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Europa tiene que defenderse sola

BERLÍN – La situación de Europa en 2024 es difícil, incluso peligrosa. En Ucrania, la guerra de agresión del presidente ruso Vladímir Putin (un intento de borrar el país y anexarse su territorio) ingresa a su tercer año. En Estados Unidos, Donald Trump (posible candidato republicano para la elección presidencial de noviembre) se ha puesto a lanzar amenazas disparatadas contra los viejos aliados de Estados Unidos, llegando incluso a proponer que Putin ataque a los países europeos que no gasten en defensa al menos el 2% de su PIB.

Si en noviembre gana Trump, puede ser el fin de la OTAN y de las garantías de seguridad estadounidenses. Europa quedaría totalmente librada a su suerte, atrapada entre una Rusia imperialista en el vecindario y un Estados Unidos aislacionista al otro lado del Atlántico. Para colmo de males, los europeos siguen desesperadamente aferrados a un agrupamiento heredado de estados nacionales «soberanos», que en su mayoría sólo son soberanos en los papeles, ya que son demasiado débiles para enfrentar solos las realidades geopolíticas actuales.

La situación exige más unidad europea: en concreto, una política exterior común, capacidades militares conjuntas, un paraguas nuclear europeo y todo aquello que constituye la base de una auténtica potencia soberana en el siglo XXI. Pero los europeos siguen negándose a aceptar este hecho.

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