WASHINGTON, DC – A comienzos de este año, el Banco Mundial me encomendó a mí y a cinco colegas académicos que desarrolláramos recomendaciones sobre cómo mejorar la metodología detrás de su informe anual Doing Business (Informe de facilidad para hacer negocios), que calificaba a los países en base a la calidad de sus regulaciones comerciales y su ambiente de negocios general. El informe había sido un pararrayos para la controversia desde su incepción en 2003. Si bien generó una cobertura elogiosa en los medios económicos globales, también fue objeto de constantes críticas por su aparente sesgo anti-regulación, anti-sindicatos y anti-impuestos.
WASHINGTON, DC – A comienzos de este año, el Banco Mundial me encomendó a mí y a cinco colegas académicos que desarrolláramos recomendaciones sobre cómo mejorar la metodología detrás de su informe anual Doing Business (Informe de facilidad para hacer negocios), que calificaba a los países en base a la calidad de sus regulaciones comerciales y su ambiente de negocios general. El informe había sido un pararrayos para la controversia desde su incepción en 2003. Si bien generó una cobertura elogiosa en los medios económicos globales, también fue objeto de constantes críticas por su aparente sesgo anti-regulación, anti-sindicatos y anti-impuestos.