La relación entre las Naciones Unidas y el movimiento en pro de los derechos humanos siempre ha sido ambigua. Por una parte, la ideología de los derechos humanos –y se trata de una ideología, exactamente igual que lo fue el comunismo o lo es el neoliberalismo hoy- es profundamente legalista, pues debe su legitimidad a tratados y otros instrumentos internacionales y nacionales. Ente ellos figura, como primus inter pares, la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas formulada en 1948. El movimiento moderno en pro de los derechos humanos nació en las Naciones Unidas y en muchos sentidos nunca ha salido de ellas.
La relación entre las Naciones Unidas y el movimiento en pro de los derechos humanos siempre ha sido ambigua. Por una parte, la ideología de los derechos humanos –y se trata de una ideología, exactamente igual que lo fue el comunismo o lo es el neoliberalismo hoy- es profundamente legalista, pues debe su legitimidad a tratados y otros instrumentos internacionales y nacionales. Ente ellos figura, como primus inter pares, la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas formulada en 1948. El movimiento moderno en pro de los derechos humanos nació en las Naciones Unidas y en muchos sentidos nunca ha salido de ellas.