MADRID – Los populismos, con sus autoproclamadas victorias sobre las élites, coinciden en señalar a la globalización como la causa de los problemas que sufren los ciudadanos. Sus discursos están especialmente dirigidos a quienes, en los últimos años, han visto descender su nivel de vida y se han sentido ajenos a los procesos globales, de los que otros parecían beneficiarse. Es cierto que estos agravios no han sido la única chispa que ha encendido el movimiento anti-globalización, y prueba de ello es que también ha calado en países con bajas tasas de desempleo y salarios crecientes, pero el debate ocupa la actualidad y no debemos ignorarlo.
MADRID – Los populismos, con sus autoproclamadas victorias sobre las élites, coinciden en señalar a la globalización como la causa de los problemas que sufren los ciudadanos. Sus discursos están especialmente dirigidos a quienes, en los últimos años, han visto descender su nivel de vida y se han sentido ajenos a los procesos globales, de los que otros parecían beneficiarse. Es cierto que estos agravios no han sido la única chispa que ha encendido el movimiento anti-globalización, y prueba de ello es que también ha calado en países con bajas tasas de desempleo y salarios crecientes, pero el debate ocupa la actualidad y no debemos ignorarlo.