TEL AVIV – Puede que el Presidente estadounidense Donald Trump sea temperamental, pero sí tiene una doctrina. Como confirmara una vez más su discurso en septiembre en la Asamblea General de las Naciones Unidas, rechaza las instituciones multilaterales y los valores liberales en favor del estado-nación y la política del poder. Pero comprender la “doctrina Trump” –con su apoyo a abandonar el largo papel de Estados Unidos como árbitro global- no la hace menos disruptiva, especialmente para el ya inestable Oriente Medio.
TEL AVIV – Puede que el Presidente estadounidense Donald Trump sea temperamental, pero sí tiene una doctrina. Como confirmara una vez más su discurso en septiembre en la Asamblea General de las Naciones Unidas, rechaza las instituciones multilaterales y los valores liberales en favor del estado-nación y la política del poder. Pero comprender la “doctrina Trump” –con su apoyo a abandonar el largo papel de Estados Unidos como árbitro global- no la hace menos disruptiva, especialmente para el ya inestable Oriente Medio.