JOHANESBURGO – El retiro de Morgan Tsvangirai de las elecciones presidenciales previstas para el 27 de junio y su decisión de buscar la protección de la embajada holandesa en Pretoria le ha dado al presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe, una victoria pírrica. Mugabe obtiene el triunfo a un costo enorme para la democracia y la estabilidad de Zimbabwe y de la región. Las acciones de su régimen durante el proceso que condujo a la decisión de Tsvangirai exigen una firme respuesta regional ante lo que claramente es una victoria robada. En efecto, la permanencia de Mugabe en el poder representa el desafío más importante para las incipientes instituciones democráticas de África y para la visión de Sudáfrica de un continente donde imperen la paz y la prosperidad.
JOHANESBURGO – El retiro de Morgan Tsvangirai de las elecciones presidenciales previstas para el 27 de junio y su decisión de buscar la protección de la embajada holandesa en Pretoria le ha dado al presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe, una victoria pírrica. Mugabe obtiene el triunfo a un costo enorme para la democracia y la estabilidad de Zimbabwe y de la región. Las acciones de su régimen durante el proceso que condujo a la decisión de Tsvangirai exigen una firme respuesta regional ante lo que claramente es una victoria robada. En efecto, la permanencia de Mugabe en el poder representa el desafío más importante para las incipientes instituciones democráticas de África y para la visión de Sudáfrica de un continente donde imperen la paz y la prosperidad.