¿El ascenso del Yuan?

SHANGHAI – China debate cada vez más si se debe internacionalizar el yuan para unirse al dólar estadounidense y al euro como moneda vehículo internacional (MVI), es decir, una moneda que otros países usan para denominar los precios de los bienes que comercian y sus créditos internacionales. Con esto se relaciona el debate sobre la posibilidad de Shanghái para convertirse en un centro financiero internacional de primer nivel (CFI-1), como Londres o Nueva York.

La historia financiera puede ayudar a dilucidar estas cuestiones. En primer lugar, una ciudad solo puede convertirse en un CFI-1 si su moneda nacional es una MVI. Pero, como lo demuestra el caso de Londres, un CFI-1 puede mantener su posición en el sistema financiero internacional incluso si su moneda pierde esa condición.

En segundo lugar, el costo de transacción de usar una moneda extranjera como medio de cambio es inversamente proporcional a su grado de uso mundial. Existen economías de escala similares que caracterizan el uso de los inversores extranjeros de un centro financiero internacional específico. Por ello, no puede haber más de tres o cuatro MVI y CFI-1.

En tercer lugar, el sector financiero del país debe ser abierto, sin restricciones a los flujos de capital, y sofisticado, con una amplia gama de instrumentos e instituciones. También debe ser seguro, con un banco central que mantenga la estabilidad económica, reguladores prudenciales que mantengan a raya el fraude y la especulación, autoridades macroprudenciales que demuestren capacidades financieras adecuadas para solucionar urgencias y un sistema legal predecible, transparente y justo.

Por último –dejamos lo más importante para el final– la convergencia exitosa hacia las condiciones de MVI y CFI-1 requiere que la economía nacional sea sólida respecto de otras durante un período sustancial. El Reino Unido ocupó una posición de liderazgo económico mundial durante más de un siglo. En 1914, la relación entre los PBI de EE. UU. y el RU era 2,1, pero el dólar estadounidense no era una MVI. Esto sugiere que la fortaleza económica relativa de Estados Unidos era inadecuada. Una década más tarde, en 1924, la relación era de 3,2 y continuaba en aumento, y el dólar estadounidense había eclipsado a la libra británica como MVI más importante.

La fortaleza económica relativa explica por qué el yen japonés no logró convertirse en una MVI y el fracaso de Tokio –cuyos mercados financieros satisfacían los requisitos relevantes– para convertirse en un CFI-1. Con un PBI que solo llegó aproximadamente al 60 % del estadounidense en su punto máximo (1991), Japón nunca logró la masa crítica necesaria para inducir a los extranjeros a usar el yen para reducir sus costos de transacción.

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Para determinar la situación internacional futura del yuan y de Shanghái, se debe calcular la fortaleza económica relativa esperada de China frente alos EE. UU. según dos escenarios posibles.

En el primer escenario, China cae en una trampa del ingreso medio con un PBI per cápita anclado en el 30 % del estadounidense, un resultado que ha caracterizado a las cinco mayores economías latinoamericanas desde –al menos– 1960 y a Malasia desde 1994. Esto colocaría la relación entre el PBI chino y el estadounidense en 1,1, muy por debajo de la proporción necesaria.

En el segundo y más favorable escenario, el PBI per cápita llegaría al 80 % del estadounidense –mayor que la tasa promedio del 70 % para los cinco mayores países de Europa occidental desde 1960– y su fortaleza económica respecto de la estadounidense sería aproximadamente de 2,8. Esto tornaría elegible al yuan como MVI y permitiría a Shanghái decidir si desea convertirse en un CFI-1. Pero la economía china aún no sería lo suficientemente fuerte respecto de la estadounidense para que las fuerzas naturales del mercado garanticen el éxito internacional del yuan.

Dado esto, el gobierno chino tendría que implementar medidas decisivas para alentar a los comerciantes y acreedores internacionales a fijar los precios de sus transacciones en yuanes. Específicamente, China tendría que usar su poder de mercado para impulsar la fijación de precios de las exportaciones manufactureras relevantes y las importaciones de materias primas en yuanes, así como la denominación de los activos financieros extranjeros que compra en esa moneda (algo que su situación de acreedor neto debiera facilitar).

Pero hay serios escollos que evitar en este proceso. Como demostró la crisis financiera asiática de 1997-1998, la liberalización de la cuenta de capital podría conducir a colapsos financieros, un peligro a menudo citado por quienes se oponen a la internacionalización yuan. Pero estos riesgos no compensan los beneficios potenciales de la apertura financiera y pueden minimizarse con controles y regulación eficaces, incluidos requisitos elevados de capital de amortiguación y bajos niveles de apalancamiento, junto con sólidos mecanismos de respuesta a crisis, como una corporación fideicomisaria de resolución.

De hecho, no es necesario que los sistemas de control financiero y regulación prudencial eficaces precedan a la apertura de la cuenta de capital. Por el contrario, el desarrollo y la implementación de la regulación financiera debe ser un proceso gradual, en el que incida tanto el conocimiento existente como la experiencia directa. Después de todo, ningún mercado financiero está completamente abierto o completamente cerrado para siempre; el nivel de apertura en un momento dado depende de decisiones políticas.

La reciente formación de la zona de libre comercio de Shanghái permitirá el surgimiento de un centro financiero internacional que ofrezca capacitación en el mundo real a los reguladores chinos. Esto les dará las herramientas que necesitan para reconocer los signos de una crisis en formación, desactivar la amenaza y ocuparse eficazmente de la recapitalización y la reorganización de instituciones financieras colapsadas.

La búsqueda china de una MVI y una ciudad CFI-1 no solo servirá a los intereses chinos. Permitir que el yuan ayude a cubrir la demanda de reservas internacionales y diversificación del riesgo también fortalecerá la estabilidad financiera mundial.

No hay tiempo que perder para internacionalizar el yuan. Dada la limitada cantidad de monedas que pueden funcionar como MVI, si el yuan fracasa en su intento por conseguirlo antes que, digamos, la rupia india, el rublo ruso o el real brasileño, podría significar que no lograría ser una MVI –y Shanghái no sería un CFI-1– por generaciones, o nunca.

Traducción al español por Leopoldo Gurman.

https://prosyn.org/H1eSnU6es