SOUTHAMPTON – Las epidemias de enfermedades transmisibles en el mundo desarrollado ya son lo suficientemente lamentables desde una perspectiva sanitaria. Pero también tienen serias implicancias en términos de la justicia social, porque exacerban prolongadas crisis de derechos humanos, afectando una prestación de servicios públicos de por sí débil y profundizando las desigualdades existentes.
SOUTHAMPTON – Las epidemias de enfermedades transmisibles en el mundo desarrollado ya son lo suficientemente lamentables desde una perspectiva sanitaria. Pero también tienen serias implicancias en términos de la justicia social, porque exacerban prolongadas crisis de derechos humanos, afectando una prestación de servicios públicos de por sí débil y profundizando las desigualdades existentes.