una Dirección general de democracia y medios de difusión, supervisada por un «comisario de democracia».

La política industrial no equivale al control estatal ni tiene que ser costosa, debiéramos entenderla como la coordinación de los esfuerzos del sector público para lograr que un sector estratégico se transforme a sí mismo. Europa lo ha hecho en muchos casos, a menudo con un impacto importante. Una política industrial de medios exitosa enfatizaría cinco prioridades.

En primer lugar, alentaría las regulaciones que maximicen el impacto de la legislación: aunque los reglamentos recientes son fundamentales y debieran trasladarse a leyes nacionales, depende de los reguladores —como las autoridades de telecomunicaciones y competencia— nutrir un ecosistema informativo que refleje un mejor equilibrio entre las organizaciones de medios y las plataformas digitales.

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Por ejemplo, las plataformas debieran estar obligadas a incluir «indicadores de confianza» en sus algoritmos —algo que aceptaron, en principio, hace seis años—; eso reduciría la difusión de las noticias falsas y ampliaría la audiencia de contenidos de calidad, lo que a su vez aumentaría los ingresos de las editoriales y difusoras por publicidad y suscripciones.

En segundo lugar, aunque la investigación y el desarrollo de IA están relativamente bien financiados, para el sector de los medios harán falta creatividad y foco. El Plan de acción para los medios de comunicación y audiovisuales de la UE, que aún está en la etapa inicial de implementación, procura explícitamente fomentar la innovación en el sector. Incluye a la iniciativa NEWS, que agrupa acciones de la UE para fortalecer al sector de las noticias. Extender esos esfuerzos no sería necesariamente más costoso.

Por ejemplo, la UE convoca todos los años a «Asociaciones Periodísticas», que son colaboraciones transfronterizas entre organizaciones de noticias, centradas en modelos de negocios innovadores o la transformación de las salas de redacción; pero ese programa —cuya demanda ya supera con creces a la oferta— solo recibe 6 millones de euros (6,5 millones de dólares) al año. En el futuro, los procedimientos de financiamiento de otras direcciones generales de la Comisión Europea debieran incluir el etiquetado adicional de «NOTICIAS» para todas las propuestas relevantes de la UE para los medios de noticias.

En tercer lugar, el sector de los medios depende actualmente y en su mayor parte de los anuncios y suscripciones. Hay que diversificar el financiamiento, incluido el apoyo público a la innovación, pero sin subsidiar  los salarios de los periodistas, algo que distorsionaría la ética del sector.

Las compras gubernamentales, la filantropía y las nuevas formas de inversión también tienen su papel a la hora de apoyar la transformación. Los organismos públicos debieran transferir sus presupuestos publicitarios a medios de calidad. La filantropía puede corregir los fallos del mercado y complementar los programas de la UE. Y en cuanto a la inversión, la reducción del costo del capital con fondos soberanos podría atraer a inversores de impacto y proteger a los medios contra los oligarcas. El programa InvestEU debiera incluir un componente dedicado a las NOTICIAS.

La cuarta prioridad es la transformación estructural: tanto en la UE como en otros lugares unas pocas grandes plataformas dominan el ecosistema informativo y publicitario. Comparadas con ellas, las editoriales de noticias —que suelen limitar sus operaciones a un único país, y hasta a una sola localidad— son diminutas. El combate entre un ejército de enanos sin coordinación y un oligopolio no es sostenible.

Con un enfoque más adecuado, las organizaciones compartirían algunos de los costos —especialmente cuando pasen de costos variables (como la impresión y distribución física) a gastos fijos (como los salarios de los editores, la informática y los lanzamientos de productos). Esto se puede lograr mediante la cooperación e, incluso, la consolidación. Aunque las fusiones en contextos nacionales o locales podrían amenazar a la pluralidad y el empleo, los acuerdos internacionales permitirían fortalecer a todas las marcas involucradas, mantener el empleo y reducir la influencia de los gobiernos nacionales. Para facilitar ese proceso, los encargados de proteger la competencia podrían fijar metas relacionadas con la pluralidad (por ejemplo, que se mantengan marcas diversas como condición para la aprobación de las fusiones) y alentar la transformación de las salas de redacción (cuando esté en juego la ayuda estatal).

Finalmente, hay que mejorar tanto las habilidades individuales como las colectivas, los periodistas no solo deben ser capaces de lidiar con la IA sino también de aprovechar al máximo las innovaciones en las tecnologías de la información y el mercadeo. Para la cooperación internacional son necesarias además las habilidades institucionales, como la experiencia en áreas de cambio fundamentales (principalmente, la IA). Como esos imperativos se encuentran en la intersección de la educación y la investigación, corresponde que reciban apoyo público.

Durante el próximo mandato de la UE, la mayoría de los medios independientes, de uno u otro modo, desaparecerán o reducirán su tamaño... pero si los líderes de la UE hacen bien su trabajo, muchos podrán resurgir con mayor resiliencia.

Traducción al español por Ant-Translation.

https://prosyn.org/odCP1pyes