Washington DC – La COVID-19 es una bomba de tiempo en África. Algunos de sus riesgos han sido ampliamente documentados: los sistemas de atención sanitaria son endebles y están sobrecargados; diez países africanos, según consta, no tienen ni siquiera un solo respirador. La provisión de alimentos es inestable y ya sufrió interrupciones importantes, y más de 18 millones de personas son refugiados o desplazados internos, lo que las pone en situación de especial vulnerabilidad. Pero no se está teniendo en cuenta otro gran obstáculo a la respuesta eficaz ante la COVID-19: la corrupción generalizada.
Washington DC – La COVID-19 es una bomba de tiempo en África. Algunos de sus riesgos han sido ampliamente documentados: los sistemas de atención sanitaria son endebles y están sobrecargados; diez países africanos, según consta, no tienen ni siquiera un solo respirador. La provisión de alimentos es inestable y ya sufrió interrupciones importantes, y más de 18 millones de personas son refugiados o desplazados internos, lo que las pone en situación de especial vulnerabilidad. Pero no se está teniendo en cuenta otro gran obstáculo a la respuesta eficaz ante la COVID-19: la corrupción generalizada.