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Una alianza entre democracias para la biotecnología

WASHINGTON D. C. – Al igual que la electricidad y la inteligencia artificial, la biotecnología está a punto de impulsar un salto de uso general en la historia humana. La biotecnología ofrece la capacidad de manipular la esencia misma de la vida como la conocemos y constituye un sector de varios billones de dólares que vincula a industrias tan diversas como la agricultura, la sanitaria, la de los materiales y la energética.

Desde los riesgos por agentes patógenos y la seguridad de los biodatos hasta la capacidad de crear soluciones por vía de la ingeniería a los desafíos más inextricables que enfrentamos, esta nueva era presenta tanto peligros considerables como inmensas oportunidades para transformar el mundo, tanto a escala molecular como global, y comienza en una época de intensa competencia entre los países democráticos y los autoritarios, que aplican normas y valores diferentes a la biotecnología.

Afortunadamente, Estados Unidos y sus socios y aliados comenzaron con ventaja. Según Pitchbook, EE. UU. sigue siendo el principal creador y destino de la inversión en biotecnología: las empresas con sede en ese país captaron USD 466 000 millones en 2022, aproximadamente 10 veces el capital de origen chino. Cerca de 90 % de ese capital estadounidense se dedica a la inversión local, lo que destaca el papel del país tanto como nodo de innovación mundial y mercado para la biotecnología de última generación.

Según datos de 2022, esto llevó a que en EE. UU. resida la mayor cantidad de empresas de biotecnología, casi el triple que en China. El gobierno estadounidense comenzó además a fijar el curso estratégico para un liderazgo duradero en la biotecnología con el Decreto Ejecutivo para la Bioeconomía y la creación de la Comisión para la Seguridad Nacional sobre Biotecnologías Emergentes y la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada para la Salud (ARPA-H).

Mientras tanto, Europa es líder mundial en patentes de biotecnología; registró más de 40 000 patentes de biotecnología relacionadas con la salud de los últimos cinco años y superó a EE. UU. en patentes de biotecnología vinculadas con los alimentos, la química macromolecular y la tecnología ambiental. La empresa francesa DNAScript y Nuclera, con sede en el Reino Unido, son líderes en la producción de sintetizadores de ADN «de escritorio». Y el Reino Unido y Canadá ya habían establecido estrategias nacionales de biotecnología significativas para 2017.

Pero una China cada vez más autoritaria está decidida a convertirse en el líder mundial en biotecnología para 2035. La República Popular está invirtiendo fuertemente para ocuparse de los inminentes desafíos demográficos y sanitarios locales, e incluso convertir las innovaciones biotecnológicas en armas para obtener ventajas en el plano militar. Aunque la inversión total china en biotecnología está muy por debajo de la estadounidense, ese país ocupa ahora el segundo lugar en cantidad de empresas de biotecnología incluidas en la lista Forbes Global 2000. Además, es posible que China actualmente sea el productor líder de investigaciones sobre biología sintética y fabricación biológica.

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Las implicaciones para los intereses de seguridad nacional de EE. UU. son vastas, ya que la colaboración y los vínculos entre los ecosistemas de las ciencias de la vida de los países implican que los avances estadounidenses también podrían acelerar el desarrollo biotecnológico chino. Por ejemplo, el ascenso del Grupo BGI (antes llamado Instituto de Genómica de Pekín, que actualmente es la mayor organización del mundo dedicada a la investigación genética), dependió en parte de su acceso a la propiedad intelectual y los mercados estadounidenses.

En el contexto de la competencia internacional, el liderazgo duradero en esta tecnología de uso general no se puede dejar en manos de la suerte, exige un enfoque sostenido del gobierno, mayor colaboración público-privada y la voluntad de apostar estratégicamente a nuestro futuro biotecnológico.

Para ello, el Proyecto de Estudios Especiales Competitivos (Special Competitive Studies Project, SCSP) publicó un Plan de Acción Nacional para el Liderazgo Estadounidense en Biotecnología, una guía para las políticas que ofrece recomendaciones de primera línea e información detallada de apoyo a las actividades coordinadas entre los ámbitos académico, del sector privado y gubernamental para establecer el liderazgo estadounidense, junto con sus socios y aliados, en el sector hasta 2030.

Dada la naturaleza única del sector biotecnológico, vale la pena centrarse en los puntos en que Estados Unidos y sus aliados pueden coordinar esfuerzos. Debido a que los componentes básicos de la biotecnología son inherentemente locales y funcionan de manera distribuida, es una tecnología más difusa, accesible e interconectada que otras, y ofrece beneficios y riesgos distintivos en el contexto de la competencia tecnológica mundial. EE. UU., sus socios y aliados deben capitalizar estos beneficios específicos para trabajar conjuntamente de manera más estrecha y enfrentar a un competidor decidido como China.

En primer lugar, debido a que la biología no entiende de fronteras, la capacidad para la biorrespuesta debe ser tanto local como mundial. EE. UU. puede, junto con sus socios y aliados, crear un portal para compartir información a escala mundial —una «Biorred»— que facilite la creación de sistemas de alerta temprana y permita respuestas rápidas y localizadas a los incidentes relacionados con la biotecnología. Los flujos de datos generados por la Biorred podrían apoyar y alimentar a los sistemas de respuesta rápida para la bioseguridad (escudos médicos) de los países, y crear capacidades como un radar de bioamenazas y el rápido despliegue de vacunas y elementos terapéuticos.

En segundo lugar, para lograr el liderazgo y mantenerlo en cualquier sector tecnológico es fundamental fijar normas. EE. UU., sus socios y aliados debieran trabajar para moldear la industria y las normas éticas para orientarlas hacia los principios democráticos y el respeto de los derechos individuales, y fomentar un entorno económico justo para la competencia. También debieran negar a sus rivales estratégicos la oportunidad de moldear las normas sobre biotecnología a su favor. Para esto es necesaria la participación coordinada y sostenida en la Organización Internacional de Normalización, la OCDE y otras organizaciones multilaterales relevantes, para desarrollar y fomentar posiciones comunes.

En tercer lugar, EE. UU., junto con sus socios y aliados, debiera convertir los ecosistemas de datos genómicos dispares en un recurso estratégico mayor que la suma de sus partes. Debieran consolidar los conjuntos de datos abiertos y privados sobre genomas humanos, animales y vegetales en un biobanco central con información cuidadosamente seleccionada, que permita la interoperabilidad, su acceso y uso de manera fácil para los investigadores, y cuente con una protección sólida de la privacidad de los datos genéticos humanos. Este biobanco podría democratizar la innovación biotecnológica, facilitar los análisis con IA y reducir la dependencia de entidades como el Grupo BGI.

En cuarto lugar, EE. UU., sus socios y aliados deben mejorar su capacidad para atraer y conservar al talento mundial en biotecnología, incluso al proveniente de China. Deben actualizar y aprovechar las visas relevantes para el empleo, la investigación y la inversión para priorizar a los postulantes con conocimiento experto en biotecnología, además de brindar apoyo a las asociaciones de investigación recíproca en ese campo.

En quinto lugar, EE. UU., sus socios y aliados deben crear una alianza democrática para la bioproducción que permita «diseñar y aumentar en todas partes» los efectos de red, garantizar la seguridad de las cadenas de aprovisionamiento para las democracias y aumentar el poder geopolítico suave. En este caso EE. UU. debiera desarrollar acuerdos para compartir datos dentro de las estructuras de las alianzas existentes y futuras para permitir el acceso compartido a una interface con capacidad de bioproducción local.

Finalmente, pero no por ello menos importante, hay que establecer una línea de base para la cooperación mundial en biotecnología. Los avances en biotecnología requieren cooperación y colaboración, a veces incluso entre competidores. El gobierno estadounidense debiera identificar y dar señales visibles al sector privado de su país, y a sus socios y aliados, sobre las situaciones y lugares en que la existencia de oportunidades para la cooperación a fin de promover los bienes públicos mundiales pueda justificar los riesgos asociados para los valores democráticos.

Para aprovechar el poder de la biotecnología, EE. UU., sus socios y aliados deben trabajar conjuntamente para crear una visión compartida que priorice los valores democráticos, especialmente en una era de competencia internacional con los países autoritarios. El plan de biotecnología del SCSP es un punto de partida para hacer exactamente eso.

Traducción al español por Ant-Translation

https://prosyn.org/zkJjhhles