LONDRES – La campaña por la dirección del Partido Laborista Británico no suele ser un acontecimiento transcendental, pero la reciente contienda entre dos hermanos –David y Ed Miliband– no sólo ha brindado material para un fascinante drama familiar; también ha ilustrado algunas peculiaridades de las culturas democráticas que con frecuencia pasan inadvertidas y la extraña relación entre lo personal y lo político que forma parte de la jerarquía del protocolo democrático.
LONDRES – La campaña por la dirección del Partido Laborista Británico no suele ser un acontecimiento transcendental, pero la reciente contienda entre dos hermanos –David y Ed Miliband– no sólo ha brindado material para un fascinante drama familiar; también ha ilustrado algunas peculiaridades de las culturas democráticas que con frecuencia pasan inadvertidas y la extraña relación entre lo personal y lo político que forma parte de la jerarquía del protocolo democrático.