ADÍS ABEBA – África está entre las regiones con mayor biodiversidad del mundo: hay al menos 50 000 especies de plantas en nuestro biomas. Aproximadamente 1100 especies de mamíferos y 2500 de pájaros —y entre 3000 y 5500 de peces de agua dulce— tienen sus hogares en nuestra tierra, agua y aire. Los organismos vivos de nuestro continente representan un cuarto de la biodiversidad total de la Tierra. Tenemos la responsabilidad de protegerlos.
África tiene grandes ambiciones para su desarrollo. Los africanos procuramos lograr un crecimiento fuerte e inclusivo que mejore las vidas de millones de personas aprovechando nuestros significativos recursos humanos y naturales, junto con nuestros gigantescos mercados y sólidos vínculos comerciales. Para alcanzar esa meta es necesaria una modernización económica integral (un proceso que, históricamente, tendió a causar daños ambientales significativos).
El rápido crecimiento poblacional, la expansión agrícola, la explotación de la vida salvaje, las prácticas pesqueras insostenibles, la degradación del suelo y la deforestación, y la organización y el desarrollo de infraestructuras ya sometieron a la biodiversidad africana a una fuerte presión. Si sumamos a eso los efectos del cambio climático —a los que África es especialmente vulnerable—, el continente podría perder más de la mitad de sus especies de mamíferos y aves para fin de siglo.
Pero no hay que elegir entre la conservación ambiental y el desarrollo económico. Al contrario, existen sectores económicos clave —entre ellos, la agricultura, la silvicultura y la pesca, que representan una gran proporción del PBI de los países africanos— que dependen de los servicios de los ecosistemas. Tan solo el sector agrícola genera al menos el 50 % del empleo en el continente.
Con estrategias sólidas para gestionar nuestros recursos naturales podemos crear un futuro en el que los ecosistemas saludables y la biodiversidad que se aloja en ellos estén entre los principales impulsores del crecimiento y el desarrollo. Los recursos africanos de vida salvaje, por ejemplo, pueden generar un valor económico y oportunidades significativos.
Una estrategia para aprovechar la conservación como impulso para el crecimiento económico sostenible sería transformadora, pero hay obstáculos formidables. Los activos naturales africanos trascienden las fronteras legales, geográficas y políticas: a los pájaros no les interesa la política, su preocupación son los refugios naturales; y los elefantes no se detienen en las fronteras, buscan agua dulce.
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Así como compartimos una red de ricos ecosistemas y bienes naturales, los países africanos también compartimos el desafío que implica diseñar una estrategia factible para protegerlos y preservarlos... también compartiremos las mieles del éxito o los costos del fracaso. La comprensión de todo eso debe apuntalar una perspectiva común que facilite las concesiones y los gastos necesarios para generar amplios beneficios para nuestros pueblos y el planeta.
Los países africanos tendrán que generar un consenso que supere las brechas entre los distintos enfoques de gobernanza ambiental, sin perder de vista las necesidades y demandas locales. Toda agenda de ese tipo deberá estar alineada con metas mundiales basadas en la ciencia —como la meta «30x30» (designar al 30 % de las tierras y océanos del planeta como áreas protegidas para 2030)— y considerar las aspiraciones africanas de desarrollo.
No podremos alcanzar nuestras metas de desarrollo ni las de conservación si no actuamos concertadamente, primero en nuestro continente y luego, en el escenario mundial. El 7 de diciembre se reunirán en Montreal representantes de los gobiernos de todo el mundo en la 15.° Conferencia de las Partes (COP15) en el Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica, para acordar un nuevo conjunto de metas para la próxima década y después. Los líderes africanos deben superar sus divisiones y aprovechar esta oportunidad para defender la herencia y el capital que compartimos.
Esto implica presionar para lograr un acuerdo mundial que incluya la meta 30x30, que según algunos estudios aumentaría el producto económico mundial. Los países africanos —entre ellos, Etiopía, Nigeria, Ruanda y Senegal— fueron de los primeros en impulsarla, y el continente en su conjunto puede ahora asegurar que sea adoptada. Para ello debemos destacar la importancia que tiene la conservación de la biodiversidad para garantizar la provisión de alimentos, combatir el cambio climático y mantener la creación de empleos y el crecimiento inclusivos y a largo plazo.
Están dadas las condiciones para que demostremos en la COP15 que podemos asumir la responsabilidad de nuestra agenda de conservación y sentar las bases para un futuro próspero. Esta es una oportunidad fundamental para posicionarnos como líderes en la promoción de un modelo de desarrollo económico centrado en la conservación, la sostenibilidad y el respeto de la herencia natural.
Unidos podemos posicionarnos como socios con amplia capacidad de negociación, capaces de conseguir el apoyo financiero necesario para mantener la biodiversidad de nuestro continente. Ya demostramos ese potencial de liderazgo recomendando que todos los países se comprometan a destinar el 1 % de su PBI a eliminar el déficit del financiamiento para la biodiversidad y a proteger los activos naturales de nuestro planeta.
Le debemos soluciones factibles y de largo plazo para la crisis de la biodiversidad a nuestras comunidades locales e indígenas, a las generaciones actuales y futuras, y a los miles de especies únicas de flora y fauna que dependen de nuestros ecosistemas. Como defensores de algunos de los ecosistemas más ricos y con mayor biodiversidad, se lo debemos a todos los habitantes del planeta.
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Over time, as American democracy has increasingly fallen short of delivering on its core promises, the Democratic Party has contributed to the problem by catering to a narrow, privileged elite. To restore its own prospects and America’s signature form of governance, it must return to its working-class roots.
is not surprised that so many voters ignored warnings about the threat Donald Trump poses to US institutions.
Enrique Krauze
considers the responsibility of the state to guarantee freedom, heralds the demise of Mexico’s democracy, highlights flaws in higher-education systems, and more.
ADÍS ABEBA – África está entre las regiones con mayor biodiversidad del mundo: hay al menos 50 000 especies de plantas en nuestro biomas. Aproximadamente 1100 especies de mamíferos y 2500 de pájaros —y entre 3000 y 5500 de peces de agua dulce— tienen sus hogares en nuestra tierra, agua y aire. Los organismos vivos de nuestro continente representan un cuarto de la biodiversidad total de la Tierra. Tenemos la responsabilidad de protegerlos.
África tiene grandes ambiciones para su desarrollo. Los africanos procuramos lograr un crecimiento fuerte e inclusivo que mejore las vidas de millones de personas aprovechando nuestros significativos recursos humanos y naturales, junto con nuestros gigantescos mercados y sólidos vínculos comerciales. Para alcanzar esa meta es necesaria una modernización económica integral (un proceso que, históricamente, tendió a causar daños ambientales significativos).
El rápido crecimiento poblacional, la expansión agrícola, la explotación de la vida salvaje, las prácticas pesqueras insostenibles, la degradación del suelo y la deforestación, y la organización y el desarrollo de infraestructuras ya sometieron a la biodiversidad africana a una fuerte presión. Si sumamos a eso los efectos del cambio climático —a los que África es especialmente vulnerable—, el continente podría perder más de la mitad de sus especies de mamíferos y aves para fin de siglo.
Pero no hay que elegir entre la conservación ambiental y el desarrollo económico. Al contrario, existen sectores económicos clave —entre ellos, la agricultura, la silvicultura y la pesca, que representan una gran proporción del PBI de los países africanos— que dependen de los servicios de los ecosistemas. Tan solo el sector agrícola genera al menos el 50 % del empleo en el continente.
Con estrategias sólidas para gestionar nuestros recursos naturales podemos crear un futuro en el que los ecosistemas saludables y la biodiversidad que se aloja en ellos estén entre los principales impulsores del crecimiento y el desarrollo. Los recursos africanos de vida salvaje, por ejemplo, pueden generar un valor económico y oportunidades significativos.
Una estrategia para aprovechar la conservación como impulso para el crecimiento económico sostenible sería transformadora, pero hay obstáculos formidables. Los activos naturales africanos trascienden las fronteras legales, geográficas y políticas: a los pájaros no les interesa la política, su preocupación son los refugios naturales; y los elefantes no se detienen en las fronteras, buscan agua dulce.
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Los países africanos tendrán que generar un consenso que supere las brechas entre los distintos enfoques de gobernanza ambiental, sin perder de vista las necesidades y demandas locales. Toda agenda de ese tipo deberá estar alineada con metas mundiales basadas en la ciencia —como la meta «30x30» (designar al 30 % de las tierras y océanos del planeta como áreas protegidas para 2030)— y considerar las aspiraciones africanas de desarrollo.
No podremos alcanzar nuestras metas de desarrollo ni las de conservación si no actuamos concertadamente, primero en nuestro continente y luego, en el escenario mundial. El 7 de diciembre se reunirán en Montreal representantes de los gobiernos de todo el mundo en la 15.° Conferencia de las Partes (COP15) en el Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica, para acordar un nuevo conjunto de metas para la próxima década y después. Los líderes africanos deben superar sus divisiones y aprovechar esta oportunidad para defender la herencia y el capital que compartimos.
Esto implica presionar para lograr un acuerdo mundial que incluya la meta 30x30, que según algunos estudios aumentaría el producto económico mundial. Los países africanos —entre ellos, Etiopía, Nigeria, Ruanda y Senegal— fueron de los primeros en impulsarla, y el continente en su conjunto puede ahora asegurar que sea adoptada. Para ello debemos destacar la importancia que tiene la conservación de la biodiversidad para garantizar la provisión de alimentos, combatir el cambio climático y mantener la creación de empleos y el crecimiento inclusivos y a largo plazo.
Están dadas las condiciones para que demostremos en la COP15 que podemos asumir la responsabilidad de nuestra agenda de conservación y sentar las bases para un futuro próspero. Esta es una oportunidad fundamental para posicionarnos como líderes en la promoción de un modelo de desarrollo económico centrado en la conservación, la sostenibilidad y el respeto de la herencia natural.
Unidos podemos posicionarnos como socios con amplia capacidad de negociación, capaces de conseguir el apoyo financiero necesario para mantener la biodiversidad de nuestro continente. Ya demostramos ese potencial de liderazgo recomendando que todos los países se comprometan a destinar el 1 % de su PBI a eliminar el déficit del financiamiento para la biodiversidad y a proteger los activos naturales de nuestro planeta.
Le debemos soluciones factibles y de largo plazo para la crisis de la biodiversidad a nuestras comunidades locales e indígenas, a las generaciones actuales y futuras, y a los miles de especies únicas de flora y fauna que dependen de nuestros ecosistemas. Como defensores de algunos de los ecosistemas más ricos y con mayor biodiversidad, se lo debemos a todos los habitantes del planeta.
Traducción al español por Ant-Translation