MADRID – Del matemático francés Blaise Pascal es célebre el “no es cierto que todo sea incierto”. Pero si se hubiese enfrentado a la realidad del brexit, quizás habría reconsiderado su postulado. Pese a que una salida moderada sigue pareciendo probable, la incertidumbre y la animosidad no han cesado de crecer en las últimas semanas. Es la paradoja del brexit: cuanto más se tarde en reintroducir el pragmatismo en el debate, más posibilidades hay de que los inquietantes efectos de lo desconocido inflijan un daño irreversible tanto en el Reino Unido como en la Unión Europea.
MADRID – Del matemático francés Blaise Pascal es célebre el “no es cierto que todo sea incierto”. Pero si se hubiese enfrentado a la realidad del brexit, quizás habría reconsiderado su postulado. Pese a que una salida moderada sigue pareciendo probable, la incertidumbre y la animosidad no han cesado de crecer en las últimas semanas. Es la paradoja del brexit: cuanto más se tarde en reintroducir el pragmatismo en el debate, más posibilidades hay de que los inquietantes efectos de lo desconocido inflijan un daño irreversible tanto en el Reino Unido como en la Unión Europea.