MILÁN – La desregulación vuelve a estar de moda a ambos lados del Atlántico. Es uno de los pilares principales de la agenda del presidente estadounidense Donald Trump: ha firmado una orden ejecutiva que exige a las agencias gubernamentales eliminar diez regulaciones por cada una que introduzcan. También es una prioridad para la Comisión Europea, que se ha comprometido a reducir las «cargas administrativas» no menos de un 25%. Y está en todos los medios, incluida la portada de The Economist. Pero ¿es la desregulación tan buena para la competitividad económica como afirman sus defensores?
MILÁN – La desregulación vuelve a estar de moda a ambos lados del Atlántico. Es uno de los pilares principales de la agenda del presidente estadounidense Donald Trump: ha firmado una orden ejecutiva que exige a las agencias gubernamentales eliminar diez regulaciones por cada una que introduzcan. También es una prioridad para la Comisión Europea, que se ha comprometido a reducir las «cargas administrativas» no menos de un 25%. Y está en todos los medios, incluida la portada de The Economist. Pero ¿es la desregulación tan buena para la competitividad económica como afirman sus defensores?