PARÍS – Las crisis someten a los gobiernos a duras evaluaciones. En 2008, la mayoría actuó en forma deficiente cuando el mundo desarrollado se sumió en el caos financiero. Y unos pocos años más tarde la mayoría de sus líderes habían perdido las elecciones cuando el enojo de la gente alcanzó su punto máximo. Hasta ahora, los gobiernos respondieron mucho mejor frente a las secuelas económicas por el impacto de la COVID-19. ¿Los recompensarán los votantes?, ¿o los sistemas democráticos serán, una vez más, presa de la furia popular? Nuestro futuro político depende de la evaluación que hagan los votantes del desempeño de los líderes de sus países.
PARÍS – Las crisis someten a los gobiernos a duras evaluaciones. En 2008, la mayoría actuó en forma deficiente cuando el mundo desarrollado se sumió en el caos financiero. Y unos pocos años más tarde la mayoría de sus líderes habían perdido las elecciones cuando el enojo de la gente alcanzó su punto máximo. Hasta ahora, los gobiernos respondieron mucho mejor frente a las secuelas económicas por el impacto de la COVID-19. ¿Los recompensarán los votantes?, ¿o los sistemas democráticos serán, una vez más, presa de la furia popular? Nuestro futuro político depende de la evaluación que hagan los votantes del desempeño de los líderes de sus países.