NUEVA YORK – Las ciudades que aproximadamente 4400 millones de personas consideran sus hogares están cada vez más expuestas a eventos climáticos catastróficos. Se prevé que el aumento del nivel del mar y las inundaciones que amenazan a las megaciudades costeras como Nueva York y Yakarta, y las olas de calor extremas, como las que afligen a ciudades en Medio Oriente y todo el sur de Asia cada año, serán más frecuentes y graves.
Mientras los entornos construidos y la infraestructura son puestos a prueba por el clima impredecible y los cambios poblacionales, muchas comunidades urbanas enfrentan crecientes riesgos sanitarios y económicos relacionados con el clima; peligros como la contaminación del aire y las catástrofes naturales pueden ser especialmente graves en los países en desarrollo, donde amenazan con empujar a más gente hacia la pobreza.
Al mismo tiempo, la ciudades tienen un impacto desproporcionado sobre los desafíos más amplios que enfrentamos hoy día: se estima que las ciudades ya son responsables del 70 % de las emisiones de dióxido de carbono y el 78 % del consumo energético mundiales, y esos valores podrían aumentar en un mundo urbanizado. Según ONU-Hábitat, la proporción de personas en áreas urbanas aumentará al 68 % para 2050.
Claramente, la ciudades tendrán un papel central en la manera en que el mundo se ocupe del cambio climático. Uno de los factores que podría ofrecer el tan necesitado apoyo a las ciudades y abrir la puerta a nuevas oportunidades para aumentar la resiliencia es la inteligencia artificial. Si se la desarrolla e implementa de manera responsable y ética, la IA podría acelerar las soluciones climáticas urbanas, permitir el desarrollo sostenible y basado en la ciencia, y crear innovaciones a un ritmo sin precedentes, lo que nos permitiría priorizar a las comunidades más vulnerables.
Pero el primer paso es mejorar nuestra comprensión de las muchas aplicaciones potenciales de la IA como herramienta para las ciudades resilientes; por ejemplo, el desafío de gestionar vastas cantidades de datos es uno de los grandes obstáculos para la modelación precisa de escenarios climáticos futuros y la toma de decisiones de planificación informadas. Afortunadamente, gracias al poder de la IA, los modelos fundacionales y la analítica geoespacial pueden sernos de ayuda para cambiar la manera en que visualizamos a las ciudades.
Pensemos en las regiones metropolitanas que enfrentan patrones climáticos graves y cambiantes; con información climática histórica y en tiempo real, y capacidades predictivas basadas en la IA, los gobiernos podrían implementar nuevas herramientas de preparación para desastres y respuesta a ellos. Todos, desde los ciudadanos comunes hasta quienes se ocupan de proteger y mantener la infraestructura crítica, podríamos estar mejor informados y preparados.
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La IA también puede mejorar la sostenibilidad operativa de las ciudades en todos los niveles, reduciendo las emisiones desmedidas y su impacto ambiental. Las aplicaciones de programas informáticos inteligentes podrían integrar a la IA para analizar el uso de la energía, el consumo de agua y la gestión de residuos de los edificios, brindando información que permita a las comunidades y organizaciones tomar decisiones más responsables sobre la sostenibilidad.
Además, si se agregan dispositivos conectados para impulsar la recopilación exhaustiva de datos, se podría mejorar la eficacia y eficiencia de las medidas de seguridad —como el mantenimiento de la infraestructura urbana— para llevarlas a niveles nunca vistos. Pensemos en todos los puentes y carreteras amenazados por eventos climáticos sin precedentes, cuando se combinan los datos con la IA, su uso se amplía mucho más allá del monitoreo y los informes básicos.
Pero las aplicaciones urbanas de la IA van más allá: es una tecnología con potencial para optimizar el transporte público y la planificación del tránsito para lograr un transporte urbano sostenible; podría ayudarnos a identificar las mejores ubicaciones para ampliar los espacios verdes tan necesarios, manteniendo al mismo tiempo la biodiversidad y los recursos naturales urbanos.
Los gobiernos, proveedores de servicios públicos y asociaciones sin fines de lucro tienen cada vez más oportunidades para acceder a las herramientas de IA y probarlas —por ejemplo, solicitando propuestas y programas gratuitos como los que ofrece IBM—. Sin embargo, las investigaciones recientes muestran que aunque el 69 % de la ciudades ya está explorando o probando los usos de la IA generativa, solo el 2 % la está implementando. Como oficial en jefe de impacto de IBM, sé que el acceso a la tecnología y las habilidades necesarias para usarla con eficacia pueden constituir grandes obstáculos a su implementación, y la necesidad de mejorar el acceso a ellas se torna aún más urgente cuando se considera la distribución desigual de las amenazas climáticas. En nuestras ciudades, los problemas como la contaminación del aire y la falta de acceso a las energías limpias afectan desproporcionadamente a los residentes más pobres y vulnerables... son esas las comunidades que más pueden beneficiarse con la IA.
La responsabilidad de aprovechar las soluciones de IA para apoyar a las poblaciones vulnerables es de todos, implica brindar acceso igualitario a las herramientas climáticas, apoyar la capacitación en IA y habilidades relacionadas, y crear programas diseñados para responder a las necesidades específicas de las poblaciones urbanas históricamente marginadas. En especial, la mejora de las habilidades tendrá un papel clave en la aceleración de la adopción de herramientas para la mitigación y adaptación climáticas por parte de las comunidades vulnerables. El sector privado puede hacer lo suyo a través de asociaciones con organismos públicos y trabajando en estrecha colaboración con aquellas organizaciones que ya apoyan a las comunidades vulnerables.
Adoptando a la IA y aprovechándola para combatir el cambio climático podemos lograr que nuestras ciudades sean más seguras, adaptables y sostenibles. La tecnología para ofrecer a la gente herramientas para prever los eventos climáticos, lidiar con ellos y recuperarse de sus impactos ya está disponible, depende de todos nosotros —las comunidades, los gobiernos y las empresas— usarla de la mejor manera posible.
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At the end of a year of domestic and international upheaval, Project Syndicate commentators share their favorite books from the past 12 months. Covering a wide array of genres and disciplines, this year’s picks provide fresh perspectives on the defining challenges of our time and how to confront them.
ask Project Syndicate contributors to select the books that resonated with them the most over the past year.
NUEVA YORK – Las ciudades que aproximadamente 4400 millones de personas consideran sus hogares están cada vez más expuestas a eventos climáticos catastróficos. Se prevé que el aumento del nivel del mar y las inundaciones que amenazan a las megaciudades costeras como Nueva York y Yakarta, y las olas de calor extremas, como las que afligen a ciudades en Medio Oriente y todo el sur de Asia cada año, serán más frecuentes y graves.
Mientras los entornos construidos y la infraestructura son puestos a prueba por el clima impredecible y los cambios poblacionales, muchas comunidades urbanas enfrentan crecientes riesgos sanitarios y económicos relacionados con el clima; peligros como la contaminación del aire y las catástrofes naturales pueden ser especialmente graves en los países en desarrollo, donde amenazan con empujar a más gente hacia la pobreza.
Al mismo tiempo, la ciudades tienen un impacto desproporcionado sobre los desafíos más amplios que enfrentamos hoy día: se estima que las ciudades ya son responsables del 70 % de las emisiones de dióxido de carbono y el 78 % del consumo energético mundiales, y esos valores podrían aumentar en un mundo urbanizado. Según ONU-Hábitat, la proporción de personas en áreas urbanas aumentará al 68 % para 2050.
Claramente, la ciudades tendrán un papel central en la manera en que el mundo se ocupe del cambio climático. Uno de los factores que podría ofrecer el tan necesitado apoyo a las ciudades y abrir la puerta a nuevas oportunidades para aumentar la resiliencia es la inteligencia artificial. Si se la desarrolla e implementa de manera responsable y ética, la IA podría acelerar las soluciones climáticas urbanas, permitir el desarrollo sostenible y basado en la ciencia, y crear innovaciones a un ritmo sin precedentes, lo que nos permitiría priorizar a las comunidades más vulnerables.
Pero el primer paso es mejorar nuestra comprensión de las muchas aplicaciones potenciales de la IA como herramienta para las ciudades resilientes; por ejemplo, el desafío de gestionar vastas cantidades de datos es uno de los grandes obstáculos para la modelación precisa de escenarios climáticos futuros y la toma de decisiones de planificación informadas. Afortunadamente, gracias al poder de la IA, los modelos fundacionales y la analítica geoespacial pueden sernos de ayuda para cambiar la manera en que visualizamos a las ciudades.
Pensemos en las regiones metropolitanas que enfrentan patrones climáticos graves y cambiantes; con información climática histórica y en tiempo real, y capacidades predictivas basadas en la IA, los gobiernos podrían implementar nuevas herramientas de preparación para desastres y respuesta a ellos. Todos, desde los ciudadanos comunes hasta quienes se ocupan de proteger y mantener la infraestructura crítica, podríamos estar mejor informados y preparados.
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La IA también puede mejorar la sostenibilidad operativa de las ciudades en todos los niveles, reduciendo las emisiones desmedidas y su impacto ambiental. Las aplicaciones de programas informáticos inteligentes podrían integrar a la IA para analizar el uso de la energía, el consumo de agua y la gestión de residuos de los edificios, brindando información que permita a las comunidades y organizaciones tomar decisiones más responsables sobre la sostenibilidad.
Además, si se agregan dispositivos conectados para impulsar la recopilación exhaustiva de datos, se podría mejorar la eficacia y eficiencia de las medidas de seguridad —como el mantenimiento de la infraestructura urbana— para llevarlas a niveles nunca vistos. Pensemos en todos los puentes y carreteras amenazados por eventos climáticos sin precedentes, cuando se combinan los datos con la IA, su uso se amplía mucho más allá del monitoreo y los informes básicos.
Pero las aplicaciones urbanas de la IA van más allá: es una tecnología con potencial para optimizar el transporte público y la planificación del tránsito para lograr un transporte urbano sostenible; podría ayudarnos a identificar las mejores ubicaciones para ampliar los espacios verdes tan necesarios, manteniendo al mismo tiempo la biodiversidad y los recursos naturales urbanos.
Los gobiernos, proveedores de servicios públicos y asociaciones sin fines de lucro tienen cada vez más oportunidades para acceder a las herramientas de IA y probarlas —por ejemplo, solicitando propuestas y programas gratuitos como los que ofrece IBM—. Sin embargo, las investigaciones recientes muestran que aunque el 69 % de la ciudades ya está explorando o probando los usos de la IA generativa, solo el 2 % la está implementando. Como oficial en jefe de impacto de IBM, sé que el acceso a la tecnología y las habilidades necesarias para usarla con eficacia pueden constituir grandes obstáculos a su implementación, y la necesidad de mejorar el acceso a ellas se torna aún más urgente cuando se considera la distribución desigual de las amenazas climáticas. En nuestras ciudades, los problemas como la contaminación del aire y la falta de acceso a las energías limpias afectan desproporcionadamente a los residentes más pobres y vulnerables... son esas las comunidades que más pueden beneficiarse con la IA.
La responsabilidad de aprovechar las soluciones de IA para apoyar a las poblaciones vulnerables es de todos, implica brindar acceso igualitario a las herramientas climáticas, apoyar la capacitación en IA y habilidades relacionadas, y crear programas diseñados para responder a las necesidades específicas de las poblaciones urbanas históricamente marginadas. En especial, la mejora de las habilidades tendrá un papel clave en la aceleración de la adopción de herramientas para la mitigación y adaptación climáticas por parte de las comunidades vulnerables. El sector privado puede hacer lo suyo a través de asociaciones con organismos públicos y trabajando en estrecha colaboración con aquellas organizaciones que ya apoyan a las comunidades vulnerables.
Adoptando a la IA y aprovechándola para combatir el cambio climático podemos lograr que nuestras ciudades sean más seguras, adaptables y sostenibles. La tecnología para ofrecer a la gente herramientas para prever los eventos climáticos, lidiar con ellos y recuperarse de sus impactos ya está disponible, depende de todos nosotros —las comunidades, los gobiernos y las empresas— usarla de la mejor manera posible.
Traducción al español por Ant-Translation