TOKIO – En la fantasía distópica Blade Runner 2049, dentro de 32 años Los Ángeles se parece mucho a las mega-ciudades de China de hoy: gris, contaminada y dominada por torres altas adornadas con carteles publicitarios centelleantes de neón. El espectador nunca llega a saber mucho sobre el mundo exterior, muchos menos sobre la moneda en la que se comercializan los productos anunciados. ¿El dólar estadounidense todavía es dominante, el renminbi chino ha tomado la posta o alguna otra moneda se ha vuelto prominente a nivel global?
TOKIO – En la fantasía distópica Blade Runner 2049, dentro de 32 años Los Ángeles se parece mucho a las mega-ciudades de China de hoy: gris, contaminada y dominada por torres altas adornadas con carteles publicitarios centelleantes de neón. El espectador nunca llega a saber mucho sobre el mundo exterior, muchos menos sobre la moneda en la que se comercializan los productos anunciados. ¿El dólar estadounidense todavía es dominante, el renminbi chino ha tomado la posta o alguna otra moneda se ha vuelto prominente a nivel global?