ATLANTA – Aunque tiene una capacidad aparentemente infinita para la venganza, sería un error interpretar la decisión del presidente estadounidense Donald Trump de quitarle al exdirector de la CIA, John Brennan, la autorización para acceder a información confidencial como su última vendetta por un crimen de lesa majestad y nada más. Es verdad que Brennan prácticamente calificó a Trump y a su conducta (incluidas sus conexiones con Rusia) como una amenaza a la seguridad nacional. Pero la jugada de Trump no es sólo una devolución personal. El cachetazo a Brennan (último golpe en una serie de ataques a la comunidad de inteligencia que ya lleva dos años) es preanuncio de más medidas que tomará en su intento de someter a los organismos de espionaje.
ATLANTA – Aunque tiene una capacidad aparentemente infinita para la venganza, sería un error interpretar la decisión del presidente estadounidense Donald Trump de quitarle al exdirector de la CIA, John Brennan, la autorización para acceder a información confidencial como su última vendetta por un crimen de lesa majestad y nada más. Es verdad que Brennan prácticamente calificó a Trump y a su conducta (incluidas sus conexiones con Rusia) como una amenaza a la seguridad nacional. Pero la jugada de Trump no es sólo una devolución personal. El cachetazo a Brennan (último golpe en una serie de ataques a la comunidad de inteligencia que ya lleva dos años) es preanuncio de más medidas que tomará en su intento de someter a los organismos de espionaje.