PARÍS – Independientemente de los titulares, del embarazo de los gobiernos y del golpe asestado al secretismo de la correspondencia diplomática, la revelación por WikiLeaks de los cables diplomáticos de los Estados Unidos ofrece una cruda ilustración de lo profundamente alterada que ha quedado la esencia del poder en nuestra era de la información.
PARÍS – Independientemente de los titulares, del embarazo de los gobiernos y del golpe asestado al secretismo de la correspondencia diplomática, la revelación por WikiLeaks de los cables diplomáticos de los Estados Unidos ofrece una cruda ilustración de lo profundamente alterada que ha quedado la esencia del poder en nuestra era de la información.