BRUSELAS – En Poznan, 325 kilómetros al este de Varsovia, un equipo de investigadores de tecnología, ingenieros y cuidadores infantiles están trabajando en una pequeña revolución. Su proyecto conjunto, “Insension”, usa reconocimiento facial alimentado por inteligencia artificial para ayudar a niños con discapacidades intelectuales y múltiples graves a interactuar con otros y con su entorno, y así conectarse más con el mundo. Es una prueba del poder de esta tecnología vertiginosa.
BRUSELAS – En Poznan, 325 kilómetros al este de Varsovia, un equipo de investigadores de tecnología, ingenieros y cuidadores infantiles están trabajando en una pequeña revolución. Su proyecto conjunto, “Insension”, usa reconocimiento facial alimentado por inteligencia artificial para ayudar a niños con discapacidades intelectuales y múltiples graves a interactuar con otros y con su entorno, y así conectarse más con el mundo. Es una prueba del poder de esta tecnología vertiginosa.