ATENAS – Los recientes disturbios en el Reino Unido demostraron, una vez más, la incapacidad de los liberales y la izquierda para hallar la manera de atraer a la clase trabajadora seducida por la extrema derecha. Una vez que el fascismo está en el aire, es inútil ceder ante los caprichos de la xenofobia —como los liberales cuando abrazan una agenda antiinmigratoria— o clamar contra la austeridad —como los izquierdistas—. Para lidiar con los alborotadores británicos y las turbas similares en toda Europa y Estados Unidos, los progresistas deben comprometerse primero a no abandonarlos.
ATENAS – Los recientes disturbios en el Reino Unido demostraron, una vez más, la incapacidad de los liberales y la izquierda para hallar la manera de atraer a la clase trabajadora seducida por la extrema derecha. Una vez que el fascismo está en el aire, es inútil ceder ante los caprichos de la xenofobia —como los liberales cuando abrazan una agenda antiinmigratoria— o clamar contra la austeridad —como los izquierdistas—. Para lidiar con los alborotadores británicos y las turbas similares en toda Europa y Estados Unidos, los progresistas deben comprometerse primero a no abandonarlos.