TEL AVIV – Finalmente se ha hecho realidad la tregua tan buscada entre Israel y Hamas en la Franja de Gaza. Llegar a esta situación inestable no ha sido fácil. Durante meses, personas sabias y responsables habían exhortado a Israel a que aceptara el cese al fuego propuesto por los líderes de Hamas en Gaza, pero el gobierno de Israel se había resistido obstinadamente, utilizando todo tipo de pretextos.
"Una tregua debilitará al Presidente palestino Abu Mazen", decían los funcionarios, como si la construcción de nuevos asentamientos israelíes en Jerusalén oriental y la negativa a desmantelar los anteriores asentamientos ilegales no lo hubieran debilitado ya. O, decían, "Hamas no reconoce al Estado de Israel", como si otros acuerdos de cese al fuego con los Estados árabes y la OLP en los últimos 60 años se hubieran basado en el reconocimiento de Israel y no en un principio ético sencillo que ha guiado a Israel durante muchos años, a saber, obtener una pausa en las hostilidades, para nosotros y nuestros enemigos.
Sin embargo, al final prevaleció la lógica sobre el escapismo y la duda, se firmó el cese al fuego y sólo debemos lamentar el tiempo que se perdió y el sufrimiento innecesario en ambos bandos.
En esta guerra, que lleva ya casi un siglo, es importante tener en mente un principio: los palestinos son los vecinos de Israel y vivirán a su lado para siempre. Por este simple hecho, las consideraciones militares son muy distintas de las que existen entre países lejanos. Los recuerdos de la sangre derramada, sea israelí o palestina, quedan vivos en la memoria de ambos pueblos. Un alto inmediato a las hostilidades es por lo tanto más importante que una "capitulación" quimérica a largo plazo.
El lanzamiento de cinco cohetes Qassam hacia Israel cinco días después de la firma de la tregua indica que es precaria. ¿Puede entonces evolucionar y convertirse en algo durable? Quienes se oponen a ella predicen –en efecto, desean—que dure poco.
Pero aun entre los escépticos hay muchas esperanzas. Ciertamente si esta nueva tregua es simplemente técnica, si no se hacen esfuerzos para estabilizarla y consolidarla, podría convertirse en otro episodio amargo más. Pero todos los que temían una "gran ofensiva israelí" en Gaza deben hacer el mayor esfuerzo para fortalecer la tregua y crear un entorno en el que las tensiones se relajen y que con el tiempo pueda conducir a un acuerdo de paz con la Autoridad Palestina.
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¿Qué hay que hacer entonces para que esto suceda? Sobre todo, las fronteras entre Israel y los territorios palestinos deben reabrirse para los enfermos, los estudiantes y las familias que quedaron separadas por el bloqueo.
En segundo lugar, se debe fijar una cuota generosa (y, con el tiempo, creciente) de trabajadores palestinos en Israel –en efecto, se les debe permitir que trabajen en las zonas agrícolas alrededor de Gaza que fueron las más afectadas por los cohetes. Que los palestinos trabajen en Israel es bueno para ambos bandos y mejor que los extranjeros que vienen de tierras lejanas y llevan una vida aislada y solitaria en Israel bajo la constante amenaza de ser expulsados.
Los trabajadores palestinos que regresan a su casa todas las noches no se apartan de su vida normal. Los futuros trabajadores de Gaza que tengan el derecho moral de ganarse la vida en Israel apoyarán naturalmente el mantenimiento de la tregua.
Además se deben reiniciar los proyectos industriales anteriores que fracasaron debido a las hostilidades y es necesario que resulten más legítimos a ojos de Hamas mediante la participación del Estado árabe. Israel también debe dejar de matar a los terroristas de Hamas en Cisjordania –o al menos hacerlo lo menos posible—y permitir a la Autoridad Palestina que se ocupe de ellos a su manera.
Sobre todo, debemos asegurar que el armisticio tenga su propia dinámica. En un estado de guerra, las personas se acostumbran al status quo y no pueden imaginar otra cosa. Pero cuando las tensiones se relajan, la idea de recurrir a las armas se vuelve dolorosa e insoportable porque significa regresar a las experiencias familiares y terribles del sufrimiento.
Por lo tanto, esta tregua no debe verse como un pedazo de papel con cierto significado legal, sino como una planta a la que hay que cuidar, regar y proteger para que al crecer se convierta en un árbol fuerte y robusto que no puedan destruir un cohete ocasional o una granada perdida.
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Today's profound global uncertainty is not some accident of history or consequence of values-free technologies. Rather, it reflects the will of rival great powers that continue to ignore the seminal economic and social changes underway in other parts of the world.
explains how Malaysia and other middle powers are navigating increasingly uncertain geopolitical terrain.
US President Donald Trump’s import tariffs have triggered a wave of retaliatory measures, setting off a trade war with key partners and raising fears of a global downturn. But while Trump’s protectionism and erratic policy shifts could have far-reaching implications, the greatest victim is likely to be the United States itself.
warns that the new administration’s protectionism resembles the strategy many developing countries once tried.
TEL AVIV – Finalmente se ha hecho realidad la tregua tan buscada entre Israel y Hamas en la Franja de Gaza. Llegar a esta situación inestable no ha sido fácil. Durante meses, personas sabias y responsables habían exhortado a Israel a que aceptara el cese al fuego propuesto por los líderes de Hamas en Gaza, pero el gobierno de Israel se había resistido obstinadamente, utilizando todo tipo de pretextos.
"Una tregua debilitará al Presidente palestino Abu Mazen", decían los funcionarios, como si la construcción de nuevos asentamientos israelíes en Jerusalén oriental y la negativa a desmantelar los anteriores asentamientos ilegales no lo hubieran debilitado ya. O, decían, "Hamas no reconoce al Estado de Israel", como si otros acuerdos de cese al fuego con los Estados árabes y la OLP en los últimos 60 años se hubieran basado en el reconocimiento de Israel y no en un principio ético sencillo que ha guiado a Israel durante muchos años, a saber, obtener una pausa en las hostilidades, para nosotros y nuestros enemigos.
Sin embargo, al final prevaleció la lógica sobre el escapismo y la duda, se firmó el cese al fuego y sólo debemos lamentar el tiempo que se perdió y el sufrimiento innecesario en ambos bandos.
En esta guerra, que lleva ya casi un siglo, es importante tener en mente un principio: los palestinos son los vecinos de Israel y vivirán a su lado para siempre. Por este simple hecho, las consideraciones militares son muy distintas de las que existen entre países lejanos. Los recuerdos de la sangre derramada, sea israelí o palestina, quedan vivos en la memoria de ambos pueblos. Un alto inmediato a las hostilidades es por lo tanto más importante que una "capitulación" quimérica a largo plazo.
El lanzamiento de cinco cohetes Qassam hacia Israel cinco días después de la firma de la tregua indica que es precaria. ¿Puede entonces evolucionar y convertirse en algo durable? Quienes se oponen a ella predicen –en efecto, desean—que dure poco.
Pero aun entre los escépticos hay muchas esperanzas. Ciertamente si esta nueva tregua es simplemente técnica, si no se hacen esfuerzos para estabilizarla y consolidarla, podría convertirse en otro episodio amargo más. Pero todos los que temían una "gran ofensiva israelí" en Gaza deben hacer el mayor esfuerzo para fortalecer la tregua y crear un entorno en el que las tensiones se relajen y que con el tiempo pueda conducir a un acuerdo de paz con la Autoridad Palestina.
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¿Qué hay que hacer entonces para que esto suceda? Sobre todo, las fronteras entre Israel y los territorios palestinos deben reabrirse para los enfermos, los estudiantes y las familias que quedaron separadas por el bloqueo.
En segundo lugar, se debe fijar una cuota generosa (y, con el tiempo, creciente) de trabajadores palestinos en Israel –en efecto, se les debe permitir que trabajen en las zonas agrícolas alrededor de Gaza que fueron las más afectadas por los cohetes. Que los palestinos trabajen en Israel es bueno para ambos bandos y mejor que los extranjeros que vienen de tierras lejanas y llevan una vida aislada y solitaria en Israel bajo la constante amenaza de ser expulsados.
Los trabajadores palestinos que regresan a su casa todas las noches no se apartan de su vida normal. Los futuros trabajadores de Gaza que tengan el derecho moral de ganarse la vida en Israel apoyarán naturalmente el mantenimiento de la tregua.
Además se deben reiniciar los proyectos industriales anteriores que fracasaron debido a las hostilidades y es necesario que resulten más legítimos a ojos de Hamas mediante la participación del Estado árabe. Israel también debe dejar de matar a los terroristas de Hamas en Cisjordania –o al menos hacerlo lo menos posible—y permitir a la Autoridad Palestina que se ocupe de ellos a su manera.
Sobre todo, debemos asegurar que el armisticio tenga su propia dinámica. En un estado de guerra, las personas se acostumbran al status quo y no pueden imaginar otra cosa. Pero cuando las tensiones se relajan, la idea de recurrir a las armas se vuelve dolorosa e insoportable porque significa regresar a las experiencias familiares y terribles del sufrimiento.
Por lo tanto, esta tregua no debe verse como un pedazo de papel con cierto significado legal, sino como una planta a la que hay que cuidar, regar y proteger para que al crecer se convierta en un árbol fuerte y robusto que no puedan destruir un cohete ocasional o una granada perdida.