MAPUTO, MOZAMBIQUE – En toda África va creciendo la preocupación, que nosotras tres compartimos, de que el continente está quedando marginado de los debates más importantes con miras a la cumbre sobre cambio climático COP15 que se llevará a cabo este mes en Copenhague. Mientras que la atención se ha centrado en el impacto de la mitigación del cambio climático en los países desarrollados, las necesidades urgentes de adaptación de los países más pobres del mundo frente a una posible catástrofe han sido ignoradas en gran medida, al menos en términos de acciones concretas.
Tal vez el mundo necesita recordar que África es el continente que menos contribuye al cambio climático, pero ahora debe vivir con sus consecuencias más graves. Las señales no están presagiando nada bueno. Los patrones del clima están cambiando; la lluvia en ciertas áreas ha estado faltando, y grandes franjas del continente han estado sufriendo una sequía inusitadamente severa.
La posición geográfica de África, sus recursos hídricos sensibles, sus métodos de agricultura no sustentable y la explotación de empresas extranjeras y privadas la han hecho más vulnerable. La deforestación para obtener madera y energía precipita la erosión y reducen la fertilidad de los suelos. Los conflictos están aumentando a medida que las comunidades compiten por recursos escasos. En efecto, las disputas por tierras de agricultura y pastoreo fueron parte de las causas de los conflictos en Darfur, Somalia y Costa de Marfil.
El potencial de África se puede aprovechar sólo mediante la adaptación al cambio climático, con mecanismos de reducción del riesgo de desastres. Además, partes de África tienen un enorme potencial latente para el desarrollo agrícola, que a todos nos interesa fomentar. Si las comunidades pueden plantar en vez de deforestar, pueden crear sumideros de dióxido de carbono, mejorar el equilibrio del agua y proteger el microclima -todo lo cual favorecería la agricultura, la seguridad alimentaria y los esfuerzos para mitigar el cambio climático global de manera sustentable.
Históricamente, Europa debe asumir mucha de la responsabilidad por el estado actual de desarrollo de África. El comercio de esclavos, el colonialismo y el proceso viciado de descolonización dejaron su huella en los nuevos y frágiles Estados independientes de África. Ahora, la materialista Europa y el mundo desarrollado están imponiendo otro desastre a una África en apuros con un estilo de vida de autoenriquecimiento, consumo y desperdicio.
El Diálogo Parlamentario africano-europeo sobre el cambio climático fue creado en Nairobi en agosto de 2008 por la AWEPA (la Asociación de Parlamentarios europeos para África) conjuntamente con el Parlamento pan-africano y otros actores parlamentarios importantes. En las reuniones de seguimiento realizadas en África y en Europa, se empezaron a desarrollar planes de acción concretos enfocados especialmente en África.
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Otras redes parlamentarias como GLOBE, Global Legislators Organization (Organización Mundial de Legisladores), PGA, Parlamentarians for Global Action (Parlamentarios por la acción global) y PNOWB, Parliamentary Network on the World Bank (La Red Parlamentaria sobre el banco Mundial) también están participando. El objetivo es poner a África como tema prioritario de la agenda en la Conferencia de Copenhague.
Las conclusiones del Diálogo se presentarán en la Conferencia de Copenhague en diciembre. El Seminario Parlamentario africano-europeo realizado en Estocolmo en agosto pasado (Suecia ocupa actualmente la presidencia de la UE) hizo hincapié en la necesidad de poner en práctica una estrategia que garantice que se cumplan los compromisos contraídos en Copenhague en áreas como el diseño de políticas relacionadas con el cambio climático y la reforma legislativa.
De igual manera, la AWEPA trabajará conjuntamente con parlamentarios africanos y europeos para garantizar que se entregue y supervise cuidadosamente la asistencia internacional para la adaptación africana. También movilizará el apoyo para los parlamentarios africanos, para permitirles trabajar con sus electores con el fin de crear conciencia, a nivel local, sobre las nuevas políticas agrícolas sustentables que respondan a los cambios en los patrones del clima y otras consecuencias del cambio climático.
Como partes en las negociaciones globales, los países africanos tienen contribuciones cruciales que hacer a la política climática. No obstante, la mitigación y adaptación al cambio climático son costosas. Los países europeos y otros con altos ingresos, incluidos los Estados Unidos, deben cumplir sus obligaciones, de acuerdo con el principio “el que contamina paga” para ofrecer a África financiamiento nuevo, accesible, seguro y fiable que sirva de apoyo a las estrategias de mitigación y adaptación en áreas como la reducción del riesgo de desastres, la energía renovable, la tecnología y el desarrollo de capacidades.
La postura tomada en octubre por los líderes nacionales de la UE de que los países en desarrollo necesitarían una ayuda de 100,000 millones de euros anuales para 2020 a fin de afrontar el cambio climático, supone un paso importante en la dirección correcta. Sin embargo, esos compromisos siguen siendo vagos dado que los líderes de la UE no lograron especificar cuánto de ese financiamiento aportaría Europa. Por consiguiente, todavía están por verse los resultados reales de este acuerdo de la UE sobre el financiamiento climático.
Ha llegado la hora de que Europa, los Estados Unidos y otros reconozcan sus responsabilidades en lo relativo al impacto del cambio climático en África. Sin embargo, al asumirlas lo deben hacer de una manera que respete las prioridades africanas. Esto es simple justicia.
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At the end of a year of domestic and international upheaval, Project Syndicate commentators share their favorite books from the past 12 months. Covering a wide array of genres and disciplines, this year’s picks provide fresh perspectives on the defining challenges of our time and how to confront them.
ask Project Syndicate contributors to select the books that resonated with them the most over the past year.
MAPUTO, MOZAMBIQUE – En toda África va creciendo la preocupación, que nosotras tres compartimos, de que el continente está quedando marginado de los debates más importantes con miras a la cumbre sobre cambio climático COP15 que se llevará a cabo este mes en Copenhague. Mientras que la atención se ha centrado en el impacto de la mitigación del cambio climático en los países desarrollados, las necesidades urgentes de adaptación de los países más pobres del mundo frente a una posible catástrofe han sido ignoradas en gran medida, al menos en términos de acciones concretas.
Tal vez el mundo necesita recordar que África es el continente que menos contribuye al cambio climático, pero ahora debe vivir con sus consecuencias más graves. Las señales no están presagiando nada bueno. Los patrones del clima están cambiando; la lluvia en ciertas áreas ha estado faltando, y grandes franjas del continente han estado sufriendo una sequía inusitadamente severa.
La posición geográfica de África, sus recursos hídricos sensibles, sus métodos de agricultura no sustentable y la explotación de empresas extranjeras y privadas la han hecho más vulnerable. La deforestación para obtener madera y energía precipita la erosión y reducen la fertilidad de los suelos. Los conflictos están aumentando a medida que las comunidades compiten por recursos escasos. En efecto, las disputas por tierras de agricultura y pastoreo fueron parte de las causas de los conflictos en Darfur, Somalia y Costa de Marfil.
El potencial de África se puede aprovechar sólo mediante la adaptación al cambio climático, con mecanismos de reducción del riesgo de desastres. Además, partes de África tienen un enorme potencial latente para el desarrollo agrícola, que a todos nos interesa fomentar. Si las comunidades pueden plantar en vez de deforestar, pueden crear sumideros de dióxido de carbono, mejorar el equilibrio del agua y proteger el microclima -todo lo cual favorecería la agricultura, la seguridad alimentaria y los esfuerzos para mitigar el cambio climático global de manera sustentable.
Históricamente, Europa debe asumir mucha de la responsabilidad por el estado actual de desarrollo de África. El comercio de esclavos, el colonialismo y el proceso viciado de descolonización dejaron su huella en los nuevos y frágiles Estados independientes de África. Ahora, la materialista Europa y el mundo desarrollado están imponiendo otro desastre a una África en apuros con un estilo de vida de autoenriquecimiento, consumo y desperdicio.
El Diálogo Parlamentario africano-europeo sobre el cambio climático fue creado en Nairobi en agosto de 2008 por la AWEPA (la Asociación de Parlamentarios europeos para África) conjuntamente con el Parlamento pan-africano y otros actores parlamentarios importantes. En las reuniones de seguimiento realizadas en África y en Europa, se empezaron a desarrollar planes de acción concretos enfocados especialmente en África.
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Las conclusiones del Diálogo se presentarán en la Conferencia de Copenhague en diciembre. El Seminario Parlamentario africano-europeo realizado en Estocolmo en agosto pasado (Suecia ocupa actualmente la presidencia de la UE) hizo hincapié en la necesidad de poner en práctica una estrategia que garantice que se cumplan los compromisos contraídos en Copenhague en áreas como el diseño de políticas relacionadas con el cambio climático y la reforma legislativa.
De igual manera, la AWEPA trabajará conjuntamente con parlamentarios africanos y europeos para garantizar que se entregue y supervise cuidadosamente la asistencia internacional para la adaptación africana. También movilizará el apoyo para los parlamentarios africanos, para permitirles trabajar con sus electores con el fin de crear conciencia, a nivel local, sobre las nuevas políticas agrícolas sustentables que respondan a los cambios en los patrones del clima y otras consecuencias del cambio climático.
Como partes en las negociaciones globales, los países africanos tienen contribuciones cruciales que hacer a la política climática. No obstante, la mitigación y adaptación al cambio climático son costosas. Los países europeos y otros con altos ingresos, incluidos los Estados Unidos, deben cumplir sus obligaciones, de acuerdo con el principio “el que contamina paga” para ofrecer a África financiamiento nuevo, accesible, seguro y fiable que sirva de apoyo a las estrategias de mitigación y adaptación en áreas como la reducción del riesgo de desastres, la energía renovable, la tecnología y el desarrollo de capacidades.
La postura tomada en octubre por los líderes nacionales de la UE de que los países en desarrollo necesitarían una ayuda de 100,000 millones de euros anuales para 2020 a fin de afrontar el cambio climático, supone un paso importante en la dirección correcta. Sin embargo, esos compromisos siguen siendo vagos dado que los líderes de la UE no lograron especificar cuánto de ese financiamiento aportaría Europa. Por consiguiente, todavía están por verse los resultados reales de este acuerdo de la UE sobre el financiamiento climático.
Ha llegado la hora de que Europa, los Estados Unidos y otros reconozcan sus responsabilidades en lo relativo al impacto del cambio climático en África. Sin embargo, al asumirlas lo deben hacer de una manera que respete las prioridades africanas. Esto es simple justicia.