NUEVA YORK – En julio pasado, cuando el juez federal de Estados Unidos Thomas Griesa dictaminó que Argentina tenía que pagar el total, sin ningún descuento, a los llamados fondos buitres, que habían comprado su deuda soberana a precios extremadamente bajos, el país se vio obligado a suspender sus pagos, es decir a entrar en una “moratoria a la Griesa”. La decisión tuvo repercusiones a lo largo y ancho, afectando a los bonos emitidos en distintas jurisdicciones, lo que sugiere que los tribunales estadounidenses tuviesen dominio sobre contratos celebrados en otros países.
NUEVA YORK – En julio pasado, cuando el juez federal de Estados Unidos Thomas Griesa dictaminó que Argentina tenía que pagar el total, sin ningún descuento, a los llamados fondos buitres, que habían comprado su deuda soberana a precios extremadamente bajos, el país se vio obligado a suspender sus pagos, es decir a entrar en una “moratoria a la Griesa”. La decisión tuvo repercusiones a lo largo y ancho, afectando a los bonos emitidos en distintas jurisdicciones, lo que sugiere que los tribunales estadounidenses tuviesen dominio sobre contratos celebrados en otros países.