LONDRES – Los líderes autocráticos a menudo buscan nuevas maneras de socavar el derecho a protestar, porque saben que protestar puede ser una fuerza extraordinariamente poderosa para el cambio político y social. A lo largo de la última década, las protestas derrocaron a autócratas, obligaron a gobiernos y corporaciones a reconocer la emergencia climática, dieron voz a los trabajadores que sufren bajo sistemas económicos injustos, e instaron a reformas para hacer frente a la brutalidad policial y el racismo estructural.
LONDRES – Los líderes autocráticos a menudo buscan nuevas maneras de socavar el derecho a protestar, porque saben que protestar puede ser una fuerza extraordinariamente poderosa para el cambio político y social. A lo largo de la última década, las protestas derrocaron a autócratas, obligaron a gobiernos y corporaciones a reconocer la emergencia climática, dieron voz a los trabajadores que sufren bajo sistemas económicos injustos, e instaron a reformas para hacer frente a la brutalidad policial y el racismo estructural.