NUEVA YORK – Días después de que el gobierno de Sri Lanka derrotara a su enemigo de larga data, los Tigres del Tamil, en el mes de mayo, el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, voló a la capital del país, Colombo, en una visita de 24 horas para instigar a su presidente a abrir sus campos de refugiados a los grupos de ayuda internacional. Fue un viaje urgente más de Ban a una capital azolada por la guerra, como parte de sus obligaciones regulares como principal representante de las Naciones Unidas, en busca de defender la paz y restablecer el respeto global.
NUEVA YORK – Días después de que el gobierno de Sri Lanka derrotara a su enemigo de larga data, los Tigres del Tamil, en el mes de mayo, el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, voló a la capital del país, Colombo, en una visita de 24 horas para instigar a su presidente a abrir sus campos de refugiados a los grupos de ayuda internacional. Fue un viaje urgente más de Ban a una capital azolada por la guerra, como parte de sus obligaciones regulares como principal representante de las Naciones Unidas, en busca de defender la paz y restablecer el respeto global.