CAMBRIDGE – Lo destacable del aumento del sentimiento nacionalista en los últimos años en el mundo desarrollado es que se da en un momento en que muchos de los desafíos más apremiantes que enfrentamos —entre ellos, el cambio climático y la pandemia de la COVID-19— son básicamente problemas mundiales que exigen soluciones a escala mundial. Y el enojo que acumulan los ciudadanos de los países donde escasean las vacunas —básicamente, los dos tercios de la humanidad que viven fuera de las economías avanzadas y de China— podría muy pronto volverse en contra de los países más pudientes.
CAMBRIDGE – Lo destacable del aumento del sentimiento nacionalista en los últimos años en el mundo desarrollado es que se da en un momento en que muchos de los desafíos más apremiantes que enfrentamos —entre ellos, el cambio climático y la pandemia de la COVID-19— son básicamente problemas mundiales que exigen soluciones a escala mundial. Y el enojo que acumulan los ciudadanos de los países donde escasean las vacunas —básicamente, los dos tercios de la humanidad que viven fuera de las economías avanzadas y de China— podría muy pronto volverse en contra de los países más pudientes.