NORWICH – El aumento de las temperaturas globales se sitúa una vez más en el centro de la agenda mundial gracias a la conferencia sobre cambio climático de Naciones Unidas que se celebra en Bonn, Alemania. Sin embargo, ¿por qué preocuparse por las mayores temperaturas, si no es por sus efectos sobre la vida en la Tierra, incluida la vida humana?
Se trata de una pregunta importante si consideramos la relativa falta de atención hacia una amenaza estrechamente relacionada e igualmente relevante para la supervivencia humana: el alarmante ritmo de la pérdida de la biodiversidad mundial.
La disponibilidad de alimentos, agua y energía (componentes fundamentales de la seguridad de cada país) depende de la existencia de ecosistemas sanos, fuertes y diversos, y de la vida que los habita. No obstante, a consecuencia de la actividad humana la biodiversidad planetaria está disminuyendo con mayor rapidez que en cualquier otro momento de la historia. Sin embargo, muchos responsables políticos aún no se han percatado de que la pérdida de biodiversidad es una amenaza tan grave como el aumento del nivel del mar y los cada vez más frecuentes fenómenos meteorológicos extremos.
Esta falta de suficiente atención ocurre a pesar de los compromisos internacionales para proteger la biodiversidad. Los líderes mundiales se reunieron en octubre de 2010 en Aichi, Japón, y elaboraron el Plan Estratégico para la diversidad biológica 2011-2020, que incluía 20 ambiciosos objetivos, como reducir a la mitad la pérdida global de hábitats y poner fin a la sobrepesca, que los signatarios acordaron alcanzar en 2020. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU también incluyen específicamente la salvaguarda de la biodiversidad, si bien es probable que el progreso hacia estos objetivos mundiales de diversidad biológica sea peligrosamente inferior a lo necesario para garantizar un futuro aceptable para todos.
Los responsables políticos han coincidido ampliamente en la importancia de mantener el aumento de la temperatura global a menos de 2°C por sobre los niveles preindustriales, es decir el objetivo del acuerdo climático de París. Pese a ello, muy pocos han mostrado algún sentimiento de urgencia para frenar las pérdidas de biodiversidad. El futuro sostenible que anhelamos depende de poner fin a esta indiferencia.
Con este propósito, la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES, por sus siglas en inglés) que presido presentará en marzo próximo una serie de informes de referencia sobre las implicaciones del declive de la biodiversidad, preparados a lo largo de tres años por más de 550 expertos de unos 100 países y consistentes en evaluaciones que abarcarán cuatro regiones del mundo: América, Asia y el Pacífico, África y Europa y Asia Central. Un quinto informe abordará el estado de la degradación y regeneración de los suelos a nivel regional y mundial.
Los informes destacarán las tendencias y los futuros posibles, perfilando las mejores opciones de políticas disponibles para ralentizar la degradación de los ecosistemas, desde los arrecifes de coral hasta las selvas y los bosques lluviosos. En su conjunto las evaluaciones de IPBES representarán la visión consensuada de la comunidad científica mundial sobre el estado de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos.
Los informes también subrayarán la estrecha relación entre la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, que deberían abordarse de forma simultánea. El mundo no podrá cumplir los objetivos del Acuerdo de París ni muchos de los ODS, a menos que tenga en cuenta el estado de la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas.
Actualmente la mayoría de los gobiernos separa sus autoridades ambientales de las que se encargan de la energía, la agricultura y la planificación. Por ello resulta difícil abordar de una manera holística el cambio climático o las pérdidas de biodiversidad. Se requieren nuevos modelos de estructuras gubernamentales innovadoras para reducir esta compartimentación de políticas.
Tras la presentación de los informes regionales de IPBES del próximo año se publicará en 2019 una valoración global basada en ellos, la que constituirá el primer panorama global de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos desde la reputada Evaluación de Ecosistemas del Milenio de 2005. Examinará el estado de los ecosistemas terrestres, de agua dulce y marinos, y el impacto de factores como la acidificación, el aumento de las temperaturas de la superficie del mar, el comercio, las especies invasoras, la sobrepesca, la contaminación y los cambios de uso del suelo.
Para que los esfuerzos orientados a revertir los usos no sostenibles de los recursos naturales del planeta resulten exitosos, será preciso que los responsables políticos reconsideren el valor de la biodiversidad para sus pueblos, medioambientes y economías. Sin embargo, para tomar decisiones sensatas el primer paso será asegurarnos de tener el mejor conocimiento verificado por pares expertos disponible; con las próximas evaluaciones de IPBES avanzaremos en esta dirección.
Si hemos de afrontar todas las consecuencias del cambio climático a lo largo de nuestras vidas, debemos reconocer que la actividad humana no se limita a agregar unos pocos grados de temperatura a la previsión anual. A principios del próximo año tendremos tanto los datos sobre biodiversidad y servicios ecosistémicos para demostrarlo, como las opciones de políticas para cambiar de rumbo.
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen
NORWICH – El aumento de las temperaturas globales se sitúa una vez más en el centro de la agenda mundial gracias a la conferencia sobre cambio climático de Naciones Unidas que se celebra en Bonn, Alemania. Sin embargo, ¿por qué preocuparse por las mayores temperaturas, si no es por sus efectos sobre la vida en la Tierra, incluida la vida humana?
Se trata de una pregunta importante si consideramos la relativa falta de atención hacia una amenaza estrechamente relacionada e igualmente relevante para la supervivencia humana: el alarmante ritmo de la pérdida de la biodiversidad mundial.
La disponibilidad de alimentos, agua y energía (componentes fundamentales de la seguridad de cada país) depende de la existencia de ecosistemas sanos, fuertes y diversos, y de la vida que los habita. No obstante, a consecuencia de la actividad humana la biodiversidad planetaria está disminuyendo con mayor rapidez que en cualquier otro momento de la historia. Sin embargo, muchos responsables políticos aún no se han percatado de que la pérdida de biodiversidad es una amenaza tan grave como el aumento del nivel del mar y los cada vez más frecuentes fenómenos meteorológicos extremos.
Esta falta de suficiente atención ocurre a pesar de los compromisos internacionales para proteger la biodiversidad. Los líderes mundiales se reunieron en octubre de 2010 en Aichi, Japón, y elaboraron el Plan Estratégico para la diversidad biológica 2011-2020, que incluía 20 ambiciosos objetivos, como reducir a la mitad la pérdida global de hábitats y poner fin a la sobrepesca, que los signatarios acordaron alcanzar en 2020. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU también incluyen específicamente la salvaguarda de la biodiversidad, si bien es probable que el progreso hacia estos objetivos mundiales de diversidad biológica sea peligrosamente inferior a lo necesario para garantizar un futuro aceptable para todos.
Los responsables políticos han coincidido ampliamente en la importancia de mantener el aumento de la temperatura global a menos de 2°C por sobre los niveles preindustriales, es decir el objetivo del acuerdo climático de París. Pese a ello, muy pocos han mostrado algún sentimiento de urgencia para frenar las pérdidas de biodiversidad. El futuro sostenible que anhelamos depende de poner fin a esta indiferencia.
Con este propósito, la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES, por sus siglas en inglés) que presido presentará en marzo próximo una serie de informes de referencia sobre las implicaciones del declive de la biodiversidad, preparados a lo largo de tres años por más de 550 expertos de unos 100 países y consistentes en evaluaciones que abarcarán cuatro regiones del mundo: América, Asia y el Pacífico, África y Europa y Asia Central. Un quinto informe abordará el estado de la degradación y regeneración de los suelos a nivel regional y mundial.
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Los informes destacarán las tendencias y los futuros posibles, perfilando las mejores opciones de políticas disponibles para ralentizar la degradación de los ecosistemas, desde los arrecifes de coral hasta las selvas y los bosques lluviosos. En su conjunto las evaluaciones de IPBES representarán la visión consensuada de la comunidad científica mundial sobre el estado de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos.
Los informes también subrayarán la estrecha relación entre la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, que deberían abordarse de forma simultánea. El mundo no podrá cumplir los objetivos del Acuerdo de París ni muchos de los ODS, a menos que tenga en cuenta el estado de la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas.
Actualmente la mayoría de los gobiernos separa sus autoridades ambientales de las que se encargan de la energía, la agricultura y la planificación. Por ello resulta difícil abordar de una manera holística el cambio climático o las pérdidas de biodiversidad. Se requieren nuevos modelos de estructuras gubernamentales innovadoras para reducir esta compartimentación de políticas.
Tras la presentación de los informes regionales de IPBES del próximo año se publicará en 2019 una valoración global basada en ellos, la que constituirá el primer panorama global de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos desde la reputada Evaluación de Ecosistemas del Milenio de 2005. Examinará el estado de los ecosistemas terrestres, de agua dulce y marinos, y el impacto de factores como la acidificación, el aumento de las temperaturas de la superficie del mar, el comercio, las especies invasoras, la sobrepesca, la contaminación y los cambios de uso del suelo.
Para que los esfuerzos orientados a revertir los usos no sostenibles de los recursos naturales del planeta resulten exitosos, será preciso que los responsables políticos reconsideren el valor de la biodiversidad para sus pueblos, medioambientes y economías. Sin embargo, para tomar decisiones sensatas el primer paso será asegurarnos de tener el mejor conocimiento verificado por pares expertos disponible; con las próximas evaluaciones de IPBES avanzaremos en esta dirección.
Si hemos de afrontar todas las consecuencias del cambio climático a lo largo de nuestras vidas, debemos reconocer que la actividad humana no se limita a agregar unos pocos grados de temperatura a la previsión anual. A principios del próximo año tendremos tanto los datos sobre biodiversidad y servicios ecosistémicos para demostrarlo, como las opciones de políticas para cambiar de rumbo.
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen